La Verdadera Reforma Empieza A Los Tres años

LA VERDADERA REFORMA EMPIEZA A LOS TRES AÑOS

Francesco Tonucci

Todos pensamos tener una idea clara y convincente de lo que es una buena escuela. Para crear un buen sistema se analizan propuestas, se toma en cuenta nuestros objetivos, logros, metas que queremos cumplir para el bien de la sociedad.

Pero nos hemos preguntado, ¿en realidad esto que hago beneficia a los niños? Esto lo podemos descubrir en la preocupación que la sociedad demuestra por los más pequeños, el amor con que actúa para solucionar los rezagos educativos, como lo expresa Francesco Tonucci.

Es bueno que exista esa preocupación por mejorar el futuro de los pequeños, pero también esa preocupación debe estar en torno a cómo actuamos y cómo ejecutamos las soluciones.

Primeramente tenemos que dejar en claro a los padres de familia que la escuela no sustituye su papel como padres. La escuela va más allá del sentido maternal, es además formativa, ayuda a los niños a desarrollar sus habilidades y capacidades.

Pero entonces si esto es la escuela ¿por qué siguen existiendo ideas erróneas acerca de su verdadera función?

Pienso que primero debemos aprender a considerar a los niños como personas, capaces de desarrollar su potencial de una manera extraordinaria. Ellos entran a la escuela con conocimientos, esperando que nosotros como docentes les brindemos experiencias, que les permitamos experimentar, conocer parte del mundo.

Pero por qué enfocarnos en sistematizar todos los conocimientos, podemos dar un giro a la escuela aprovechando la curiosidad de los pequeños y su interés por descubrir cosas nuevas por ellos mismos.

Ellos no quieren que los preparemos para la siguiente etapa, quieren que los preparemos para la etapa actual, la etapa que están viviendo en el momento, si esto sucede podremos lograr que adquieran capacidades para sus etapas futuras.

Se trata de formarlos para la vida, no para las situaciones cuadradas que les presentan los maestros de los siguientes niveles educativos.

Tal vez como docentes nos resulta muy complicado brindarle experiencias al niño en las cuales obtengan aprendizajes significativos, considero que deberíamos empezar por nosotros mismos, viviendo también cada aprendizaje, tener esa capacidad de asombro, para que junto con ellos le demos otro enfoque a la escuela.

La escuela: un espacio para descubrir el mundo y a nosotros mismos expresar lo que sentimos, para adquirir habilidades y desenvolvernos en cada ámbito social sin temor, todo esto y más en compañía de personas que se vuelven como parte de la familia: los compañeros y maestros. Aquí es donde la escuela adquiere su sentido maternal y a la vez formativo.

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