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Globalización Y Cambio Social


Enviado por   •  15 de Abril de 2015  •  3.802 Palabras (16 Páginas)  •  226 Visitas

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LA GLOBALIZACIÓN Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

Y LA GEOPOLITICA DE LOS RECURSOS NATURALES

Globalización y dictadura económica

Desde hace varios años America y otras partes del mundo, está habiendo una reacción por parte de la población contra la locura instaurada en el planeta desde la ocurrencia de la implantación del Nuevo Orden Mundial por parte de Margaret Thatcher, Ronald Reagan y George Bush. Estos personajes sentaron las bases para que la economía mundial estuviese en manos de las grandes corporaciones multinacionales y los mercados financieros.

Desde el momento que se globaliza la economía sin globalizar el control sobre la misma, el sistema económico pasa a controlar los Estados y los Gobiernos. Los Estados capitalistas neoliberales han acabado con el Estado, no se nos podrá achacar esa heroicidad a los anarquistas que siempre hemos defendido que tendríamos que ir a una sociedad sin Estado. La diferencia es que los anarquistas queríamos o queremos una sociedad sin Estado pero sin capitalismo, sin nadie que discrimine a nadie, que explote a nadie o que maltrate a ningún ser humano.

La sociedad sin Estado del capitalismo es una sociedad en la que las empresas y los capitales imponen sus intereses y sus deseos a los seres humanos, sin nadie que controle sus apetencias depredadoras y les impida trasladarse de una zona del mundo a otra cuando las exigencias de los trabajadores sean demasiado duras para ellos o, simplemente, cuando ven mayores beneficios en otra zona.

La diferencia es tan grande como el vivir en una dictadura donde la población no es tenida en cuenta o en una democracia directa donde la población, toda la población, es quien toma las decisiones sobre aquello que les afecta directa o indirectamente.

Pues bien, gracias a esos personajes, nombrados con anterioridad, nos encontramos en la situación actual, la dictadura de los mercados financieros, de los mercados económicos, nos está imponiendo a todos los seres humanos, a todos los Estados, a todos los Gobiernos, a todos los países, a todas las regiones, sus deseos que no son otros que desregularizarlo todo, menos la represión, para poder hacer los negocios a su antojo y aumentar sus beneficios aunque la situación sea de crisis para la población de zonas concretas del planeta. Simplemente se trata de tener la sartén por el mango y repartir la miseria, que nos quieran dejar, entre todos los trabajadores del mundo, no quieren repartir la riqueza suya, quieren repartir la miseria y que entre los miserables nos peleemos para que ellos puedan vivir en paz.

No puede ser que no nos demos cuenta que detrás del desmantelamiento de las grandes multinacionales en las zonas de Europa occidental y del Sur y su traslado a Europa Oriental, Rusia, Asia, América o el Norte de África está todo lo anterior.

Ellos se han dado cuenta de que no podían seguir explotando los recursos naturales de los países, hasta hace unos años, llamados del tercer mundo porque el estallido social o terrorista podría salpicarles, han llegado a la conclusión que sin reducir sus beneficios tienen que contentar a esos países, a esas zonas del mundo, todo eso sería plausible, pero lo hacen sin repartir los beneficios de las empresas de los grandes accionistas, lo hacen de la forma que siempre han sabido a costa de los desposeídos de los que vivimos de nuestro trabajo, de la mayoría de la población.

Recordemos que las guerras mundiales también las sufrió y las tuvo que mantener el conjunto de la población trabajadora, los sin recursos, los que siempre han estado a las órdenes de los que mandan, de los poderosos, de los capitalistas, de los accionistas empresariales, de los especuladores, de los corruptos, de los mafiosos. Ahora hacen lo mismo sin la necesidad de una guerra visual y real, ahora lanzan una guerra oculta, una guerra psicológica, una guerra parcial pero global, una guerra contra las personas, contra su dignidad, contra su integridad, contra su humanidad; esta es la peor guerra que se puede plantear ya que ataca la mente, ataca al ser humano sin dejar huellas visibles, es una guerra que conduce al suicidio, a la muerte por inanición, a la muerte por desatención, a la muerte oculta y sin voceros. Tengamos en cuenta que si hubiera una guerra tradicional, los medios de comunicación, por más que sean sus voceros, sacarían las matanzas y sensibilizarían a la población ante las matanzas, si se hace de esta forma estamos viendo morir a los nuestros, a nuestra alrededor, y no somos capaces de indignarnos colectivamente, más que en reducidos grupos que protestamos y no somos tenidos en cuenta porque cada uno vamos a nuestro aire y por nuestros intereses directos.

Los intereses directos nuestros deben ser intereses colectivos, tenemos que estar pendientes de ser solidarios con los demás aunque creamos que el problema no nos afecte a nosotros.

Cualquier problema que afecta a un trabajador, siempre que sea provocado por una injusticia, aunque esté enmarcado en la legalidad del sistema, es un problema de todos los trabajadores, pensar de otra forma nos llevará a la destrucción de las redes de solidaridad necesarias entre los que estamos abajo en la pirámide del poder. Debemos dejar claro que los de abajo somos la mayoría y estamos sustentando a la minoría que tienen el poder y hay que demostrarles que todos los de abajo estamos unidos y, como siga la opresión, los de abajo iremos a por los de arriba, pero eso solo lo podremos hacer si nos solidarizamos unos con otros.

La conclusión de todo esto es que hay que regenerar la democracia para conseguir acabar con la corrupción y la crisis.

Globalización es una de las palabras que más se escuchan y se utilizan cotidianamente. Se trata de un término de carácter complejo, multifacético y polémico. Qué es la globalización y qué hay de nuevo en ella es objeto de un intenso debate. Pero podemos afirmar que cuando se habla de globalización, se hace referencia a un proceso de carácter fundamentalmente económico, no se encuentra limitado únicamente a esto último. Pone en juego también dimensiones de carácter político, social y cultural. Es un producto de la civilización occidental, pero no se trata en absoluto de un proceso homogéneo.

Las sociedades se abren a la circulación de activos financieros, a la importación y exportación de bienes materiales, pero también simbólicos, los cuales, al encontrarse inmersos dentro de esta trasnacionalización, se transforman en emblemas de un imaginario supranacional. Culturas que un siglo atrás eran ajenas a la existencia cotidiana han pasado a ser parte de nuestro horizonte diario, a lo cual ha contribuido

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