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Derechos Indígenas


Enviado por   •  24 de Junio de 2011  •  3.476 Palabras (14 Páginas)  •  1.044 Visitas

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INTRODUCCIÓN.

Origen de lo Pueblos Indígenas Americanos.

Cuando los europeos de los siglos XV y XVI desembarcaron en América, encontraron pueblos que tenían una riquísima historia milenaria. Los nativos americanos, con diversos grados de desarrollo cultural, descendían de los verdaderos descubridores de este continente: los cazadores y recolectores nómadas que llegaron hace aproximadamente 20 mil años atrás.

El almirante genovés Cristóbal Colón erróneamente los presentó como “indios” ante la corona española. Al comenzar el siglo XVI, Américo Vespucio informó que estas tierras eran un “Mundus Novus” para los europeos. En 1537 el Papa Paulo III dictaminó solemnemente que los nativos americanos eran seres humanos. En medio del terrible proceso de sometimiento de los pueblos indígenas, diversos personajes, principalmente teólogos del catolicismo, empezaron a especular sobre la procedencia de los primeros habitantes de América. Arias Montano en 1570 creía que América fue poblada por dos tataranietos del legendario personaje bíblico Noe. Gregorio García en 1607 trataba de demostrar que los indígenas americanos tenían su origen en antiguas inmigraciones judías. Otros autores creían que los fenicios hicieron viajes remotos, cruzaron el Océano Atlántico y poblaron América. Se especuló inclusive que fueron pobladores de la mítica Atlántida los que dieron origen a los antiguos habitantes americanos.

El primer estudioso en plantear una hipótesis razonable fue el cronista español José de Acosta. En 1590, en su obra “Historia Natural y Moral de Indias”, Acosta conjeturó que América fue poblada por inmigrantes que llegaron desde Asia aprovechando alguna región donde ambos continentes se acercaban por el norte. Cuando aún no se descubría el estrecho de Bering, el cronista escribió: “Mas al fin, en lo que me resumo es que el continuarse la tierra de Indias con esas otras del mundo, a lo menos estar muy cercanas, ha sido la más principal y más verdadera razón de poblarse las Indias; y tengo para mí que el Nuevo Orbe e indias Occidentales, no ha muchos millares de años que las habitan hombres, y que aquellos aportaron al Nuevo Mundo por haberse perdido de su tierra o por hallarse estrechos y necesitados de buscar nueva tierra, y que halándola, comenzaron poco a poco a poblarla, no teniendo más ley que un poco de luz natural, y cuando mucho algunas costumbres que les quedaron de su patria primera.”

Sin embargo, hasta el siglo XIX tenían mucha difusión los planteamientos basados en los escritos bíblicos. Durante el Virreinato del Perú un teólogo erudito llamado Antonio de León Pinelo propuso formalmente que el Edén bíblico o “paraíso terrenal” se ubicó en plena selva peruana y que desde ahí los descendientes de Adán y Eva poblaron el resto del mundo.

Recién con la difusión de la obras del naturalista Charles Darwin, en la segunda mitad del siglo XIX, se dio un nuevo impulso a las investigaciones, esta vez teniendo como base los postulados evolucionistas y los estudios geológicos, paleontológicos y arqueológicos. A fines del siglo XIX se llegó a plantear que América fue la Cuna de la Humanidad, hipótesis desacreditada por los científicos defensores de las teorías inmigracionistas, que sostienen que América fue poblada por oleadas provenientes de otras regiones del planeta.

DESARROLLO.

Problemática de los pueblos Indígenas en América Latina.

En la actualidad, tenemos alrededor de 40 millones de indígenas en el continente americano, pertenecientes a numerosas etnias o pueblos que en el interior de los Estados nacionales conservan sus propias formas de organización social, económica y política y sus propias identidades.

Las características demográficas varían de país a país, así como la proporción

que estos pueblos guardan respecto a la población nacional total, habiendo casos en que constituyen la mayoría de la población, como en algunos países

andinos o en Guatemala, y otros en que a pesar de ser una minoría de la población, como en Brasil y México, mantienen un importante significado

histórico, ideológico y político.

Los pueblos indios forman parte de los sectores más depauperados, explotados y discriminados de América Latina. La historia de la conformación de Estados nacionales en esta región ha significado la permanente subordinación de los indios a los regímenes políticos y a las estructuras socioeconómicas que impusieron los grupos dominantes latinoamericanos.

Los pueblos indios ocupan, en la mayoría de los casos, los territorios que el antropólogo mexicano Aguirre Beltrán denominó "regiones de refugio", esto es, territorios áridos, montañosos, inaccesibles o de poca productividad agrícola y con graves problemas de comunicación y de servicios, a los que fueron desplazados por los procesos de dominación colonial y nacional.

También, cuando ocupan territorios ricos en productos naturales o recursos estratégicos, se da una incesante agresión para despojarlos de esas tierras, llegando incluso a su eliminación física, como el caso de los ataques a los pueblos amazónicos. Asimismo, los pueblos indios están siendo objeto de violaciones a sus derechos sobre la propiedad intelectual de sus conocimientos ancestrales a través de la bioprospección ilegal de su diversidad biológica y de distintas formas de biopiratería.

Después de la etapa de la sujeción colonial, que significó un verdadero cataclismo para las sociedades existentes, los indígenas sufrieron las políticas liberales decimonónicas de los Estados nacionales latinoamericanos que proclamaban la igualdad formal ante la ley y que rompían con las estructuras comunitarias y con la posesión ancestral de tierras y territorios que habían logrado conservar del régimen colonial.

En muchos países, los Estados nacionales aplicaron políticas que tendencialmente variaban entre el aislacionismo o integracionismo racial y cultural, por un lado, y el diferencialismo segregacionista que separaba a los grupos de las instituciones y las conquistas de las sociedades nacionales. Las dos políticas, el integracionismo y el diferencialismo, mantenían un mismo fundamento racista encaminado a romper con las identidades étnicas a favor de las nacionales en un proceso que los antropólogos denominan etnocidio, esto es, la desaparición de las características culturales de centenares de pueblos que alguna vez formaron parte de las extraordinarias culturas

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