Todos Comenzamos Iguales

Todos comenzamos iguales

pieza de barry wolfryd

Resulta difícil imaginar que todos los personajes que vemos en las calles y por el mundo, tuvieron un nacimiento débil y amoroso. Hasta en los más dolorosos partos hubo, con seguridad, una descarga de amor o afección. Luego llegó el mundo; luego llegó Freud. ¿Cómo se convirtieron en lo que son hoy? -NPI; pero sí, todos comenzamos “iguales”.

Barry es un autor que, desde tiempos, ha caracterizado su trabajo por la representación simbólica de lo simbólico; es decir que, a él le parecen más interesantes los códigos que los valores. Su obra mantiene un alto nivel discursivo, en tanto que todo lo mirable está ahí para dilucidar un entendimiento (una ironía, un contexto o algún mensaje particular) y no tanto por alguna intención estética, estilística o incluso, conceptual. Para Barry Wolfryd todo concepto tiene un lado absurdo; en su cacería de símbolos y arquetipos, Barry va entendiendo cómo operan las redes semánticas de nuestra realidad. Sus cuadros sugieren que todas las cosas del mundo viven –bailarinas – en acuerdos y desacuerdos con los distintos universos que las contienen, y él lo retrata. Retrata ironías (de piña de jamón y de hotcake); él sabe cuándo un ser está siendo disipado por su naturaleza propia, o cuándo está transformándose en “algo más” (como los monstruos, o los políticos). Su pintura destella esa rara inteligencia de quien habita espacios ajenos y se acomoda en ellos por el bien de la armonía; ¿cómo lo sé? –porque escribe cuando pinta. Sus elementales trazos y la oxigenadísima composición visual de sus obras arrebata cualquier intento de dramatizar, narrar o espiritualizar sus objetos de inspiración: Va a lo que va.

En sus construcciones pictóricas están citados los conceptos y las formas, pero no sus características particulares; no las necesita. Barry nombra al trazar, la sola mención grafológica de la figura es suficiente para enunciar sus “estudios” y “manifiestos”. Cierto, Barry: los filósofos sabemos que todo concepto es caricatura de una idea casi inexplicable.

En esta ocasión, tres frascos de gerber contienen el semblante arquetípico de tres emblemáticos personajes de nuestro tiempo; como buscando un corto circuito o una relación armónica y un reflejo paramétrico, Barry presenta una pieza dicotómica a dos dimensiones (volumétrica y conceptualmente) donde muy tenuemente señala el origen común de todos (el gerber) y los destinos (volumétricos y conceptuales) que nos esperan. En tiempos como hoy, la violencia y sus extraños códigos de asimilación y práctica parecen reducir nuestros valores a nada, y hacernos olvidar que nos une un fuerte hilo: el tiempo.

Luis Ramaggio

crítico de arte

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