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Resumen Canto 1 De La Iliada


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2013  •  4.793 Palabras (20 Páginas)  •  2.736 Visitas

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CANTO I.

Esta obra comienza con la invocación famosa: “Canta, oh diosa la cólera del pelida Aquiles”. El poeta griego creía que el don de la poesía no era propiamente suyo, sino que le era dispensado por los dioses; de ahí que pide, el poeta de “La Ilíada”, la inspiración. Era el dios quien cantaba dentro del alma del poeta. Estos versos iniciales indican que estamos ante la exposición de un gran asunto: la cólera de Aquiles provocada por los actos de Agamenón y; Las consecuencias desastrosas que para los aqueos va a tener esta cólera.

El poeta del Canto I mira las cosas sólo del lado aqueo, no del lado troyano. Los desastres van a ser causados por Zeus, quien quiere complacer a Aquiles. El límite de estos desastres será la muerte de Héctor, que anuncia la caída de Troya.

El poeta no nos dice quién es Aquiles, ni quién es Agamenón, sino que presupone que el público ya lo sabe. El poeta toma el material antiguo de las leyendas acerca de la guerra de Troya y crea su poema. En los poemas homéricos, así como en casi toda la literatura helénica se da reiteradamente la ausencia de expectación. Esto obedece a un factor primordial: los poetas trabajan sobre un material ampliamente conocido. De allí que el interés del público no se proyecte sobre la materia en sí, sino sobre el tratamiento poético del tema, por un caso; y, por el otro, por la creación de personajes, sin olvidar la interpretación personal del artista sobre los hechos.

Por otra parte, la acción del relato comienza “in media res” (a mitad de la acción), o sea en el décimo año de lucha de la guerra de Troya. El autor avisa sobre lo que va a cantar, de esta manera utiliza el anticipo que es un recurso que consiste en adelantar hechos y acciones.

El canto I podría dividirse en dos parte: una en la tierra y la otra en el cielo. Ambas están relacionadas. Lo que pasa en la tierra, y es motivo de angustia y pelea, pasa en el cielo, y es motivo de festejo y risas. En ambos planos hay una pelea y un mediador, cambia su final.

“… Cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al orco muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves- cumplíase la voluntad de Zeus- desde que se separaron disputando el atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles”.

El primer tema de la Ilíada son las consecuencias de la ira de Aquiles. Ese defecto de este personaje apasionado es su hybris (exceso). El hybris era generalmente castigado por los dioses y lo cometían los hombres, no así los dioses que solían ser desequilibrados en sus emociones. En este caso, la hybris de Aquiles no es castigada directamente por los dioses, sino todo lo contrario, porque Zeus lo ayuda a cumplir su voluntad. El hombre griego debía tener sophrosine, que era lo contrario a la hybris, y esto es la mesura o el equilibrio. Sin embargo, todo héroe griego comete hybris en algún momento de su historia, y esto es lo que da origen a la acción. En este caso la hybris de Aquiles lleva a la muerte a muchos héroes, hombres destacados e ilustres, que encima reciben el deshonor de no ser sepultado, muriendo sin el tan preciado reconocimiento que esta cultura exige.

La expresión “presa de perros y pasto de aves” es una frase formularia que se refiere a los cadáveres insepultos, que son carroña para los perros y las aves marinas. El griego clásico concebía al más allá como el lugar donde iban todas las almas, la condición necesaria para esto es que se le haga una honra fúnebre al cadáver (quemar o sepultar), si se lo dejaba insepulto esto era considerado como el castigo o agravio más grande; también podía ser utilizado en vida como amenaza.

El segundo tema de la Ilíada es la autoridad de Zeus. La autoridad de este, está siempre expuesta a la discusión con los demás dioses, en la mayoría de los casos discutida por su esposa Hera y su hija Palas Atenea. Esta voluntad no corresponde a un dios omnipotente, su voluntad se cumple a lo largo, pero no en lo inmediato. Zeus, buscando cumplir el deseo de Aquiles de que los aqueos pierdan para que reconozcan su valor guerrero – un deseo egoísta pero común en los griegos – tratará de neutralizar a los dioses que están de lado de los aqueos. A largo plazo Zeus quiere que los aqueos ganen pero después que Aquiles sea reconocido por ellos.

Ofensa de Agamenón a Crises: (8 a 32)

La contienda entre Aquiles y Agamenón fue suscitada por Apolo (Hijo de Zeus y Leto). Habiendo sido saqueada la ciudad de Crisa, vecina de Troya, por los Aqueos, estos se habían repartido el botín. Una muchacha llamada Criseida (hija de Crises) tocó en el reparto a Agamenón, en calidad de esclava. El anciano padre de Criseida (Crises) era sacerdote de Apolo y se presentó suplicante ante las naves aqueas, portando no sólo las ínfulas o insignias sacerdotales para inspirar el debido respeto, sino también con un inmenso rescate.

La respuesta de Agamenón es violenta. No tiene en cuenta el dolor del padre, el dolor de la hija, el respeto debido al dios Febo Apolo, al cual el sacerdote representaba. El respeto al suplicante, que debería ser bien tratado aunque no se le concediera su suerte, era una de las leyes básicas no escritas (normas), pero respetadas por todos los griegos.

Se creía que detrás de la figura de un suplicante, podía estar la de un mismo dios, y este caso, al venir con las ínfulas del dios Apolo, era seguro que el sacerdote tenía el apoyo y el resguardo de ese dios.

Buscando la estrategia del agrado a sus enemigo, Crises se coloca fuera de la guerra. Es un sacerdote de una ciudad saqueada de Troya, pero en su argumentación dice, que el resultado de la guerra o uniones posteriores no le interesan, solo quiere volver a estar con su hija. Sin embargo, su súplica no deja de tener el tono imperioso que corresponde a un hombre de tal alcurnia (“Poned en libertad a mi hija”) y en el pedido está encerrada la orden.

Agamenón se excede ante Crises, cometiendo el Hybris (la falta por exceso que, en este caso, se comete por soberbia, por no controlar las pasiones). Éste traspasa todos los límites fijados por la moral. También comete un exceso de corte religioso “…Zeus está de mi parte”. El hybris queda acentuado por el hecho de que todos los griegos están de acuerdo con Crises, y comprenden que es necesario respetar al sacerdote y aceptar el rescate.

En el ultraje de Agamenón vemos que no existen excusas para sus actos, él reconoce verbalmente que Crises es sacerdote (“pues quizás no te valgan el cetro y las ínfulas del dios”) y aún así se complace en echarlo

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