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Pensamiento Político De Thomas Hobbes


Enviado por   •  19 de Marzo de 2015  •  5.975 Palabras (24 Páginas)  •  1.292 Visitas

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Introducción:

explicar la teoría política de Thomas Hobbes no es una faena fácil que nos pueda dejar satisfecho, sobre todo porque es un pensador que ha mantenido vigencia ante la historia, debido al aporte y profundidad de sus conceptos. el presente trabajo se abordara no solo con la debida exigencia académica, sino con el debido sentido de responsabilidad.

Thomas Hobbes es indudablemente uno de los padres del estado moderno. Consideramos que se debe estudiar fundamentalmente a partir de sus tres obras básicas: elementos de derecho natural y político, el tratado sobre el ciudadano y el leviatán. Se deja de lado, la obra "diálogo entre un filósofo y un jurista" por comprender básicamente el tema de la filosofía y el derecho (la ley).

inicialmente se hace un pequeño esbozo de cada de éstas obras, tanto para su identificación, y como una forma de relacionarlas con el autor. se explica su teoría lo más completa posible, desde su nacimiento a su más completa actividad, gestión y responsabilidad. se destaca sobre manera la relación entre el estado y el ciudadano.

la seguridad desde siempre se ha tenido como uno de los componentes esenciales del estado, tanto que para muchos, ella es la que justifica su razón de ser. hoy también la seguridad es un tema que esta como tema de agenda indispensable para los actuales estados y de geopolítica mundial. ello implica que frente al tema de la dominación y de su variante, la hegemonía hace u obliga que se estudie a t. Hobbes como uno de los pioneros de la seguridad.

Pensamiento político de Tomás Hobbes.

Tomás Hobbes, fue defensor del programa reaccionario, partidario del absolutismo real en Inglaterra, notable representante de la teoría jurídico-natural. En la lucha entre el rey y el parlamento, que se desencadenó en Inglaterra en vísperas de la revolución burguesa inglesa del siglo XVII, Hobbes se colocó de inmediato del lado del primero.

En 1640, días después de la disolución del Parlamento Corto, y en vísperas de la convocatoria del Largo, publica un pequeño tratado con el título de Defensa del poder de los derechos del rey, necesarios para, conservar la paz en el Estado. La amenaza de muerte que, con este motivo, se le creó, le obligó a huir de Inglaterra.

Durante largo tiempo permaneció en la emigración política en Francia.

En París escribió la obra Del ciudadano (De vire) publicada en 1642, y también Del cuerpo (1655) y Del hombre (1658). Allí escribió también otra de sus obras sobre temas políticos, intitulada Leviathan. No obstante sus concepciones políticas reaccionarias, no gozaba de la simpatía y del apoyo de los monárquicos, quienes reprobaban sus concepciones filosóficas avanzadas y su modo de defender la monarquía. En ene-ro de 1652 retornó a Inglaterra donde, en ese momento, estaba en el poder Oliverio Cromwell. Este le propuso el alto cargo de secretario de la república inglesa, pero no lo aceptó.

Durante el período de la Restauración, Hobbes fue objeto de persecuciones y, después de morir, sus libros fueron quemados públicamente. Por sus concepciones filosóficas, fue representante del materialismo mecanicista. Consideraba que lo fundamental en el mundo es la materia, el cuerpo. El mundo está integrado por las partículas más pequeñas de la materia, los átomos. Además, los cuerpos existen independientemente de nuestra conciencia. La materia no se crea ni desaparece. Existe eternamente, y es conocida con la ayuda de nuestros órganos de los sentidos, y también mediante la razón.

Las sensaciones, según él, sólo proporcionan un conocimiento inferior. Hacen falta además conceptos que la razón aporta. Desde su punto de vista, el método matemático, geométrico, es un método científico universal. Debe ser empleado, no solamente en el terreno de las ciencias naturales, sino también en el de las sociales, y no sólo cuando se trata de cuerpos naturales, sino también de artificiales, del espacio “moral”, de la vida social; no solamente en la física, sino también en la política.

Este enfoque de los problemas de la ciencia social era, claro está, un paso de avance compara-do con el de abordar los problemas político-sociales desde el punto de vista teológico, religioso. Su mérito, igual que el de Hugo Grocio y Spinoza, radica en haber analizado el Estado y otros fenómenos de la vida social, tratando de emplear el método científico-natural del conocimiento. Los mencionados pensadores comenzaron, como dice Marx, “...a mirar el Estado con ojos huma-nos, y a deducir sus leyes, de la razón y de la ex-experiencia, y no de la teología.7” Sin embargo, el método antihistoricista abstracto del derecho natural, que Hobbes defendía, no tuvo nada de común, claro está, con las exigencias de un estudio auténticamente científico de los fenómenos sociales.

En defensa del absolutismo, afirma que los hombres habían establecido el poder del Estado en condiciones de subordinación completa e incondicional. Por eso, deben renunciar a todos sus derechos “naturales” y someterse en todo a dicho poder: de lo contrario se verían obligados a volver de nuevo al estado natural en que se encontraban antes. O el poder de Estado ilimitado, absolutista, o el estado de anarquía que, a su juicio, caracteriza la vida de los hombres antes de haber aparecido el Estado. No existe un tercer término.

El poder del Estado, según su teoría, es único y no puede ser limitado. Actúa sin control y sin responsabilidades. Está por encima de las leyes civiles, las cuales sólo reciben de él su fuerza. Se parece al alma que está en el cuerpo humano. Únicamente el poder supremo tiene el derecho de resolver qué es lo bueno o lo malo, y todo lo que en este sentido establezca es obligatorio para los ciudadanos. También la propiedad, según Hobbes, es establecida por él. Los súbditos, dice, son como esclavos, con la diferencia de que ellos sirven al Estado, mientras que el esclavo sirve, además, a un ciudadano. La organización del poder del Estado puede ser, según él, diversa. El poder supremo puede estar en manos de una sola persona (la monarquía), en la de unos cuantos de los mejores (la aristocracia), y puede también estar organizado sobre bases democráticas. Pero, en todos los casos, la plenitud del poder debe hallarse íntegramente en manos de la persona o del órgano en el cual fue delegado. No admite ningún gobierno “mixto”, bajo el cual el rey tenga que compartir el poder con el de alguna asamblea. Tampoco reconoce ninguna forma “desnaturalizada”, ya que con este

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