EL MODERNISMO: EL PENSAMIENTO POR Y PARA EL HOMBRE

EL MODERNISMO: EL PENSAMIENTO POR Y PARA EL HOMBRE

La historia de la humanidad ha estado marcada por grandes momentos de cambio filosófico, político y social que han influenciado la manera en que el ser humano ve el mundo y entiende sus relaciones con sus semejantes. De estos momentos hay uno que, podría considerarse, llegó para moldear nuestro mundo actual: el inicio de la modernidad.

La modernidad puede entenderse como el momento histórico a finales de la Edad Media y en el comienzo del Renacimiento en el que se empezó a buscar la razón como pilar fundamental en todos los procesos que rigen la sociedad y el individuo; como el momento en el que hubo una ruptura de la imagen tradicionalmente religiosa que se tenía del mundo, del hombre y de la naturaleza para pasar a tener una concepción mucho más técnica y científica; como “ese proceso de racionalización histórica que se da en Occidente, que conjuga y consuma el desencantamiento del mundo instituido por las imágenes religiosas, míticas y sagradas”1.

Ese poderío que llegó a tener la religión sobre todos los aspectos de la vida humana se evidenciaba en el poder que la Iglesia tenía sobre el proletariado. A través de la orden del santo oficio conocida como la Inquisición, sometían a las masas a castigos físicos y a torturas continuas buscando el cumplimiento de las normas impuestas por el catolicismo, aboliendo las costumbres judías o cualquier acto ateísta contra Dios.

Para aquellos tiempos la mayoría de las potencias europeas tales como España, Italia y Francia se encontraban subyugadas tanto por el dominio del Estado (La Corona) como por la Iglesia, haciendo una estatalización de la represión religiosa como parte de las leyes propias de cada nación. Por ejemplo, en España “la esencia de la actividad inquisitorial reside en la represión de los disidentes”2 quienes sin importar cuán devotos hayan sido a sus creencias, cualquier actividad que reflejara algún tipo de inconformismo o rebeldía contra su cultura seria “incriminado ante el pueblo español y castigado por los altos miembros del Santo Oficio Inquisitorial”3. Una fuerte muestra de esta práctica antigua, es expuesta en el filme de Milos Forman, “Los Fantasmas de Goya”, obra cinematográfica que relata la historia “del hermano Lorenzo, un enigmático y astuto miembro de la Inquisición, quien se involucra con la joven musa del artista Francisco Goya, Inés, cuando es injustamente acusada de herejía y enviada a prisión”4. Claramente el director trata de demostrar la dura vida de una persona sometida a una sociedad conflictiva e injusta haciendo énfasis en el sufrimiento de la pobre joven Inés pues “a pesar de sus declaraciones y su arrepentimiento fue torturada a lo largo de 15 años”5, terminando en libertad con “un trauma físico y psicológico que señala los terribles alcances de la iglesia católica”.

Ahora bien, haciendo un análisis en lo establecido anteriormente, notamos que las creencias religiosas eran una simple y absurda excusa de los miembros de la Iglesia Inquisitoria para establecer sus propios derechos y controlar al pueblo que eran los benefactores del reino europeo. Por ejemplo, considerando la forma en que actuaba la Inquisición, se observa, que existía un claro fenómeno de intolerancia religiosa para cualquier ciudadano hereje de esa época, es decir, se contemplaba más la opresión y el miedo que las enseñanzas eclesiásticas que lo otorgaban libertad al hombre y lo ayudaban a alcanzar su divino destino, conocido como Dios. Por supuesto, no podemos negar la devoción de los miembros de la Iglesia a las escrituras sagradas, desde la época del medio evo hasta principios de la modernidad, sin embargo es claro que a medida que obtenían más poder su juicio se corrompía hasta el punto de dejar de eximir pecados y castigar por ellos.

Sin embargo, ese poderío no duró para siempre y debido a esa racionalización generada con el pensamiento moderno, empezó a hablarse de progreso, de desarrollo y las ideas provenientes de grupos y prácticas tradicionales empezaron a tenerse por “atrasadas”. Se vivió un gran vuelco a nivel social, político, cultural ya que la ciencia empezó a darle explicación a gran cantidad de fenómenos que durante mucho tiempo sólo tuvieron explicación teológica o mítica, la religión perdió terreno como forma de poder absoluto, las manifestaciones artísticas se mostraron menos cohibidas a enseñar el cuerpo humano y el hombre tuvo por primera vez la conciencia del control que ejercía sobre la naturaleza en la que vivía y que podía moldear para su beneficio.

Todos estos cambios allanaron el camino para que el desarrollo científico alcanzara un auge que le convirtiera en el mayor legado que dejara el pensamiento modernista. Sin duda alguna este legado ha

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