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Amos Tercera Parte


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2014  •  864 Palabras (4 Páginas)  •  189 Visitas

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Ningún mexicano en la historia ha logrado lo que Roberto Hernández Ramírez: sentar en su mesa a dos presidentes en funciones de los Estados Unidos, y darles hospedaje en su propiedad. En un puño caben los que han hecho rabiar a personajes tan poderosos como Carlos Slim Helú o Andrés Manuel López Obrador, y muchos menos son los que los han puesto a raya. Pocos, como él, han sido acusados durante años de manera tan insistente y por razones tan diversas —evasión de pago de impuestos, tráfico de influencias, especulación, injerencia irregular en la vida política del país e incluso narcotráfico—, y casi ninguno ha salido tan bien librado: Hernández no tiene, hasta donde se sabe, un solo proceso abierto desde la autoridad.

Caben en los dedos de una mano los que han brincado, en dos décadas, de “no tener ni para pagar su tarjeta de crédito” a la lista de multimillonarios globales de la revista Forbes, o a ser uno de los miembros de la junta directiva de Citigroup, el grupo financiero más importante del mundo.

Nacido en Tuxpan, Veracruz, en 1942; casado dos veces y padre de María Guadalupe, Roberta y Andrea; temido, reservado hasta en el plano familiar, se ha buscado para sí una imagen de “nacionalista” que convive con la apreciación de que es, más bien, un depredador de los intereses de los mexicanos. Sólo la venta del Grupo Financiero Banamex generó sospechas de evasión de impuestos por 3 mil 500 millones de dólares¿Por qué no el resto de los accionistas que de manera unánime le autorizaron vender el banco y un fuerte catálogo de propiedades históricas de la Nación, como el Palacio de Iturbide?

Si a principios de 1990 se dijo que su amistad con Carlos Salinas le había permitido saltar de la oscuridad a ser el principal dueño de Banamex, en la siguiente década ya participa directamente con el presidente del país. Si en 1988 no aparece entre los miembros de la Comisión de Financiamiento de la campaña de Salinas, a partir del 1999 ya es uno de los soportes de las correrías de su ex compañero de la Universidad Iberoamericana, Vicente Fox Quesada: le pone casa de campaña; lo manda a vacacionar en su finca exclusiva de Punta Pájaros, en Quintana Roo, y otorga aportaciones económicas directas, a su nombre, para los proyectos personales que el entonces mandatario comparte con Martha Sahagún, su esposa: es parte de la lista de donantes de Vamos México, y del acta constitutiva de la llamada “egoteca”, el Centro de Estudios, Biblioteca y Museo Vicente Fox Quesada.

Y después, en 2006 —de acuerdo con la izquierda mexicana y los observadores políticos—, su presencia no se limitará al apoyo; es un activo en la campaña que lleva a Felipe Calderón Hinojosa a la Presidencia.

El exitoso banquero, sin embargo, no es hombre de un partido. Colabora directamente, por ejemplo, con el Gobierno del Distrito

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