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La Real Y Verdadera Historia De La Porra Y La Mascota Del IPN.


Enviado por   •  25 de Enero de 2012  •  494 Palabras (2 Páginas)  •  7.904 Visitas

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Los antecedentes de nuestra porra los situamos por allá de 1936, con el estudiante de la ESCA Aníbal Gallegos, quien escribió unas rimas para apoyar al incipiente Politécnico.

Esas rimas fueron sustituidas por el “¡Huélum!”. Éste se inició por 1937 y fue un jugador del equipo de futbol americano, el famoso Víctor Chambón el que la inventó, a petición expresa de la primera porra institucional, sabedores de que a Chambón le gustaba hacer canciones alusivas del Poli, mismas que se cantaban y hasta la fecha se siguen cantando.

De hecho el “¡Huélum!” tiene su origen en el grito de “¡Huelga!” que coreaban los estudiantes cuando querían “matar” clases; luego, así como los Pumas tenían su cine Goya, los del Poli tenían su cine Gloria, y como el grito había sido solicitado por la porra del IPN, justo era mencionar “A la Cachi-Cachi Porra, Porra” cuya rima ideal vino a ser: “¡Pim Pom Porra!” rematando con un “¡Gloria!”.

En esos ayeres se acostumbraba ir al estadio y apoyar al equipo, pero lo que realmente nos incitaba a no faltar eran las muchachas, ya que las madrinas que tuvo el Politécnico eran como para llenar estadios, por ejemplo:

Ana Bertha Lepe, ¡Kity de Hoyos!, ¡Elsa Aguirre!, ¡Evangelina Elizondo¡ y hasta la célebre Angélica María, como quien dice: “¡Gloria!”, acompañadas por los feos pero eficientes porristas.

Ahora, ¿por qué la mascota del Poli es una burra blanca?

Existen varias versiones, pero son tres las más populares. La primera refiere que una vez, en un partido en el Casco de Santo Tomás, los del Poli se dieron cuenta de que no tenían mascota, así es que entre los estudiantes y los jugadores acordaron que el primer animal que se atravesara por ahí, sería la mascota.

Tal vez, pensaron en un águila que había muchas, o en algún caballo rampante de los generales que iban a pasear a cada rato; o un gato perdido o hasta un perro feroz, pero resulta que lo primero que se atravesó fue una burra blanca.

Fue tan graciosa la escena que decidieron respetar su acuerdo y quedarse con la burra como mascota.

La segunda versión refiere que, la verdad, la burrita se paseaba feliz por los pastizales de Ticomán y Zacatenco y que, una vez cerrado el Instituto, el animal se quedó adentro de él, cosa que hizo gracia a los estudiantes quienes la adoptaron primero como mascota personal y después como la mascota de todo el Poli.

La última historia nos dice que había unos arrieros, cuya ruta cotidiana pasaba justo enfrente de Santo Tomás y que un día se vieron obligados a dejar encargado a su semoviente, el que, de buenas a primeras, apareció en los campos de futbol y que era tan inquieta, necia y valiente, que decidieron adoptarla como mascota del equipo.

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