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Cambalache Siglo XXI


Enviado por   •  15 de Abril de 2014  •  4.488 Palabras (18 Páginas)  •  372 Visitas

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Cambalache siglo XXI: ¿rebeldía a puerta cerrada?

Resumen

El siguiente documento reflexiona acerca de la noción de rebeldía en las culturas juveniles desde la perspectiva de su impacto en la sociedad. Es la búsqueda de una respuesta que finalmente no se pudo encontrar, pero igual el devenir del escrito me permitió modificar visiones y prejuicios frente al concepto, pero por supuesto faltarían mucho trabajo en densidad y tiempo, para llegar a entenderlas a plenitud. Me he encontrado con la condición juvenil, a mis 55 años.

El documento tiene como referencia las siguientes lecturas propuestas por el doctor Germán Muñoz: ¿Qué significa ser joven en Colombia hoy? (Germán Muñoz González), Decálogo para pensar las certezas (Valenzuela), De las culturas juveniles a las ciberculturas del siglo XXI (Germán Muñoz González),En la música están la memoria, la sabiduría, la fuerza (Germán Muñoz y Martha Marín).

En 1934, Enrique Santos DISCEPOLO, escribió el inmortal tango “Cambalache”, apegado a la ética y moral establecida de la época, que con algunas mutaciones sigue siendo la misma. La reescritura hoy sería bastante complicada, porque el mundo ya no es tan standard ni tan uniforme como en aquellos tiempos, no porque lo oficialmente establecido haya cambiado, sino por la multiplicidad de horizontes culturales que ahora lo rodean.

Cambalache pudo ser en su momento una protesta, un grito de rebeldía ante el desbarajuste del modelo de mundo ideal propuesto por la ética y el orden social del momento (que el mundo fue y será una porquería ya lo sé… en el quinientos seis y en el dos mil también… vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos…). Y poco menos de un siglo después surgen otros cantos de protesta (después de haber pasado por la música protesta de los años setenta) y rebeldía frente a un orden establecido que en realidad es caos y no funciona pero que por inercia histórica se mantiene, digamos que, en pie.

Rebeldía y protesta son dos adjetivos que suelen figurar en la definición de todas aquellas expresiones que de alguna manera pretendan manifestar desacuerdo o decepción frente a un momento histórico en curso, y por supuesto, no son excepción cuando de culturas juveniles se habla.

El presente documento pretende escarbar en torno a la rebeldía y a la protesta como ejercicio dentro del colectivo social y las reflexiones que aquí se esbozarán surgen de las inquietudes que le quedaron a quien escribe, después de participar en el seminario de culturas juveniles, al interior de la Maestría en Comunicación Educativa (convenio UTP UNIMINUTO).

La dinámica del seminario contempló un trabajo de campo para acercarse a distintas culturas para indagar acerca de las bases sobre las cuales se levantan. Los hallazgos dejaron en escena dos rasgos comunes: la protesta, el rechazo al modelo formal de sociedad (desigual, desequilibrado y lapidario para las grandes mayorías) y la música como medio de expresión.

La protesta básicamente va dirigida contra la desigualdad, el salvajismo de los modelos económicos, y contra el esencialismo con los anhelos patrióticos y los ideales del buen estudiante, del optimismo juvenil, del joven trabajador, del ciudadano de bien y finalmente, del joven con formación en valores que se ‘integra a la sociedad’ y a unos procesos aparentemente neutros de progreso y desarrollo social y económico con el fin de ‘salir adelante (tomado de lecturas propuestas por el profesor Germán Muñoz).

Su propuesta de protesta es clara para quienes forman parte de las culturas juveniles y para quienes se acercan a ellos con mirada investigadora y solidaria, pero el gran común, la masa convencional (que proporcionalmente es mayoría) ¿cómo los observa?... Aquí surge el interrogante sobre el cual se quiere trabajar en este documento:

¿Protesta a puerta cerrada?

Para un grueso de la sociedad, cultura juvenil tiene que ver con desadaptados frente a los cuales lo mejor es cambiar de acera, otros los ven como grupos que requieren de la beneficencia de la regeneración, y sin duda, otros los verán como proyectos de delincuentes a los cuales podría resultar interesante combatir y exterminar. Por supuesto hay otro sector que los interpreta y puede leer el contenido de protesta, y que allí hay otra visión y postura frente al transcurrir del mundo.

Tuve la oportunidad de estar presente en un taller de emprendimiento que una fundación ofreció a un grupo de jóvenes integrantes de diversas culturas juveniles en Bogotá (con apoyo logístico de la Alcaldía de la ciudad). El desenlace tuvo tintes tragicómicos: durante tres horas el conferencista se dedicó a intentar lavar el cerebro de los participantes, a regenerarlos, a sanarlos de su mentalidad de fracaso, con frases motivadoras de “Carlos Slim”, y un largo trecho de su exposición lo dedicó a trabajar el concepto de éxito del magnate mexicano, quien a su vez lo había aprendido de su madre (la de Slim), no viene al caso enunciar el citado concepto, pero si por curiosidad alguien lo investiga, llegaría a la conclusión de que Slim no es un hombre exitoso (palabras más, palabras menos, para Slim, el éxito no es el dinero ni la posición social, sino el cariño de la gente).

Después de sus oraciones ante el altar de Slim, el conferencista arengó a los asistentes en torno a lo importante que es estudiar y graduarse, porque sin títulos, la cosa se pone más difícil (jodida, dijo el señor).

La de por sí aburrida y pesada alocución del conferencista fue interrumpida por el integrante de un grupo de RAP allí presente, que pidió la palabra para hacer una aclaración que en términos generales decía: “no estamos interesados en amasar dinero…, lo que queremos es que nos respeten, que nos dejen de mirar como drogadictos peligrosos… que nos generen la posibilidad de expresarnos… no podemos salvar al mundo, pero con pedacito que salvemos nos damos por bien servidos, con nuestra música podemos hacerlo…, lo que necesitamos es que nos cedan espacios para difundirla”… Dicho eso, soltó un interrogante: ¿Doctor, entonces usted considera que sin títulos, no podemos cantar?

Queda claro que el conferencista en mención no tiene ni la menor idea de lo que es una cultura juvenil, y que pensaba que su auditorio era igual a un grupo de estudiantes de cualquier universidad de la élite capitalina. Pero si bien, el personaje parece una anécdota, también es cierto que representa la percepción de una gran masa del colectivo social.

Aquí debo hacer una confesión: de no haber mediado mi asistencia al seminario de culturas juveniles de la maestría, yo hubiese manejado un marco conceptual al del conferencista (haciendo la salvedad de que Carlos Slim no hubiese sido mi paradigma, y que no hubiese condicionado el futuro a los títulos formales que depara el sistema educativo).

Parecería entonces que a la sociedad le cautivan las formas de las culturas juveniles (así huyan de ellas o hagan votos por su exterminio) pero que el fondo no le interesa, o podría llegar a interesarle si supiera de que se trata, pero acaso ¿ello solo está al alcance de las esferas académicas?

Se disparan aquí unos interrogantes que se construyen a partir de mi visión silvestre, convencional y prejuiciada de la rebeldía y la protesta:

¿El fondo rebelde, la voz de protesta, el canto de inconformidad de las culturas juveniles, se queda entonces sin impactar en mayor dimensión a la sociedad, porque quedan encerrados en cuarto a media luz en el que los inconformes se encierran a protestar?

¿Qué pasará entonces si nos llenamos de cuartos a media luz en donde hay gente encerrada sentando protestas que quedan encerradas como sus autores?

¿Desde el encierro de su cultura como ganar el respecto y entendimiento que reclaman?

¿Cómo impactar el mundo para no quedar reducidos a salvémonos a nosotros mismo?

¿Aparte de generar miedo, sospecha o desconfianza que otro logro consiguen las culturas juveniles?

¿Cómo impactar a la sociedad con una rebeldía que se ejerce a puerta cerrada?

¿Se puede impactar a la sociedad ejerciendo la rebeldía sentado en el andén?

Seguramente mi noción de rebeldía y protesta es al extremo convencional, y reducida, a tal punto no logro aún verificar que estamos frente a una que no es fácil desentrañar por su profundidad y contundencia no percibida a primera vista. En ese orden de ideas seguiré atesorando elementos que finalmente me ayuden a encontrar una versión de respuesta a la pregunta que me he planteado, respuesta que a lo mejor no logre, pero con que por lo menos me surjan otras preguntas quedaría conforme:

Las semillas de la rebeldía

A las semillas provenientes de la historia, como la segunda guerra mundial en el contexto global, y el bogotazo en el local hay que sumar lo que es el estado latente del orden social e Colombia y que esta descrito de manera drástica en documento del profesor German Muñoz: “… el factor que más afecta a los jóvenes de ambos sexos es la pobreza; probablemente, como efecto de ésta el mayor problema percibido por los varones es el desempleo y por las mujeres es la violencia intrafamiliar. El incremento en el desempleo produce cada vez mayor frustración de expectativas de movilidad social: cerca de dos millones ni estudian, ni trabajan, ni buscan empleo… siendo más agudo el problema entre los más pobres, que muchas veces aceptan empleo precario (“indecente” como lo llama la OIT, es decir, a destajo, sin garantías ni derechos laborales)”.

Tal vez el principal foco de rebeldía es que a las juventudes de todos los tiempos siempre les han manipulado con la promesa del futuro, pero algunos jóvenes de este tiempo no se quisieron comer el caramelo porque se dieron cuenta de que el futuro ya fue, como bien se señala en Decálogo para pensar las certezas (Valenzuela).

Desde las diversos frentes de construcción de sociedad, el joven es visto como objeto de, pero no como protagonista de. Es un muñeco de plastilina al que se debe moldear, y de ahí surge una sensación de tiranía del adulto que todos laguna vez experimentamos. No en vano, cuando en el seminario de culturas juveniles, el profesor Muñoz preguntó a los participantes acerca de que cuándo consideraban que había comenzado su vida adulta, la respuestas tuvieron como uno de los rasgos comunes los momentos en que pudieron tomar sus propias decisiones sin estar condicionados por adultos pero esto estuvo a su vez condicionado por el fin de una dependencia económica.

Pero además de las razones socioeconómicas y políticas también están las de esclavitud psíquica e intelectual a la que tradicionalmente se suele someter a la población biológicamente joven (todos, en menor o mayor grado la hemos experimentado), a la que se le quieren imponer modelos de ser humano, paradigmas ideológicos, esquemas sociológicos y que en últimas como ser antropológico es visto como un muñeco de plastilina para moldear. Esta esclavitud puede estar detonada desde la familia, la escuela o desde dispositivos sociales dentro de los cuales puede estar el bombardeo mediático (que está en apuros, ante otras opciones que han surgido a partir de las Tecnologías de la información y la comunicación).

Podría uno decir que cualquier rebelde aquí tiene causa, así se la desconozcan, pero la pregunta central en este documento es como impactan esas rebeldía a la sociedad o sin son grupos ladrándole a la luna que poco interés muestra por alumbrar esto lares.

Miradas equivocadas

En un documento del profesor Germán Muñoz se habla de tres frentes, miradas o roes que se deberían tener e cuenta con respecto a los jóvenes, como correctivo a la miopía social frente al tema: ser considerados actores estratégicos de desarrollo, ser considerados sujetos de derechos y ser sujetos objeto de políticas afirmativas.

Es justo en los tres factores antes citados en donde el estado más se equivoca, y en muchas ocasiones se limita a llevar a cabo actividades (que son cosas muy distintas a política o proyecto), que permitan llenar unas estadísticas que hagan ver como si aquí se trabajara mucho.

En cuanto a actores estratégicos del desarrollo.

En ese señala el profesor Germán Muñoz: “… En consecuencia, las futuras políticas públicas deberían hacer énfasis en el presente de los jóvenes y niños como protagonistas, y no centrarse en su preparación para el desempeño de roles de adultos…”.

Las políticas públicas históricamente han estado orientadas a la preparación del joven para que a futuro pueda desempeñarse socialmente como adulto, rol que está enmarcado dentro de los límites señalados de paradigmas también históricamente prevalentes.

El estado y la escuela ven al joven como una salvaje al que es necesario civilizar y preparar para desempeñarse dentro de la sociedad de consumo y en lo posible que logre ser un negociante exitoso dentro de esa gran súper-tienda que es América Latina (rol de estos países en el andamiaje de la economía mundial).. Por eso el término emprendedor está de moda, y por eso estamos llenos de conferencistas que cargan en su maletín las frases célebres de Carlos SLIM y los videos de Cornejo.

Si un joven enmarcado dentro de lo que se considera el estándar social es tratado de esa manera por el estado ¿Qué puede esperar un integrante de una cultura juvenil, generalmente proscrita, considerada peligrosa y a la que se le ve como insumo de reinserción social pero no se le otorga al menos la categoría de rebelde sin causa?

En cuanto a sujetos de derechos.

Señala el profesor Germán Muñoz: “… el enfoque de los derechos se ha construido en Colombia y América Latina como una perspectiva constitucional y de garantías que tiene el objetivo expreso de lograr el reconocimiento, la democracia radical y plural y el ejercicio pleno de la ciudadanía. …tiene que ver con combatir la pobreza y lograr la integración social en las últimas décadas, por múltiples causas…”.

Frente a este punto dan ganas de guardar un minuto de silencio por todas la víctimas de las aberraciones de este país (……) que no son solo las de la guerra con balas, sino también las de la desidia estatal frente a la educación, la salud y en general el derecho a ser ciudadano.

En este país se vive (es un decir) pero las opciones de ser ciudadano no son muchas, y generalmente no van más allá del renglón de los deberes con respecto al aparato político y económico del estado. No en vano, de uno de los escritos del profesor Germán Muñoz se puede desprender que las CIBERCULTURAS que se generan alrededor de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, han sido espacio para que de una manera masiva una generación esté intentando de ejercer desde la comunicación su propia ciudadanía, no la que le quieren otorgar por defecto, sino una que quiere desfogar y que en el mundo de a pie se atraganta.

En cuanto a sujetos de políticas afirmativas.

Al interior de este factor es fundamental desprenderse de viejos estereotipos y arquetipos dentro de los cuales están:

La nueva noción de condición juvenil

La nueva noción de condición juvenil que ya no depende de etapas biológicas, sicológicas o de transiciones hacia una edad adulta en la que se adquiere autonomía (tal como fue descrita por estudiantes de la maestría cuando fueron indagados a cerca de cuando sintieron que se convirtieron en adultos). Los rasgos de condición juvenil se extienden ahora a aspectos tales como: autonomía, movilidad, experimentación, creatividad, ciudadanía, iniciativas solidarias, y acciones de protagonismo asociativo. Sin embargo, es necesario señalar las aclaraciones que al respecto hace Germán Muñoz:

“… es una noción de origen europeo…. este enfoque resulta válido en países desarrollados, con un alto nivel de vida y consolidación de la democracia; en condiciones de pobreza, exclusión, inequidad y violencia, no aplica para todos los jóvenes. O tal vez, solo en algunos campos (la cultura, los derechos…)”.

La condición juvenil en Colombia esta demarcada por la inconformidad, la incertidumbre socioeconómica (en lo laboral por ejemplo), y la incredulidad frente a los modelos del mundo supuestamente adulto.

Nuevas nociones de interrelación e interacción

Se hace necesario transformar el entorno, debe haber una nueva lectura y una nueva puesta en escena de las relaciones entre los jóvenes las instituciones que los rodean: familia, escuela, iglesias, empresas, partidos políticos… relaciones que históricamente han sido jerárquicas y autoritarias, en donde se imponen modelos y para ser considerado como joven de bien, están obligados a aceptarlos sin reparos.

Se debería dar paso a un esquema en el que el joven es participe y no ratón de laboratorio y en el que joven es coproductor y no subordinado. Esto dentro de los paradigmas sociales parece a todas luces utópico y esa utopía tuvo que ser uno de los focos de rebeldía y desencanto que dieron paso al surgimiento no silvestre de las semillas de las culturas juveniles.

En el seminario de emprendimiento citado aquí anteriormente como anécdota, un integrante de la cultura Metal señalaba: “muchas veces la alcaldía nos programa eventos o proyectos que a nosotros no nos interesan, nos enteramos cuando ya están armados, nunca nos han preguntado si es lo que queremos, simplemente nos convocan a asistir a cosas por las que no estamos motivados… y lo peor es que por lo general le han pagado miles de millones de pesos a alguna entidad para que los organice”.

Se suelen definir políticas y planes para jóvenes como si estos fueran enfermos interdictos a los que hay que brindarles un paliativo (por ni siquiera la supuesta y equivocada percepción de cura les interesa).

Romper las etiquetas

Las etiquetas con las que se rotulan los estilos de vida de los jóvenes las describe con precisión Germán Muñoz: “… los estilos de vida infantil y juvenil que han sido descalificados, sin conocer su potencialidad, al reducirlos a etiquetas tales como: "imitadores de lo foráneo", "satánicos", "modas pasajeras", "violentos", "drogadictos"... “.

También señala Muñoz: “… El trabajo investigativo ha mostrado que en las culturas juveniles, íntimamente conectadas con la música (rock, punk, hip hop y tecno electrónica) se pueden evidenciar novedosas formas de creación de sí mismos, formas colectivas de autogestión y solidaridad, resolución pacífica de conflictos, producción de conocimiento, modelos de moral autónoma…”.

Sin duda, entonces, las culturas juveniles son una reacción ante el desencanto por las promesas históricamente incumplidas por el mundo adulto convencional, y son un ejercicio de rebeldía y protesta pero que solo se puede percibir a través de trabajos de investigación, por lo demás es un mundo creado por ellos y aun cuando no sea su intención parecería volverse para ellos y que solo ellos lo entienden y se entienden, y eso nos traslada a los interrogantes origen de este documento y planteados al inicio del mismo:

¿Cuál es impacto real de estas rebeldías juveniles en la sociedad?... ¿La permean o simplemente la asustan?... Aunque finalmente esa sería la pregunta para cualquier tipo de rebeldía, porque es de esperarse que cualquier rebelde sufra de la falta de interpretación y comprensión por parte de la horda de la horma de la cual se quiere salir.

¿Acaso los paradigmas dominantes a pesar de débiles son tan arraigados que cualquier rebeldía termina ocurriendo a puerta cerrada?

Los paradigmas convencionales son árboles débiles, viejos y peligrosos porque en cualquier momento pueden caer y aplastar, pero lo cierto es que están ahí cortando el paso, a pesar de que como señala Germán Muñoz, “…asistimos a un vertiginoso proceso de cambio de valores, en el que debemos enfrentarnos a la pérdida de ideales constituidos históricamente, ante la emergencia del “pensamiento débil” y del relativismo cultural. Y surge el llamado “nuevo narcisismo” en el marco de un consumismo exacerbado que se transforma en razón social hegemónica, incentivando a la satisfacción inmediata y a la cultura de vivir el momento… se despliegan nuevos universos simbólicos que anuncian el advenimiento de una comunidad trasnacional (globalizada) de consumidores de un mercado único. Estratos sociales equivalentes de diferentes sociedades se mimetizan y pasan a tener mucho más en común, que diferentes estratos en cada una de ellas”.

Lo que habría que entender

Frente a los jóvenes, lo juvenil y las culturas juveniles hay muchas cosas pendientes de ser comprendidas:

El concepto de agencia

Planteamientos surgidos del Centro de Estudios Culturales Contemporáneos de BIRMIGHAM (1975), indican que los niños y jóvenes poseen ‘agencia’, particularmente en el ámbito de sus interacciones con las mediaciones info-comunicacionales. El concepto de agencia está asociado con categorías tales como libertad, libre albedrío, creatividad, originalidad y capacidad real de cambio (Barker, 2000). Concepción que el profesor Muñoz amplia al señalar:

“… entendemos la agencia en el sentido de ‘poder actuar diferentemente’, tomando decisiones contingentes, fijando el mejor curso posible de acción, pero determinados por ‘narrativas psíquicas y emocionales que no manejamos conscientemente en su totalidad… un elemento esencial al definir la ‘agencia’ es la capacidad de re-pensar y re-escribir a través de las prácticas materiales en las que estamos implicados, tanto individual como socialmente”.

Muñoz sugiere “… la idea de una ‘ciudadanía comunicativa’ que les permite (sin permiso) ejercer en sus propios mundos la posibilidad de expresarse con relativa libertad y tomar decisiones que no cuentan con la aprobación de los adultos ni del Estado protector…”.

Dicho coloquialmente los jóvenes están potencialmente en posibilidad de reflexionar, enfrentar el poder, reconocerse y auto-construirse, y eso se manifiesta en las rebeldías que no logramos entender, quienes hemos estado sembrados en la convencionalidad durante todo un “proyecto de vida”, y seguramente es por eso que los convertimos en enemigos internos de un sistema que cada vez pierde más densidad, es menos confiable e irremediablemente pierde su capacidad de cumplir las promesas de futuro, progreso y bienestar, es decir, es un sistema víctima de su propio invento.

Culturas juveniles y dimensión estética

A los jóvenes no se les reconoce como actores sociales creativos ni como productores culturales, al contrario son catalogados como depredadores y destructores de la cultura, sobre todo por las líricas y los acordes de su música.

Con respecto a las culturas juveniles está pendiente por entender su potencia creativa, sus nuevas formas de arte y sus propuestas en torno a transformaciones en el modo de existir, sus subjetividades y sus planteamientos en las esferas éticas y políticas. En este sentido señala Germán Muñoz:

“… las culturas juveniles trasciende la simple composición de estilos y les confiere un lugar preponderante en la generación, transformación o desarrollo de modos de existencia, marcos de referencia, saberes singulares e incluso nuevas formas de arte…”.

El ‘hazlo tú mismo’ del Punk, la lucha con creatividad y no con armas del BREAKING, del RAP, la búsqueda del estilo propio del HIP HOP, son bases axiológicas que no están al alcance del conocimiento del común de la gente y por eso las culturas juveniles están satanizadas, hay negación por el querer entenderlas y valorarlas, y así difícilmente se puede impactar positivamente a un colectivo social. Más cuando a lo sumo llegan a ser vistas como existencialismos intrascendentes, sin identidad, pero peligrosos… así por ejemplo, hay una gran brecha entre las visiones adultas y las dinámicas de la música que son vital canal de expresión de las culturas juveniles.

Está pendiente por entender que la dimensión estética de las culturas juveniles esta parada en la intención de proponer nuevos marcos de referencia, nuevas subjetividades colectivas, otras formas artísticas y en general otra dimensión creativa.

¿Qué pasa entonces con la rebeldía?

Cuando comencé a escribir tenía la intención de demostrar la inoperancia social de la rebeldía y la protesta de las culturas juveniles, después de nueve páginas manipulando insumos conceptuales producto del seminario de Culturas juveniles, no me atrevo a hacerlo, porque caería en el terreno de lo simple y de la mirada profana que tiene el común de la sociedad.

Pero para no dejar tan en el aire la inquietud, busque un marco de comprensión del concepto de rebeldía en general para entender los motivos por los cuales no siempre se le facilita impactar de manera acelerada y contundente a la sociedad dentro de la cual ocurre.

En la pesquisa di con planteamientos del filósofo FIDEL MUNNIGH del cual me permito resumir algunas de sus concepciones de rebeldía:

“…El hombre que piensa, juzga el mundo y la creación entera. Sueña y afirma, pero también duda y niega, crea, destruye, acepta o rechaza el mundo que le ha tocado en suerte, no acepta sumiso el orden del mundo y sus leyes, se rebela y no tiene posturas intermedias…”.

Aquí sería importante acotar algo, a veces las urgencias de supervivencia obligan al rebelde a asumir posiciones intermedias, a llevar vidas paralelas, por fuerza muchas veces un integrante de cultura juvenil tiene que participar de la salvaje sociedad de consumo a la que cuestiona y frente a la cual sienta su voz de protesta.

Otros apartes de FIDEL MUNNIGH señalan:

La rebeldía es también nuestra condición filosófica. La verdadera rebelión, más que política, es metafísica. No se trata sólo de subvertir un orden social injusto, sino de algo mucho más radical y profundo. El rebelde ataca la creación y el falso orden del mundo. La rebelión es un impulso natural, un instinto. Nos pertenece y nos constituye.

Mucho de eso se percibe en la voz de protesta y las propuestas de las culturas juveniles. De pronto por comodidad o por miedo, muchos integrantes del colectivo social no hacemos uso de esa condición filosófica, y que no necesariamente tendría que ser el ingreso a una cultura juvenil, sino una propuesta de adultos que sin saberlo nos quedamos encerrados en la condición juvenil (con desencanto, sin oportunidades, y sin futuro, porque el futuro ya fue).

Agrega FIDEL MUNNIGH en uno de sus apartes:

“… la rebelión frente al nuevo (des)orden mundial está encabezada por los grupos minoritarios y marginales de la contracultura. Son las nuevas negaciones del Poder. En ellos la rebeldía es casi instintiva: una inclinación natural, una vocación insobornable. No obedece a un programa teórico, ni se guía por una doctrina particular. Lo esencial no es transformar el mundo, ni siquiera interpretarlo, sino oponérsele. Razonan –o mejor, sienten- más o menos así: el mundo tal como existe no debería ser, y tal como debería ser no existe... Desde que en 1989 la revolución socialista dejó de ser una alternativa viable en el mundo, el puro gesto anárquico ha sustituido a la lucha revolucionaria…”.

Después de escuchar a los integrantes de culturas juveniles invitados al seminario, no dudo de que mucho de lo del párrafo de MUNNIGH describe en gran parte su rebeldía y voz de protesta.

Finalmente MUNNIGH evoca a Camus con respecto a la rebeldía:

Camus dice que la rebelión es el movimiento mismo de la vida. Como ella, no se argumenta ni se razona: es instintiva y espontánea. No hay que buscarle razones, pues surge de un sentimiento natural y no de un razonamiento lógico. Se es rebelde y punto, por vocación, por indignación, por ruptura con el mundo. Desde el momento mismo en que admito encontrar causas que la legitimen, mi rebeldía pierde fuerza vital: se racionaliza. Deja de ser un movimiento voluntario, un acto puro de la voluntad, para convertirse en rebelión razonada.

Sabía que no lograría responderme la pregunta que dio origen a este documento, no sé qué tan contundente es su impacto en la sociedad, a lo mejor si es un esfuerzo a puerta cerrada. Pero ahí está y por su cuenta hay un río sonanado.

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