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CLASE SOCIAL DEL IMPERIO INCAICO(IMPRIMIR HISTORIA DELDERECHO)


Enviado por   •  19 de Abril de 2013  •  2.011 Palabras (9 Páginas)  •  2.371 Visitas

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CLASE SOCIAL DEL IMPERIO INCAICO:

LOS ESCLAVOS.

Apesar de que si existió un concepto de esclavo en el imperio de los incas, no era práctica común convertir a una comunidad o población entera en esclavos, más bien era poco común que los hubiera y anti productivo.

En el Imperio Inca no hubo esclavos en el sentido pleno de la palabra. Los que se acercaban a esa condición eran los pinas, hombres que no pertenecían a la comunidad, generalmente prisioneros de guerra, que estaban destinados al cuidado de los cocales en zonas insalubres

Los incas no esclavizaban a los vencidos, sino que les enseñaban su sistema horario; internando a unos en las poblaciones donde tenían asegurado su dominio e instalado en las tierras conquistadas colonias de vasallos fieles; el quechua era el idioma oficial que se imponía en los pueblos conquistados; los colonos que se transportaban de una parte a otra del imperio se llamaban mitimaes. Eran la fuente de control del Estado, allí reproducían sus ayllus y costumbres.

También a esta clase social pertenecían:

1.- MITIMAES: El término mitimaes proviene de la palabra quechua mitmac, idioma en el que significa esparcir. Son conocidos también como mitmakuna o mitmaqkuna. Fueron grupos de familias separadas de sus comunidades por el Imperio inca y trasladadas de pueblos leales a conquistados o viceversa para cumplir funciones económicas, sociales, culturales, políticas y militares. Ninguna otra política afectó tanto la demografía y conjuntos étnicos andinos como ésta de los mitimaes. Se llega a afirmar que hasta una cuarta parte de la población del imperio fue reasentada.

La función política y estratégica más común de estos desplazamientos fue la necesidad del imperio incaico de dividir a las poblaciones que suponían una amenaza a las elites incaicas, de esa manera estos reasentamientos servían para debilitar el peso de una población para la resistencia y otra era que el inca confirmaba que los pueblos conquistados hicieran el trabajo otorgado por el inca.

La política de mitmaqkuna se llevó a cabo especialmente en el altiplano boliviano austral, donde las funciones de estos colonos fueron productivas y de defensa, ya que muchos de ellos estaban obligados a defender la frontera con los chiriguanos. Todo el arco suroriental del altiplano estuvo salpicado de guarniciones que se prolongan por el sur hasta el Pucará de Aconquija.

En el siglo XV, la población colla de la actual Bolivia, es invadida por el Inca Wiracocha que anexó sus territorios al Tahuantinsuyo. Los incas introdujeron en las tierras conquistadas grupos de mitimaes, algunos de los cuales hablaban el quechua. Debido a esta situación, a la llegada de los conquistadores españoles el territorio colla tenía una heterogénea población que hablaba las lenguas aymara, puquina y quechua.

Para el caso del Noroeste argentino, los incas utilizaron a las tribus de los chichas, que habitaban en lo que es el actual territorio boliviano. Algo parecido ocurrió en el norte de Chile.

Las poblaciones del sur del valle Calchaquí, Santa María (Catamarca), Andalgalá y el centro de la provincia de Catamarca se resistieron a la ocupación incaica y se negaron a realizar trabajos para los incas, por lo que éstos llevaron a esos territorios contingentes de mitmaqkunas para ser utilizados como mano de obra en reemplazo de los locales. Blas Ponce, uno de los fundadores de la ciudad de Londres en Catamarca, dice en la provincia de Quire-Quire el inca tenía "más de veinte mil mitimaes" y que vencidos por los españoles decidieron abandonar el valle.

En el actual Ecuador se aplicó también este desplazamiento de población, cambiando tremendamente la composición étnica de la zona, más que en cualquier otro lugar del imperio incaico, llegando hasta el punto de reformar completamente los alrededores de Tumipampa.

También en la Quebrada de Humahuaca había mitimaes de los chichas de Bolivia, de las parcialidades de los churumatas, paypayas y otros, cuya principal función fue servir como barrera de contención contra los chiriguanos, además de difundir el idioma quechua.

LOS MITIMAES Y SUS OBLIGASIONES

LOS YANACUNAS: Los yanaconas o “gentes de servicio”, “criados”, “ayudas” o “auxilios” 369 –como tradujeron los primeros cronistas–, habrían sido también, tal como ocurrió en otras latitudes, una consecuencia de las guerras –como con certeza sospecha Del Busto–.

En efecto, prisioneros de guerra e individuos rebeldes de los pueblos conquistados, arrancados de su territorio, fueron convertidos en yanaconas.

Afirma Murra que, “según la versión de la élite incaica, transmitida a los cronistas europeos, el origen de las poblaciones [de yanaconas] se remontaba a gente acusada de rebelde”–obviamente entre los pueblos conquistados–.

La historiadora Ella Dumbar Temple sostiene sin embargo que –rebeldes o no–, los yanaconas habrían sido “fruto de la tributación de los pueblos”. Mal podría negarse pues que, en definitiva, eran resultado de las guerras de conquista entre pueblos e incluso entre ayllus –porque es difícil imaginar que de otra manera se concretara tal forma de tributo.

La institución del yanaconaje –cuyo nombre primigenio desconocemos–, debió tener pues un origen bastante anterior al Tahuantinsuyo. Mas el nombre con el que se le conoce habría tomado forma durante éste.

“Tiene su origen histórico –dice Cossío del Pomar–en la sublevación de varios miles de indios en la villa de Yanacu.

Vencidos y condenados a muerte, la pena [fue] conmutada (...) por la de servidumbre perpetua de ellos y sus descendientes”.

Muchos debieron servir hasta el fin de sus días –afirman Espinoza y Burga–. Fueron los “criados perpetuos” de los que habla Cieza de León. Algunos de ellos –dice Burga– transfirieron el estigma de su despreciada condición a su descendencia o a una parte de ella.

Para éstos, yanaconas hijos de yanaconas, la guerra que habían perdido sus antepasados, aunque distante en el tiempo, seguía siendo la causa original de su penosa condición.

En los enfrentamientos entre ejércitos de pueblos numerosos, al multiplicarse el número de prisioneros, crecía la cantidad de hombres que quedaban en condición de yanaconas.

Así,

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