LA CULTURA INSTITUCIONAL

LA CULTURA INSTITUCIONAL

UNA CONSTRUCCIÓN COTIDIANA PARA

LA ORGANIZACIÓN ESCOLAR

Hoy quiero abordar un tema, que esta dirigido a los profesores en servicio, a aquellos que se esfuerzan por aportar su granito de arena a la educación en sus comunidades, a transformar la consciencia de sus alumnos, a innovar, a quienes luchan a diario contra la necedad y la negligencia de otros compañeros, a quienes se enfrentan a la necesidad de modificar el currículo establecido y a aquellos cuyo grito de impotencia solo se escucha dentro de si mismos. Es decir, que nadie nos hace caso cuando hacemos propuestas de trabajo en nuestras escuelas. No creemos en nosotros mismos porque no conocemos el trabajo en colectivo y sus bondades. Cuando en nuestras escuelas o centros de trabajo impera la cultura del individualismo, en donde cada quien orienta su quehacer educativo desde una visión reduccionista y con pobres resultados (como si eso fuera importante para las autoridades).

Cuando organizamos una actividad en nuestras escuelas es muy común escuchar en boca de nosotros mismos decir: “en la escuela ‘x’ lo hacen de este modo” o “en la escuela ‘y’ lo hacen de este otro modo”. Lo decimos con desgano para abreviar la reunión o no tenemos la capacidad para proponer algo por nosotros mismos. Generalmente es por lo segundo. Es decir, en nuestras escuelas, la vida institucional, pedagógica, etc., se orienta por imitación ecléctica más que por el fundamento de una cultura institucional.

A este punto quiero llegar. Todas las escuelas son diferentes unas de otras por muchas razones; por el tipo de alumnos que asisten a ella, por el contexto social donde se insertan, por los sujetos que enseñan, por la tradición pedagógica de sus profesores, etc., pero también por la construcción de una cultura propia en la forma de organizar pedagógicamente la enseñanza, la institución y las relaciones laborales y sociales.

Preguntémonos si lo que hacemos en nuestras escuelas es lo correcto o si estamos en vías de perfeccionarlo. Por otro lado conviene preguntarse cuánto nos hace falta por hacer y cómo seria la mejor forma. Cualquiera que sea la respuesta, cuanto haga falta por hacer en las escuelas debe surgir de un trabajo colectivo que privilegie la construcción de una verdadera cultura institucional.

Aclaro, que la categoría “cultura institucional” es una construcción propia, con un significado propio, producto de mi experiencia pedagógica en diferentes niveles educativos, aunque su acepción sea más amplia y responda a otros enfoques teóricos y se refiera a otros ámbitos institucionales. Porque bien podría decir: la cultura pedagógica o la cultura organizacional, pero no, trato de interpretar la dinámica escolar en términos holísticos, desde las múltiples interacciones ocurridas en las mismas en su totalidad, en su conjunto, en su complejidad, de tal manera que los eventos sucedidos puedan apreciarse partiendo del todo para llegar a sus particularidades. El holismo enfatiza la importancia del todo, que es más grande que la suma de las partes, y da importancia a la interdependencia de éstas. Por eso y siguiendo a Smuts sintetizo: “si se configura el todo con sus partes pero se observa la totalidad, se producen realidades y efectos diferentes a los producidos por las partes” (Jan Christian Smuts 1926), Por tal motivo quiero ser interpretado desde mi propia visión.

Primero definiré el concepto de cultura como el conjunto de ideologías compartidas; en tanto que el clima se establece en función de las percepciones de los sujetos sobre el conjunto de los miembros de la organización. (Bolívar 1993), acudiendo a la antropología, caracteriza la cultura como un conjunto de normas y reglas que configuran un modo de vida propio; o, más etnográficamente, un conjunto de ordenamientos,

patrones y símbolos, internamente relacionados, que dan coherencia a un grupo, institución o sociedad.

Primera relación con la realidad. Nuestra institución (llámese escuela, organización, grupo “x” o “y”) debe estar orientada por normas o reglas que configuren un modo de actuación homogéneo, con una percepción global de su organización, de sus logros, de sus retrocesos, de sus limitaciones, etc.

Y segunda. Si la visión institucional es de conjunto entonces las expectativas de logro se dirigen hacia el cambio, a la transformación. En conclusión; lo primero es la apropiación y generalización de una cultura.

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