ESCASEZ DE AGUA

El acceso al agua potable y a los servicios sanitarios básicos sigue siendo escaso en la Argentina a pesar de que se consumen entre 450 y 500 litros diarios de agua por habitante, muy superiores a los 150 litros por día considerados como ideales por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El 28,6% de la población no dispone de redes cloacales o acceso al agua corriente, según los datos que aporta la Organización Panamericana de la Salud (OPS), lo que significa que casi 3 de cada 10 argentinos no cuenta con agua en condiciones higiénicas adecuadas para el consumo diario. Las estadísticas indican que el 80% de los niños que estuvieron en contacto con aguas contaminadas o en hogares sin cloacas se infectaron con algún tipo de virus hídrico. Pero lo que domina es, básicamente, el mal uso del agua, la falta de campañas educativas y el deficiente mantenimiento de las cañerías, que favorece el derroche por goteras o canillas mal cerradas.

Gran parte de la población argentina que vive fuera de las grandes ciudades o en los sectores de mayor pobreza consume agua de pozo. En muchos casos las capas subterráneas son de mala calidad, poseen deficiencia de minerales o están contaminadas con arsénico, flúor e incluso petróleo, lo que acarrea problemas de salud. En varias provincias el agua de las napas también tiene componentes -como los nitratos- que deben ser tratados antes del consumo.

Una de las zonas más densamente pobladas del país es la de la cuenca Riachuelo-Matanza, en la provincia de Buenos Aires, y se trata también del sector más contaminado por residuos industriales, agroquímicos y orgánicos provenientes de las cloacas. En sus más de 2.200 km² viven 3 millones de personas, de las cuales el 55% no tiene servicio cloacal, por lo que los restantes utilizan pozos ciegos o cámaras sépticas. Además, el 35% no tiene acceso al agua potable. A pesar de ello, si consideramos en conjunto al Litoral, a parte de Santa Fe y a la provincia de Buenos Aires el agua es abundante, mientras que en el resto del país es escasa.

En ciudades como en Capital Federal, Rosario, Mar del Plata o Córdoba, el consumo promedio es de 250 litros por habitante por día. El acceso al agua potable en un asentamiento urbano es de vital importancia, ya que este recurso puede ser un medio transmisor de distintas enfermedades. Las más frecuentes son las gastrointestinales, como el cólera aunque también son frecuentes la hepatitis y la disentería.

Del total de agua destinada al consumo mundial la agricultura utiliza la mayor parte -el 73%. Por otra parte, esta actividad malgasta el recurso ya que no se aprovecha en su totalidad. Las industrias emplean el 21% y aunque retorna generalmente a su fuente, casi siempre vuelve en forma contaminada. Únicamente el 6% se destina al uso domiciliario. En las tres últimas décadas se ha agregado la necesidad de enfrentar seriamente el deterioro

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