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Etica Nicomaquea


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2013  •  560 Palabras (3 Páginas)  •  646 Visitas

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DE LA FORTALEZA Y LA TEMPLANZA

I

Lo involuntario forzado es aquello cuyo principio es extrínseco, siendo tal aquel en que no pone de suyo cosa alguna el agente o el paciente, como cuando somos arrastrados a alguna parte por el viento o por hombres que nos tienen en su poder.

II

La elección es manifiestamente voluntaria, pero no se identifica con lo voluntario, que tiene mayor extensión. Elegimos lo que sabemos de cierto que es bueno, pero opinamos de lo que no sabemos a punto fijo si es verdadero.

III

Deliberamos, pues, sobre las cosas que dependen de nosotros y es posible hacer, que son de hecho las que restan por decir, como quiera que la naturaleza, la necesidad y el azar, con la adición de la inteligencia y de todo cuanto depende el hombre, parecen ser todas las causas. El que delibera del modo dicho investiga y analiza.

IV

El objeto de la voluntad es el bien, pero para cada uno en concreto, es el bien tal como se le aparece. Para el hombre bueno, será el verdadero bien; y para el malo el que las circunstancias le deparen.

V

En nosotros esta hacer el hacer actos nobles o ruines, e igualmente el no hacerlos, y en esto radica esencialmente la diferencia entre los buenos y los malos, en nosotros estará ser hombres de bien o perversos.

VI

La valentía es el término medio en los miedos y osadías, tememos las cosas temibles, y que estas son, para decirlo en general, males, por lo cual se define el miedo como la expectación del mal.

VII

Lo temible no es lo mismo para todos. En el temer tales males puede haber más y menos, y aun puede suceder que lo que no es de temer se tema como si lo fuese. Bella cosa es la valentía y bello será de consiguiente su fin, pues por el fin se definen todas las cosas. Por motivo del bien glorioso el valiente afronta y obra todo lo que la valentía exige.

VIII

Los ignorantes del peligro dan también apariencia de valientes, y en verdad no están muy distantes de los esperanzados, siéndoles inferiores, sin embargo, en que no tienen confianza en su superioridad, y los otros sí. Con esto queda dicho cuales son los valientes y cuales tienen solo la apariencia de valientes.

IX

Los valientes son llamados así por soportar las cosas penosas; y por esto, por ser la valentía cosa penosa, es con justicia objeto de alabanza, pues más difícil es soportar las cosas penosas que apartarse de las placenteras.

X

La templanza es el término medio en los placeres. Dividimos los placeres en placeres del cuerpo y del alma, como son el apetito de honor y el afán de saber. El que ama una u otra cosa recibe gozo de la que ama, y sin embargo, el cuerpo no experimenta nada, sino más bien el alma.

XI

El desenfrenado, desea vivamente todos los placeres o los más atrayentes, y es arrastrado por su deseo al punto de preferirlos a todo lo demás.

XII

El desenfreno, al parecer, es más voluntario que la cobardía. El primero es motivado por el placer y la segunda por el dolor; ahora bien, el placer es deseable, y del dolor, por el contrario, debemos huir. El dolor, además, desquicia y estraga la naturaleza del que lo sufre, mientras que nada semejante produce el placer. Por esto el desenfreno es más voluntario, y digno, por tanto, de mayor represión.

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