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PROBLEMAS ACTUALES DE LA EDUACION EN COLOMBIA


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2012  •  8.250 Palabras (33 Páginas)  •  925 Visitas

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PROBLEMAS ACTUALES DE LA EDUCACIÓN EN COLOMBIA

La educación en Colombia esta ligada a una política de desarrollo cuyo énfasis radica en la cobertura, la calidad y la eficiencia. Por alguna razón existe una contraposición entre estos tres pilares, pues al aumentar uno, disminuyen los otros.

La educación por definición es un factor primordial, estratégico, prioritario y condición esencial para el desarrollo social y económico de cualquier conglomerado humano. Asimismo es un derecho universal, un deber del estado y de la sociedad, y un instrumento esencial en la construcción de sociedades autónomas, justas y democráticas.

Desde este punto de vista podemos decir entonces que la educación es el único medio por el cual una nación aumenta sus posibilidades de éxito, “De su cobertura y calidad dependen las posibilidades que tiene un país de competir en el concierto de las otras naciones”.

Aunque estas definiciones y planteamientos son claros y no se esconden a una realidad (son de conocimiento general) podríamos concordar con lo preceptuado en el plan sectorial del Ministerio de Educación, A pesar de los esfuerzos realizados Colombia esta lejos de abarcar a la totalidad de los niños y jóvenes con una educación básica de calidad. Y es que según los mismos esquemas estadísticos que maneja el gobierno nacional los indicadores de cobertura, eficiencia y calidad de nuestro sistema educativo señalan que los avances han sido lentos e insuficientes.

Gracias a ciertos análisis estadísticos conocemos el resultado de una serie de problemas que atraviesa la educación en Colombia, como son:

• Casi 2.5 millones de niños y adolescentes están por fuera del sistema escolar.

• El 18% de los niños de primaria abandonan la escuela.

• El 30% de los niños del campo desertan.

• De cada 100 matriculados en primer grado, sólo 33 terminan la secundaria.

• Sólo el 17 por ciento de los jóvenes en edad de estudiar entra en la educación superior.

• Sólo el 9% de los matriculados proviene de los estratos uno y dos, mientras que el 52% de los universitarios pertenece a una familia de estrato cinco.

• El promedio de años de educación de la población mayor de 15 años en Colombia (7.7) es igual al que tenían los países desarrollados en 1970.

La educación es un derecho que tiene toda persona y una obligación del Estado según nuestra Carta Política, en donde éste debe fomentar las condiciones necesarias para el desarrollo de nuestro derecho.

Sin embargo, el Estado colombiano ha entendido su obligación ante la educación como el simple hecho de dar cobertura a toda la población nacional en los niveles básico y medio, sin importar la calidad como un elemento esencial de todo proceso educativo; además existe una gran carencia de fomento por parte del estado hacia la educación superior, por lo que sólo un grupo minoritario de la población puede acceder a la universidad.

Es asi como lo principal es demostrar las falencias de la educación en Colombia analizando dentro de la educación pública: 1. Las fallas que poseen los planes curriculares de los colegios; 2. Los bajos niveles de exigencia, el fomento de la mediocridad y la falta de presupuesto e inversión del estado; 3. La utilización de instituciones educativas privadas como simples negocios sin responsabilidad ética; y 4. Los problemas de la educación superior, haciendo énfasis en el reducido sector público.

Las fallas curriculares de la educación Básica y media en Colombia

Las estructuras curriculares de la mayoría de las instituciones educativas poseen 2 grandes falencias que se evidencian en los problemas actuales de la sociedad, y en la inutilidad del título de bachiller: (1) la falta de un programa que genere un ser íntegro a nivel ético y crítico, y (2) la falta de materias que enseñen oficios técnicos.

El primer problema se presenta principalmente en los colegios públicos, aunque puede trascender a los colegios privados, que no le dan importancia a la formación espiritual del ser humano. Si bien este problema no sólo depende de la escuela, ya que la familia es el principal formador ético y crítico del menor, es necesario ver que ante la imposibilidad de muchos padres para ofrecer esto, corresponde a la escuela llenar ese vacío familiar.

El problema ético de la educación es bastante grave puesto que al estudiante no se le ha dado una formación con base en valores como el respeto, la igualdad, la tolerancia y la solidaridad, lo que genera la incapacidad del estudiante para enfrentar de manera correcta a los diferentes tipos de problemas que posee la vida del ser humano, como un ser social. Esto va llevar a violar al estudiante o egresado, los derechos de los demás innecesariamente para hacer valer su posición o sus necesidades. Esta carencia lleva concretamente a la violencia, el vandalismo y la delincuencia, puesto que el estudiante no entiende que existen medios alternos para la solución de los problemas, lo que aumenta uno de los grandes problemas de la nación, como por ejemplo la tolerancia que existe por parte de la población a la mafia, al paramilitarismo, a la guerrilla y la preferencia por solucionar los problemas por medio de los puños o las armas.

Para solucionar este problema es necesario la creación de una asignatura donde se busque la generación de un ser íntegro “espiritualmente”, que pueda desarrollarse dentro de la sociedad correctamente, enfrentando sus obstáculos luego de analizar que gana y que pierde si realiza cierto acto. Hay asignaturas de ética y valores en algunos colegios pero la intensidad horaria, y el enfoque mal dado no permite que estos sean eficaces.

El segundo problema es más general, ya que lo van a poseer la mayoría las personas que no puedan ingresar a la educación superior, puesto que encontrarán muchas dificultades para conseguir un trabajo ya que en Colombia un título de bachiller no sirve para nada si se trata de buscar empleo.

Al existir una oferta muy reducida y costosa por parte de la educación superior en Colombia, muchos egresados se ven obligados a buscar trabajo, pero al enfrentarse a la realidad, se dan cuenta que lo que necesitan los empleadores son personas que manejen un oficio técnico y que tengan experiencia laboral, cosas que no dan la escuela, por lo que se hace necesario la tecnificación de la instituciones educativas.

Dado a lo anterior y con base en los gustos del estudiante y las necesidades de la región donde habitan, se recomienda en ofrecer una formación técnica la cual le permita al egresado conseguir trabajo más rápidamente o auto emplearse, permitiéndole administrar su pequeño negocio y hacerlo productivo. Por ejemplo, si un joven vive en el campo y le gusta el agro, se le debe enseñar cómo trabajar técnicamente el campo, para que se emplee de manera más fácil o, en caso que no quiera esto o que la oferta no se lo permita, pueda trabajar en su propio cultivo tecnificándolo para que sea más productivo y genere una mayor ganancia.

Obviamente el gobierno debe buscar o generar un mercado para esos productos, ya que si la productividad aumenta y no hay donde vender los productos posiblemente el desempleo y la miseria continuarán, pero si el estado genera el mercado, este tipo de educación le va a permitir a el egresado obtener una mejor remuneración por su trabajo ya que es una mano de obra calificada. Si el egresado cree que “el sueño americano” es la solución a sus problemas, al inmigrar recibirá una mejor remuneración por su trabajo, puesto que en muchos países del norte global la mano de obra calificada es muy escasa, ya que los inmigrantes generalmente carecen de estos conocimientos y sus nacionales son profesionales en otros campos.

El problema de la educación, a nivel crítico y analítico, se evidencia en que los estudiantes o egresados no son capaces de analizar la información emitida por las otras personas y los medios de comunicación, situación que genera un empobrecimiento del debate político y democrático, y se traduce en un aumento y permisión de la corrupción, de los delitos menores y las grandes problemáticas del país. Esto se observa en la situación política del país, en la incapacidad de escoger lo que es conveniente a futuro, en la ceguera de la realidad.

Obviamente las áreas básicas del conocimiento como las ciencias, matemáticas y lenguajes deben ser el principal objeto de la educación primaria y secundaria, pero también es necesario que el estudiante tenga herramientas para enfrentar la realidad nacional, algo que muchas veces el colegio no ofrece.

También es necesario que el Estado realice estas reformas y fomente este tipo de educación, porque desde que se siga viendo la educación como un elemento de segundo nivel y no se le dé la suficiente importancia económica, seguirán saliendo bachilleres y aumentando las cifras de desempleo y de violencia.

La calidad de la educación

La calidad en la educación es el problema más importante en Colombia, y es el gran punto de quiebre entre la escuela pública y la privada, puesto que aunque la educación ofrecida por el estado es gratuita, en la gran mayoría de las instituciones no se le ofrece una educación idónea al estudiante.

Existen algunos colegios oficiales buenos, pero generalmente para poder ingresar se necesitan “palancas” ya que los cupos son muy pedidos, y generalmente no cubren la demanda. Entonces, los padres se ven obligados a buscar un colegio privado para sus hijos en busca de calidad, pero muy pocos lo logran, debido a que la mayor parte de la población no puede acceder a estas instituciones por sus altos costos. Aunque en el mercado de lo privado se pueden conseguir colegios desde 70.000 pesos, y hay colegios parroquiales que ofrecen una formación íntegra en valores a bajos costos (en comparación con otros colegios privados), para una familia que sobrevive con un salario mínimo y que al mes es imposible invertir esos 70.000 pesos, puesto que existen otras necesidades como la alimentación, el transporte, los servicios públicos, etc. Sin estos gastos el ser humano no puede vivir o trabajar, por lo que el joven sólo puede acceder a lo que el Estado ofrece.

Al ingresar a la escuela pública el estudiante no va a recibir una educación de calidad, por lo que al presentar el examen de estado ICFES obtendrá un mal puesto que no le permitirá acceder a la universidad pública, y al graduarse no encontrará en qué ocuparse.

El problema de calidad en la educación pública tiene dos causas: el fomento de la mediocridad por parte del estado y la falta de apoyo al docente.

El estado, en su afán de dar cobertura y gastar poco dinero en educación, creó el infame decreto 230 de 2002, que trajo como consecuencia que los docentes y el consejo académico de las instituciones educativas no pudieran rajar más del 5% de los estudiantes (art. 9), por lo que si en un curso de 30 personas había un muchacho que perdía 12 materias, otro 11 y un último 10, sólo podía perder el de 12 asignaturas. Esto trajo como consecuencia que muchos jóvenes pasaran todo su colegio sin perder el año, no gracias a sus conocimientos sino a que siempre hubo alguien peor que ellos.

Cuando un estudiante de este tipo sale del colegio, no puede hacer nada porque su ICFES es muy malo, y esto no le permite ingresar a la educación superior, o la militar en algunos casos. Este pésimo resultado en el examen se da porque el estudiante no puede leer bien, no sabe álgebra, trigonometría y cálculo, no aprendió sobre ciencias y, aunque el colegio le quiso exigir, la ley no lo permitió. Aunque esta norma quedo obsoleta por el decreto 1290 de 2009, generaciones completas quedaron marcadas por sus nefastos efectos. Esto se ejemplifica en que los docentes y el estado prevén que la “mortandad” de los estudiantes con respecto a su año electivo aumentará considerablemente en los próximos años, ya que el estudiante no tenía necesidad de esforzarse antes del 2010 para aprobar el año, y viene acostumbrado a un ritmo de mediocridad.

Otro problema es la falta de apoyo del estado hacía el docente que, por razones de presupuesto, limitaciones burocráticas y falta de estímulos, no se esfuerza por ofrecer más allá de lo que dice el libro y obliga la ley.

En este caso prima el principio de legalidad para empleados públicos, que ha sido desarrollado muy fuertemente en la legislación educativa, afirmando que el funcionario público solo debe hacer lo que dice la ley sin extralimitarse, es el pan de cada día en la educación pública, puesto que si el docente hace un proyecto, y si hay quejas por parte del padre de familia o de un estudiante hacía éste, le generará proceso disciplinario el cual le va a marcar su hoja de vida y, en el peor de los casos, puede perder su puesto como funcionario del estado, aunque esas quejas sean injustas, producto de la ignorancia, o que si ocurrió un percance, que éste sea menor o un caso fortuito. En consecuencia el maestro por temor a un proceso disciplinario se limita solo a hacer lo que la ley dice que se haga estrictamente, y aunque el docente tenga muy buenas ideas prefiere no utilizarlas por temor a perder su puesto.

Se le debe dar una mayor autonomía al docente tanto a nivel de cátedra como a nivel investigativo, obviamente protegiendo los derechos del menor pero sin limitar en exceso al docente para poder superar el problema de la calidad, y también debe existir una mayor inversión por parte del estado para que el docente genere investigación al lado de su pupilo, y el maestro vea recompensada su labor. Es asi como la educación de calidad es un derecho de todos y no de unos pocos y que el estado no debe limitarlo en el momento de establecer sus prioridades.

La educación privada sin responsabilidad ética

Muchos de los colegios privados no ofrecen una educación de calidad simplemente porque no son instituciones constituidas con el fin de generar conocimiento hacia sus estudiantes, sino que buscan generar una alta ganancia para sus propietarios.

Por mandato constitucional los particulares pueden constituir instituciones educativas (art. 68), pero en algunos casos por la ambición de sus propietarios y la necesidad de una educación mejor que la estatal, estos colegios se convierten en instituciones de la mediocridad.

Hay colegios que cobran pensiones no muy costosas a los particulares, pero muchas veces estas escuelas contratan profesores poco preparados, no invierten en investigación y mucho menos en infraestructura, por lo que sus egresados salen mal preparados y el dueño del colegio muy enriquecido a costa de la necesidad de los demás. Generalmente estas instituciones dan una educación superior a la estatal, pero eso no significa que la educación sea la adecuada, por lo que los egresados de los denominados “colegios de garaje” van a tener muchos problemas para acceder a la educación superior y enfrentarse a ella.

Lo ideal sería que el estado regulara de manera más rigurosa estas instituciones, pero como éste ofrece una educación inferior, obviamente si regulara de manera correcta estos establecimientos, violaría la igualdad de derechos entre el estado y los establecimientos educativos privados, ya que al estado se le exigiría menos obligaciones que a la persona privada. Existen colegios privados no muy costosos que dan una formación relativamente buena a sus egresados, y aunque poseen exámenes de admisión y se necesitan generalmente contactos para entrar, esto es la muestra de que se puede dar una educación privada sin ánimo de lucro.

La educación superior y sus problemáticas

La educación superior entendida como la educación a nivel profesional, tecnológico y técnico, posee como problemas la incapacidad de cumplir la demanda por parte de las instituciones buenas, la calidad y la falta de inversión por parte del estado.

Existen muchas instituciones educativas en las grandes ciudades de Colombia, pero para las personas que viven en ciudades pequeñas y que no poseen los suficientes recursos para enviar a sus hijos a estas instituciones, generalmente sólo pueden acceder a la universidad del departamento, y en consecuencia, gran parte de la población no puede ingresar a la educación superior por falta de cupos.

En las grandes ciudades las universidades son costosas o poseen cupos limitados, por lo que las personas que buscan este servicio se ven obligadas a estudiar en institutos y fundaciones de mala calidad, y si no pueden acceder a estas deben buscar trabajo puesto que no hay mas oferta.

Para la mayoría de la población la mejor alternativa es la educación pública pero su oferta es muy baja, puesto que para una persona que gana un salario mínimo es casi imposible pagar una universidad privada o instituto técnico, por lo que es necesario por parte del estado invertir en educación pública para que la oferta aumente, creando más universidades y más sedes de las ya existentes.

En relación con la calidad, al igual que en los colegios, existen muchas “universidades de garaje” que no ofrecen una educación de calidad al estudiante, por lo que al salir de estas instituciones, éste se ve obligado a trabajar en oficios mal remunerados en comparación a otros egresados de buenas universidades en el mismo campo, si es que logra conseguir empleo. Estas instituciones generalmente son económicas en comparación a las buenas universidades, sin embargo, podrían ofrecer una educación superior si no fueran el medio de lucro de otros. Evidencia de eso es que hay instituciones privadas no tan costosas que ofrecen una educación de calidad a sus egresados.

Es asi como el Estado debe regular estas instituciones ya que no están sacando buenos egresados, y al igual que los productos alimenticios tienen un registro de calidad del INVIMA y el INCOLTEC, el conocimiento debe tener estándares de calidad.

Tanto el Estado como la Nación no han comprendido que la educación es una fuente de riqueza muy grande, y con base en una mentalidad mercantilista del siglo XVI, no se considera esto una prioridad a la hora de invertir.

Es necesario, para modernizar y sacar a Colombia de la pobreza, buscar nuevas fuentes de riquezas mas allá de la explotación del sector primario, y para esto se encuentra el capital intelectual de nuestro país como una nueva fuente de recursos, por lo que es inadmisible que ni siquiera el 1 % del PIB se invierta en educación, y esta carencia se evidencia en la productividad a nivel internacional de Colombia, la cual cayó en un 17% en los últimos 45 años. En gran parte de esa improductividad se debe al atraso de los modos y medios de producción con respecto a otros países, siendo un ejemplo de esto que en Colombia todavía es usual arar la tierra con un azadón y no con un tractor. La inversión no debe ser únicamente a nivel público y las instituciones privadas deben poder competir y adquirir recursos por parte de Estado para investigación. Si se desarrollan conocimientos se pueden vender al exterior y o utilizar internamente para fortalecer otros sectores económicos, y si hay riqueza junto a la productividad Colombia podrá salir de la pobreza.

Actualmente la educación colombiana enfrenta, entre otros, tres importantes problemas, como son:

1. El continuo aumento de demanda por educación superior pública de calidad, resultado de la expansión del nivel medio, y el consiguiente aumento del déficit de cupos en instituciones públicas (Para 934.199 inscritos en 2008 sólo había 184.568 cupos en IES públicas). Dado que la mayor parte (90%) de los aspirantes a educación superior se presenta a universidades públicas, sus escasos cupos son altamente competidos (4.5 aspirantes por cada cupo ofrecido). En la Universidad Nacional de Colombia la tasa de absorción en 2007 fue solo de 8.6% en general, de 5.6% en la sede Bogotá, y de 3.5% en algunas carreras (Medicina, algunas Ingenierías).

2. Desde 1992 (Ley 30) se ha mantenido congelado el gasto público en las IES públicas. Este gasto solo se indexa al nivel de inflación, mientras los gastos reales de las IES son mucho mayores. Este déficit continuo y creciente ha impedido la expansión de nuevos cupos y la creación de nuevas IES y sedes. También ha disminuido la participación del gasto en educación superior en relación al PIB.

3. Por tanto no sólo no ha habido expansión de matrícula en las universidades públicas tradicionales, tampoco en las pocas instituciones Técnicas (solo 10 son públicas: 5 nacionales, 2 departamentales y 3 municipales) y Tecnológicas (solo 8 son públicas).Lo que implica que no ha habido diversificación de la oferta de instituciones y programas, por lo cual los egresados del nivel medio carecen de un sistema público de formación postsecundaria que califique para el trabajo.

En relación a estas carencias la política de este gobierno se ha basado en:

1. Por medio del crédito educativo (ACCES – ICETEX) privatizar la financiación de la matrícula, mayormente en instituciones privadas, la mayoría de bajo nivel académico. Los recursos del crédito educativo, que son pagados por los estudiantes y sus familias, han sido sumados al presupuesto nacional de educación superior.

2. Con el propósito de mostrar mayor tasa de cobertura en el nivel superior, de manera arbitraria se han sumado las matrículas de estudiantes en el SENA, la que no es una IES ni está sometida a las normas y controles de la educación superior.

3. En lugar de fortalecer y expandir la oferta pública de formación técnica y tecnológica de calidad en diversas regiones del país, se opta por dos estrategias:

3.1. Crear programas de capacitación laboral en los llamados CERES (Centros Regionales de Educación Superior), en los que sí ha habido aumento del gasto público. A estos CERES se les quiere otorgar el estatus académico de educación superior, igual a lo que sucede con el SENA, y así aumentar la cobertura en este nivel.

3.2. En lugar de mejorar la calidad de la educación en el nivel medio y ofrecer un sistema postsecundario público de formación técnica y tecnológica de calidad, se opta por articular el nivel medio a programas de capacitación laboral del SENA y a programas postsecundarios, mayormente en instituciones privadas. Para este fin se ofrece el crédito educativo ACCES.

Esta política educativa tiene las siguientes implicaciones:

1. Es claramente clasista y genera mayor desigualdad social de oportunidades educativas. Quien pueda pagar educación privada o endeudarse con crédito educativo tiene asegurado cupo en alguna institución. Los demás deben someterse a la alta selectividad en las pocas IES y cupos públicos y/o buscar oportunidades de capacitación laboral en el SENA. A los estudiantes de estratos bajos se les ofrece capacitación en el SENA mientras los otros se orientan a estudios de nivel superior. Por otra parte, la nueva expansión de la oferta pública no es en instituciones y programas de calidad sino en modalidades de capacitación laboral (CERES), las que siendo importantes y necesarias no pueden ser consideradas como educación superior.

2. Las IES públicas de calidad (universidades e institutos técnicos y tecnológicos) han sido desfinanciadas, sometidas a ‘hacer más con lo mismo’ y a auto-financiarse, lo cual no sólo impide y limita el acceso de sectores populares a la educación superior de calidad, también reduce significativamente el aporte de la universidad al conocimiento social, científico y tecnológico, contradiciendo así las metas propuestas por este mismo gobierno en ‘Visión Colombia 2019’.

3. Este modelo de educación clasista refuerza la concentración del poder intelectual (producción y dominación simbólica) en las elites y clases con solvencia económica, mientras selecciona y asigna a los sectores de bajos ingresos a posiciones y ocupaciones subordinadas y de mínima exigencia intelectual.

Siete retos de la educación colombiana

De los muchísimos retos que existe en la educación colombiana y a otros muchos que han surgido en estos años, ya casi doce, el filósofo y teólogo Carlos Eduardo Vasco U. encontró los sietes principales retos de la educación colombiana, los cuales son:

1. Ambientar la educación en la cultura política y económica colombiana como la inversión pública más rentable. La inversión masiva en la educación sigue estando ausente en los programas de los candidatos presidenciales y parlamentarios, de los documentos de Planeación Nacional; los CONPES de educación son apenas esquemáticos y el proyecto “Visión Colombia 2019” es muy decepcionante, pues no se compromete ni siquiera a más de lo mismo.

2. Articular la cobertura con la calidad. La mal llamada “Revolución Educativa” del presente gobierno no tiene nada de revolución. Es un plan de cobertura sin inversión adicional. No tiene mucho sentido reclamar, como lo hace el gobierno, que ha cumplido con la meta de tener un millón de cupos nuevos en la educación básica y media en tres años, si la Contraloría General de la Republica nos dice que la deserción en ese mismo período es superior a los 700.000. No puede decirse simplemente que esa deserción se debe únicamente a problemas económicos de las familias. En las encuestas de la década del 90, cuando la crisis era mayor, cerca del 30% de las deserciones se debían a percepción de inutilidad y aburrimiento con los estudios. Claro que sí hay un problema de deserción por desplazamiento forzoso y también hay un problema económico en muchas familias, pero ese 30% de deserción por falta de calidad significa 200.000 alumnos menos que abandonan la educación y abren cupos nuevos.

En cualquier caso, la creación de nuevos cupos reales ha sido mucho menor, probablemente más cercana a los 100.000 cupos anuales. De todas maneras, esa es una cifra alta, porque esos cupos se han logrado sin inversión adicional y a punta de la mal llamada “racionalización”. Se dice “mal llamada” porque ella crea otro tipo de irracionalidades: sin maestros que se sientan respetados y mínimamente remunerados; sin colegios amplios, limpios y bien mantenidos, y sin apoyos externos al cupo escolar mismo. Sin mucha calidad adicional no es pues posible ni siquiera lograr las metas de cobertura, y por ello las cifras en secundaria y media no han aumentado.

3. Pasar de la enseñanza y la evaluación por logros y objetivos específicos a la enseñanza y a la evaluación por competencias. La apuesta por la calidad se ha centrado en la publicación de estándares básicos de competencias y en la aplicación de pruebas masivas que pretenden medir competencias. El Ministerio de Educación pretende que el llamado “círculo de calidad” se cierre en estos tres frentes: estándares, pruebas, y planes de mejoramiento. En particular, sin planes de apoyo a los planes de mejoramiento de los colegios, sin dotación adicional y sin formación continuada de los docentes, no funcionan los planes de apoyo y los desempeños en las pruebas seguirán siendo muy bajos. Peor aún, asi como está sucediendo, las pruebas no se van transformando de acuerdo a los estándares, y el Ministerio pública los estándares sin que el ICFES cambie sus pruebas.

Aun suponiendo que se tuviera el marco teórico apropiado, faltaría saber cómo evaluar por competencias. Los exámenes del ICFES algo han aportado, los de SABER menos, y los ECAES mucho menos. La limitación a exámenes escritos de preguntas cerradas es muy severa para una evaluación por competencias. Pero aun suponiendo que se supiera cómo evaluar por competencias, todavía faltaría lo más difícil: no se sabe cómo enseñar para el desarrollo de competencias ni cómo formar a los maestros que no aprendieron para que enseñen así.

4. Articular la excelencia con la equidad. Los estándares, las pruebas y el fracaso en los planes de mejoramiento pueden lograr a la larga, a pesar de las declaraciones y las buenas intenciones, más bien expulsar más alumnos del sistema, desmoralizar a los maestros y desacreditar irremediablemente las instituciones oficiales que obtengan bajos puntajes en los exámenes de SABER, sin que las familias que viven en sus alrededores tengan otra opción que seguir enviando a sus hijos e hijas a las mismas para lo mismo: una educación muy pobre para los muy pobres. Como se menciono en el reto anterior, el Ministerio de Educación ha propuesto el llamado “Círculo de la calidad”, que consiste en proclamar los estándares básicos de calidad, hacer pruebas masivas y acordar planes de mejoramiento con los colegios que obtienen bajos puntajes en esas pruebas. Si los estándares y los planes de mejoramiento se quedan en meros documentos escritos, sin estar acompañados de planes de apoyo a ese mejoramiento que incluyan mantenimiento y reparación de los inmuebles; sin programas de dotación de pupitres, libros y computadores, provisión de textos y otros materiales didácticos; sin formación continuada y permanente de los docentes, sin investigación y sin asesoría externa, no puede exigirse a nadie el cumplimiento de esos planes de mejoramiento. El mínimo número de frentes de avance simultáneos que podría mejorar la calidad de la educación en los colegios oficiales sería seis, dispuestos en lo que se ha llamado “el hexágono de la calidad educativa”, que articula los estándares, las pruebas, la formación continuada y permanente de los docentes, la dotación escolar y los planes de mejoramiento, pero con planes de apoyo a dicho mejoramiento. De lo contrario, la excelencia se queda para los colegios privados con pensiones de quinientos mil pesos mensuales para arriba, y los padres y madres de familia de esos colegios jamás se van a preocupar por la calidad de la educación oficial. La contradicción insoluble es que ninguno de los funcionarios o de los políticos que toman decisiones de alto nivel sobre la educación oficial educa a sus hijos en ella y, por lo tanto, no es de su interés real y sentido.

5. Conciliar el pluralismo y el amoralismo posmoderno con la enseñanza de la convivencia, la ética, la moral, la democracia y la ciudadanía, y con la enseñanza de la religión. El temido decreto sobre enseñanza de la religión que está ahora en preparación, pero que lleva doce años de retraso en reglamentar los artículos correspondientes de la Ley General de Educación, puede ser necesario; pero un decreto, por bien redactado que esté, nunca es suficiente. Se dice que la interrupción de la enseñanza de la religión y de la educación cívica es la causa de todos los males del país. Pero la educación religiosa y la cívica sólo se suspendieron en forma amplia en 1995, cuando empezó a extenderse la vigencia de la Ley 115 de 1994. Esos alumnos y alumnas no han salido todavía de los colegios o las universidades. Todos los males actuales del país no son culpa de ellos, sino de nosotros, que sí recibimos educación religiosa y cívica en los colegios, pero no la aprendimos ni practicamos.

Los estándares de competencias ciudadanas son tal vez el documento más importante para la educación que se ha producido en este gobierno; pero unos estándares, por bien redactados que estén, nunca son suficientes. Hay dificultades serias de tipo teórico y práctico en decidir qué se puede hacer en unas horas dedicadas a estos temas y qué se puede hacer en las demás áreas, en los ambientes escolares fuera de los tiempos de clase y fuera de ellos en las actividades extracurriculares, para formar a los estudiantes en competencias ciudadanas. Aquí hay una contradicción que no permite una solución satisfactoria: al decir que todos los maestros y maestras de cada institución son responsables de la educación ciudadana, nadie se hace responsable de ella. Pero al señalar como responsables sólo a los de ciencias sociales, filosofía y religión, todos los demás se sienten eximidos de esa responsabilidad, y puede ser que la formación en valores vaya a depender más de ellos que de los señalados como responsables, pues los estudiantes se inmunizan muy eficazmente contra los sermones religiosos o laicos de quienes intenten moralizarlos.

6. Conciliar la necesidad de altos niveles de educación en las matemáticas, las ciencias naturales y las tecnologías con la creciente apatía de los y las jóvenes respecto a estas áreas. Con la escasez de docentes calificados para dichas áreas, con la disminución de las horas y de las exigencias por parte de las directivas y de las asociaciones de padres y madres de familia, los mismos profesores, los científicos y matemáticos hacemos poco o nada por aliviar esa crisis; más bien hacemos mucho por agravarla. El desprecio por la pedagogía y la didáctica de las matemáticas y las ciencias que se da en los profesionales de esas áreas aun desde sus pregrados, y más aún en los que tienen posgrados, es simplemente un suicidio colectivo desde el punto de vista demográfico: al aburrir, humillar y desterrar del paraíso matemático y de los paraísos científicos a los jóvenes que no logran buenos rendimientos en sus áreas, están reduciendo el número de aspirantes a estudios avanzados en esas mismas áreas y están impidiendo que se amplíe el apoyo ciudadano a ellas y a los jóvenes que quieran estudiarlas.

7. La articulación entre los distintos niveles y ramas de la educación. Este reto es múltiple, pues cada pareja de niveles de la educación representa un reto específico.

7.1. El primer aspecto de este séptimo reto es la articulación de la educación preescolar o mejor, educación infantil, con la educación básica primaria.

Se pueden prohibir los exámenes de admisión para los niños, pero de todas maneras las directivas les van a preguntar a los padres y madres qué tanto saben leer, escribir, contar, hablar inglés, etc.

No está bien articulado el “grado cero” o de transición con el primer grado de básica primaria. La manera de articularlos podría ser la extensión del mal llamado “grado cero” al grado “menos uno”, mucho mejor llamados “transición” y “jardín”, en instituciones separadas de los colegios de básica primaria, y la extensión al “prejardín” o grado “menos dos”, como está estipulado en la Ley General de Educación. En cualquier caso, seguiría vigente el problema de articular los jardines infantiles con los colegios de básica primaria.

7.2. Viene en seguida el segundo aspecto del séptimo reto: articular la básica primaria con la básica secundaria.

Ya se han creado colegios que integren algunas escuelas de básica primaria. Esta también fue una propuesta de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, en la que se habló de los colegios integrados o unidades básicas (Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, p. 179). En los colegios privados no hay mucho problema, especialmente si la transición de tener una sola maestra para todas las áreas a tener varios maestros y maestras de distintas áreas se va logrando desde el segundo o tercer grado. Más bien aquí valdría la pena investigar si no es mejor separar las edificaciones y volver a instituir ritos de paso de básica primaria a secundaria. En los colegios oficiales sí hay muchos problemas por la heterogeneidad de los distintos grupos que llegan a sexto grado de escuelas de muy diverso nivel académico. En muchos de esos colegios, la única manera de disminuir la deserción en el grado sexto sería la de rediseñar completamente los programas del primer semestre de ese grado para lograr una especie de nivelación en competencias de lenguaje, matemáticas y ciencias (o por lo menos de lenguaje y matemáticas, o por lo menos de lenguaje).

Otra idea que se ha sugerido para esta articulación han sido la de abrir el sexto grado en las escuelas que tengan más dificultades de integrar a sus egresados en los sextos grados de los colegios. La Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo recomendó la extensión de la educación secundaria y media a seis grados, para homologarla más fácilmente a las de la mayoría de los países del mundo. Se podría fijar un período de transición, para que los alumnos más adelantados salten de quinto a séptimo, sin que haya que hacer repetir quinto o sexto grado a los menos adelantados y para que los estudiantes que están teniendo éxito académico sigan graduándose de bachilleres en sólo once años, mientras se estabiliza el sistema de doce grados.

7. 3. Los problemas mayores son los del tercer aspecto del séptimo reto: la articulación de la básica secundaria y la media con la superior o universitaria y con el mundo del trabajo y el empleo.

A pesar de la aparente articulación suave entre la básica secundaria y la media con la transición de noveno a décimo grado, hay allí un problema constitucional, al no quedar incluida la educación media, sino sólo la básica, como derecho fundamental.

En efecto, el Art. 67 de la Constitución Política de 1991 dice que la educación “será obligatoria entre los cinco y los quince años de edad y que comprenderá como mínimo, un año de preescolar y nueve de educación básica.”

El problema de la articulación de la básica secundaria con la media pasa desapercibido en los colegios privados que sólo tienen modalidad académica, y ni siquiera ofrecen dentro de esa modalidad opciones o énfasis (por ejemplo en ciencias naturales y matemáticas, en ciencias sociales y humanidades, en artes o en deportes). Atienden a poblaciones con alta probabilidad de ingreso a la educación universitaria tradicional, y por lo tanto desconocen el problema de los colegios que atienden a poblaciones que casi con certeza no van a lograr que sus egresados puedan pasar los difíciles exámenes de admisión de las universidades oficiales. Entre sus egresados, aun la mayoría de los que pasan esos exámenes de admisión u obtienen un puntaje aceptable en el ICFES, no pueden aprovechar los cupos por razones económicas y, por esas mismas razones, prácticamente ninguno de los que no pueden entrar en las universidades públicas puede costearse una universidad privada.

En los colegios oficiales y en los privados populares el problema de la transición entre la básica secundaria y la media se ha resuelto cosméticamente con la universalización de la llamada “modalidad académica”, que debería haber sido sólo una de las varias ramas de la diversificación, como se pretendió con la creación del los INEM en los años 60 y con el Decreto 088 de 1976 y el 1419 de 1978 al extender la denominación “media diversificada” a todos los tres últimos grados de bachillerato en todos los colegios. Pero casi todos los colegios se olvidaron de la segunda palabra: “diversificada”.

La desarticulación entre la media y la superior no puede superarse sin repensar la media y la postbásica, sin reorganizar los vínculos institucionales y sin estudiar más a fondo la psicología y la sociología de los adolescentes y jóvenes de las edades respectivas. Más aún, hay que repensar una posible articulación en un escenario más amplio: en la relación entre educación, trabajo y empleo. Se distingue por supuesto entre trabajo y empleo, pues no todo trabajo se hace en un empleo, y no todo empleo es un trabajo productivo, como lo muestran los innumerables soldados, policías, paramilitares, guerrilleros y vigilantes privados, sin los cuales empleos improductivos y aun destructivos, el desempleo abierto en Colombia saltaría al doble.

Es necesaria una reorientación de la enseñanza media, la técnica y la tecnológica, del SENA y de las instituciones postbásicas, postmedias y universitarias hacia la preparación de los jóvenes para formar empresa, para trabajar independientemente, para moverse con solvencia de un trabajo a otro y de un empleo a otro, o sin empleo ninguno. Esta reorientación es imprescindible si se quiere bajar el desempleo en una economía dependiente, globalizada y neoliberalizada.

En la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo se propusieron algunas ideas como la tarjeta de crédito educativo para la enseñanza media, lo que permitiría un abanico de ofertas imposible de lograr en los colegios oficiales de enseñanza media, o como la apertura de las llamadas “chimeneas” entre carreras, entre éstas y empleos por tiempo breve y con la posibilidad de títulos intermedios y reingreso a la universidad, para que no se produzcan tantas deserciones frustrantes e incapacitantes. Si se estudia la repetición y el fracaso en los primeros cuatro semestres de las carreras de ingeniería, para poner un ejemplo, es claro el valor de organizar salidas decorosas a los que tienen dificultades y bajos promedios, para que obtengan los títulos de técnico o de tecnólogo, con la expectativa de poder volver más tarde a reintegrarse a una u otra carrera de ingeniería, ya con más madurez, experiencia y conocimiento de causa.

Hay una apertura legal en el Art. 6° de la Ley 749 de 2002, por la cual se organiza el servicio público de la educación superior en las modalidades de formación técnica profesional y tecnológica. Dice así: Articulo 6°: “De la articulación con la Media Técnica. Las instituciones técnicas profesionales, a pesar del desarrollo curricular que logren realizar a través de los ciclos propedéuticos, mantendrán el nivel técnico en los diferentes programas que ofrezcan para permitirles complementariamente a los estudiantes que concluyan su educación básica secundaria y deseen iniciarse en un carrera técnica en su iniciación en la educación superior; en caso de que estos estudiantes opten en el futuro por el ciclo tecnológico y/o profesional deberán graduarse como bachilleres. Las instituciones técnicas profesionales, en uso de su autonomía responsable, fijarán los criterios que permitan la homologación o validación de contenidos curriculares a quienes hayan cursado sus estudios de educación meda en colegios técnicos, teniendo en cuenta el reconocimiento de los títulos otorgados por las instituciones del sistema”.

Algunas secretarías de educación de las ciudades más grandes del país, como Bogotá y Medellín, han iniciado programas de subsidio a estudiantes de estratos 1 a 3 para hacer su educación media en áreas técnicas y tecnológicas con la posibilidad de continuar sus estudios para el grado de técnico y de tecnólogo en instituciones privadas, y la posibilidad adicional de pasar a carreras de ingeniería si tienen éxito en los ciclos intermedios de su carrera tecnológica.

Otra posibilidad, que ya han iniciado algunas universidades, es el sistema de “Posicionamiento Avanzado” que tienen los colegios de educación secundaria o alta (los “High Schools”) en los Estados Unidos, en convenio con alguna universidad. En ese país, la educación básica tiene 12 grados, 6 de primaria o elemental y otros 6 de secundaria, divididos de formas diferentes. Por ejemplo, en muchos colegios, la educación media o escuela media (“Middle School”) tiene tres grados, que son intermedios entre los 6 de elemental y los 3 de alta. Así, la educación media es intermedia entre la elemental y la alta. Si hay 3 grados de media y 3 de alta, en los 3 grados finales no hay obligación de tomar sino un curso de un año de matemáticas y dos de ciencias naturales. Perfectamente puede graduarse un estudiante con sólo un curso de álgebra, uno de física y uno de química durante los tres últimos grados.

Colombia parece ser el único país del mundo que les exige a todos los bachilleres tomar el cálculo diferencial e integral. En los Estados Unidos, si un alumno de grado 11 o 12 quiere tomar el cálculo o el álgebra lineal en esos grados, su colegio hace un convenio de Posicionamiento Avanzado con una institución universitaria cercana que dirija la enseñanza de esa asignatura y homologue ese curso para los que obtengan buenas notas en los últimos años de colegio, de tal manera que puedan pasar directamente a las asignaturas de segundo o tercer semestre de la universidad.

Otra idea que se va abriendo paso, y que ya se había propuesto en la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, es la de abrir el grado 12 en los colegios, ya sea de manera obligatoria para todos, con lo que se difiere un año la selección de carrera y se da la oportunidad de mejorar el nivel académico de los bachilleres, ya sea de manera opcional, de manera semejante a como se acostumbra en Francia con los estudiantes que quieren presentarse a las “Grandes Écoles”, quienes pasan uno o dos años preparándose para los exámenes de admisión. Podría darse más flexibilidad de tomar asignaturas opcionales en los grados 11 y 12 por el sistema de Posicionamiento Avanzado, y en las universidades no habría que repetir esos cursos en los dos primeros semestres.

Para ello hay una apertura legal y un precedente digno de estudio e investigación con la experiencia de los llamados “grados 12 y 13” en las Escuelas Normales Superiores, y su articulación con las carreras de licenciatura en las facultades de educación.

Otros problemas de articulación se refieren más a las diferencias entre las culturas colegiales y las culturas universitarias, al shock cultural de ir a estudiar a otra ciudad y a los problemas psicosociales de la adolescencia, la rebeldía, la experiencia de libertad, la reacción usual contra la religión, la educación que recibieron de sus padres y madres y la multitud de ocasiones que tienen de hacer exploraciones en materia de sexo, alcohol, droga y rumba. Allí la articulación tiene que ver más con la existencia de ofertas culturales amplias para los estudiantes, el acompañamiento psicosocial por profesionales bien preparados, el nombramiento de tutores para grupos pequeños de primíparos y otras modalidades de asesoría estudiantil.

Sin embargo, algunos docentes y psicólogos encargados de la asesoría a los jóvenes universitarios encuentran que las dificultades de desadaptación y las exploraciones en materia de sexo, alcohol, droga y rumba no son los principales problemas que consultan los jóvenes que acuden a las asesorías o consejerías universitarias. En universidades de alto nivel de exigencia académica, suelen ser más agudos los problemas causados por el fracaso en las matemáticas y la física de los primeros semestres que los causados por la difícil adaptación a la cultura universitaria.

Estos problemas de desarticulación, muchos de los cuales escapan a los esfuerzos de los colegios y las universidades por disminuirlos, se combinan con el problema de la transición tan brusca de un colegio con un currículo homogéneo y muy recargado de asignaturas obligatorias en los dos años de media, en los que todos los estudiantes siguen los mismos horarios y estudian las mismas asignaturas, a una universidad en la que tienen que escoger una profesión para inscribirse en ella desde mediados del grado 11. El obstáculo cultural principal es la actitud de los padres de familia, que presionan a sus hijos e hijas a elegir una carrera, ojalá entre las tradicionales, y no quieren pagar dos años de universidad sin saber a qué profesión corresponden. Con bachilleres de 15 y 16 años, y con la prolongación de la adolescencia aun en los mayores de 16, parece demasiado temprano el grado 11 para elegir carrera, pero los padres y madres de familia todavía no piensan así. Si ellos son los que pagan la matrícula, el cambio va a ser difícil; por eso en las universidades oficiales sería más fácil introducir este tipo de currículos flexibles todavía no orientados a una profesión. Podría abrirse la admisión a estudios generales por grupos de carreras, por ejemplo para salud, para ciencias naturales, matemáticas e ingenierías, y para ciencias sociales, derecho, economía y administración, o ensayar otras agrupaciones.

Otra idea que puede analizarse y adaptarse a nuestro país es la de los “Junior Colleges”, que ofrecen estudios generales y estudios técnicos y carreras cortas en dos o tres años, con convenios para que los mejores alumnos puedan pasar a los “Colleges” de cuatro años y seguir carreras universitarias. Eso ha permitido que se absorba buena parte de la población estudiantil que termina grado 12, sin que los que elijan el “Junior College” tengan necesidad de presentar exámenes de admisión ni de trasladarse lejos de su ciudad de residencia.

Una idea paralela, impulsada por el Dr. Eduardo Aldana en la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, es la de articular la media con la superior en los Institutos de Innovación Regional INNOVAR (Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, p. 188-189), del cual él ya ha organizado uno en su ciudad natal, Purificación, Tolima. Estos institutos reunirían profesores de los sectores de agronomía, biología, zootecnia, ecología y similares, con los estudiantes que terminen la educación básica en los pueblos y veredas, para organizar la investigación y el desarrollo en el manejo de cuencas, bosques y ecosistemas, sin que tengan que salir de sus regiones para la culminación de sus ciclos de estudios técnicos y tecnológicos, y aun de ingenierías y ciencias. Con los programas de reinserción de los paramilitares y ojalá algún día de los guerrilleros, se abre una nueva posibilidad para que distintas versiones de los Institutos INNOVAR articulen educación básica y postbásica con el trabajo, el empleo y la producción agrícola en los sitios mismos de concentración, que se convertirían en mejores opciones de estabilización e integración social que la migración a las ciudades.

Un problema cultural más amplio hace difíciles las soluciones a todos estos problemas de desarticulación de la educación secundaria con la media, de ésta con la superior, y de ambas con el trabajo y el empleo. La educación técnica y tecnológica se considera educación pobre y para pobres, y ni siquiera se organizan adecuadamente las áreas técnicas y tecnológicas en la educación básica y media, por más que sean obligatorias.

Es pues necesario un tiempo largo y un esfuerzo sostenido y orientado en las transformaciones económicas y sociales, apoyadas por un amplio esfuerzo mediático, que se proponga la inculturación del trabajo técnico y tecnológico y de las carreras técnicas y tecnológicas en la cultura colombiana, de manera que se vaya logrando una ampliación del número de empleos y de empresas pequeñas y medianas en estas áreas y que vaya subiendo la remuneración relativa de los técnicos y tecnólogos hasta que iguale o supere a la de los proletarizados médicos, abogados y profesores universitarios. Podría comenzar a suceder lo que ya ocurre en Alemania, en donde la saturación de las plazas de los profesores en las universidades hace que los estudiantes universitarios no sólo no desprecien a sus compañeros que no lograron entrar a la universidad, sino que ellos también prefieran hacer sucesiva o paralelamente carreras tecnológicas y hacer sus pasantías en ellas para garantizarse más posibilidades de empleo bien remunerado o de conformar pequeñas y medianas empresas de producción y servicios.

Enfrentar en serio cualquiera de estos retos va a requerir mucha inversión en tiempo, en investigación y desarrollo, en asesorías, formación continuada y detección y fomento de nuevas iniciativas, pero esa será la inversión de más alto rendimiento para el país. Por la cuantía de este tipo de inversión y para subrayar su necesidad y su importancia.

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