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BIOGRAFIA MIGUEL GRAU


Enviado por   •  20 de Mayo de 2013  •  17.246 Palabras (69 Páginas)  •  442 Visitas

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Contexto [editar]Poco después de su nacimiento, Perú vive una época de inestabilidad e intrigas políticas que provocan levantamientos y divisiones, haciendo imperar la anarquía. Para frenar los intentos Golpistas del mariscal EP Agustín Gamarra en el sur, el presidente Luis José de Orbegoso se dirige al Cuzco. En su ausencia el sargento Pedro Becerra se amotina en el Callao, en la madrugada del 1 de enero de 1835, apoderándose de aquella plaza 6 de enero de 1842; Juan Manuel Grau acepta sus servicios "con entusiasmo" y es llamado a la capital.[1]

En julio de ese año el padre de Grau se incorpora a la Secretaría del general Gutiérrez de la Fuente, quien lo destina a Ayacucho. En junio se celebra la paz con Bolivia por el Tratado de Puno, pero se enciende la guerra civil. El general Francisco Vidal, segundo vicepresidente del Consejo de Estado, ejerce el poder desde la muerte del mariscal Gamarra en Ingavi. En el mar la barca Limeña y la corbeta Yungay se baten a la vista de Paita.

En noviembre el general Vidal, que ejerce el mando supremo como jefe del Poder Ejecutivo, después de derrotar a Juan Crisóstomo Torrico, el 17 de octubre, en la batalla de Agua Santa, cerca de Pisco, nombra entonces, a Juan Grau, vista de aduana de Paita.

Carrera naval [editar]Primeros contactos con el mar [editar]En Paita la actividad marítima civil es grande. Todos los navíos que hacen el tráfico entre Panamá y el Callao tocan en su rada. Funciona en el puerto la escuela náutica que, para formar pilotos capaces de dirigir con acierto la marina civil del Perú, había fundado el vencedor de Yungay, el mariscal Agustín Gamarra. Al pequeño Miguel, que sólo tenía ocho años, le fascina la inmensidad del océano. Su vocación naval comienza a despertar. Mas la anarquía militar sigue. El general del ejército de tierra Manuel Ignacio de Vivanco se subleva y marcha sobre Lima.

Miguel Grau tiene nueve años y sigue los primeros cursos de instrucción primaria. El muchacho, listo y resuelto, ha sido educado con dureza por el padre para conseguir con ello templar su carácter y acerar su voluntad. Como siente la atracción del mar, obtiene en marzo de 1843, tras continuos ruegos, el permiso paterno para embarcarse en un bergantín de la marina civil dedicado al tráfico marítimo entre Paita y otros puertos del litoral peruano y de los países del norte hasta Panamá. El capitán del buque es el capitán de travesía don Manuel Francisco Herrera, gran amigo de Juan Manuel Grau y Berrío. La profesión está decidida y el niño de nueve años logra imponer su voluntad y se hace marino civil. En casa quedan los padres y tres hermanos más: Enrique, Dolores y Ana.

El comienzo de su carrera náutica no tiene buenos augurios. El buque zozobra y el aspirante a marino se salva de forma milagrosa, retornando al hogar para volver al colegio.

Casa de Grau en LimaEn 1844, Grau, que siente la nostalgia del mar, ruega al padre que le de autorización para regresar a bordo. Su padre vuelve a acceder. Esta vez queda definitivamente consagrada la carrera náutica de Grau, que se embarca en diferentes buques, a veces con breves retornos a la patria y al hogar paterno de Paita. En esos viajes recorre todos los mares y los puertos más importantes del mundo, así como otros que recién se abrían a los marinos occidentales.

Igualmente visita las lejanas y entonces desconocidas islas oceánicas. El mismo almirante ha dejado una relación circunstanciada y concisa de los azares de ese período de su existencia.[2]

Estatua de Miguel Grau en Pucallpa, Ucayali.Guardiamarina [editar]Durante estos viajes aprende la ciencia y el arte de la navegación y conoce a hombres de muchos países que hablan distintos idiomas. De regreso al Perú, el piloto Grau, graduado en Inglaterra como oficial de la marina mercante, que ya es un lobo de mar, 12 años de marino civil, se establece en Lima, donde ingresa a la Marina Militar del Perú.

En el mismo año, 1853, en que Grau deja la marina civil para convertirse en Marino Militar, su padre, consigue que, en atención a sus méritos militares y leales servicios prestados al Perú, las Cámaras Legislativas asignen a su favor una pensión de gracia, de por vida, de cuarenta pesos mensuales. Aprobada en la Cámara de Diputados el otorgamiento de dicha pensión, la Comisión Militar del Senado la aprueba, igualmente, con un honroso dictamen, en que se califica a Grau padre como "viejo soldado de la independencia americana".[3]

Durante los viajes del joven Grau, la Marina militar del Perú se había incrementado. Permanente preocupación del presidente Ramón Castilla y Marquezado, el militar y gran organizador del Perú, ha sido la de reforzar la escuadra. El Perú cuenta ahora con más buques: el Rímac, construido en Nueva York, de 1.300 toneladas y armado con cuatro cañones, la fragata Mercedes, los bergantines Guise y Gamarra y las goletas Peruana y Héctor.

El 14 de marzo de 1854, gobernando el Perú el sucesor de Castilla, general José Rufino Echenique, libremente elegido en comicios públicos, Miguel Grau, de 19 años, ingresa en la Marina militar como guardiamarina.

Alférez de fragata [editar]

Estatua de Miguel Grau en Trujillo.El guardiamarina sirve primero en el Rímac por espacio de 6 meses y luego pasa, el 2 de octubre de 1854, al pailebot Vigilante, en el que permanece más de 10 meses para ser trasladado a continuación al vapor de ruedas BAP Ucayali.

Estando Grau embarcado en el Vigilante ocurre el siguiente hecho. El 10 de junio de 1855, cuando el pailebot navegaba rumbo a Paita, entre Máncora y Punta Sal, con mar gruesa y el horizonte nublado, el aspirante de marina Manuel Bonilla, que se hallaba en el castillo de proa de la nave, cayó al agua. Grau, que en esos momentos se desempeñaba como oficial de guardia, dispuso que el buque se detuviera de inmediato y se echaran al agua algunos cabos y un bote, en el que se lanzó con seis tripulantes, con la decisión, que resultó infructuosa, de salvar al náufrago. En el parte que Grau pasó ese mismo día al comandante del buque, dando cuenta del suceso, expresa que "todos sus esfuerzos resultaron inútiles, pues el mencionado pilotín no sabía nadar". Y agrega: "Sin embargo de esto me mantuve en su busca tres horas, por si conseguía siquiera su cadáver". Concluye el parte con las siguientes palabras, que traducen su pesar por esa desgracia: "después regresé a bordo sin ninguna esperanza".[4]

Por aquella época Ramón Castilla ha vuelto al poder, luego de derrotar en la Batalla de La Palma, el 5 de

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