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Francisco Javier De Santa Cruz Y Espejo


Enviado por   •  5 de Enero de 2013  •  1.861 Palabras (8 Páginas)  •  862 Visitas

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UNIVERSIDAD TECNOLOGICA EQUINOCCIAL

FACULTAD DE CIENCIAS D ELA SALUD EUGENIO ESPEJO

MEDICINA

Ma. Belén Martínez Córdova.

5to “B”

“Eugenio de Santa Cruz y Espejo”

Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo, nació en la medianidad del siglo XVIII el 21 de febrero de 1747, en la ciudad de Quito, y murió el 27 de diciembre de 1795, fue hijo de un indígena quechua, Luis Chuzig, procedente de Cajamarca de una familia de picapedreros, quien se instaló en Quito como asistente del sacerdote y médico José del Rosario, fue además y por sus propios medios un indio culto, que aprendió a leer gracias a la ayuda de Don Luis Benítez de la Torre, Cura y Vicario de Cajamarca, quien lo instruyo a escondidas ya que en esa época era prohibido, que los indios sepan leer, y este en agradecimiento utilizó el apellido "Benítez", mismo apellido con el que contrajo matrimonio con Catalina Aldás, madre de Eugenio Espejo, una mulata nacida en Quito, hija de una esclava liberta que contaba con ascendientes vasconavarros.

El origen de apellido de Eugenio, "Santa Cruz y Espejo" no está aún esclarecido, pero se cree, que se les asignó nombres y apellidos cristianos, el apellido Espejo fue adoptado tardíamente por su padre, y el de Santa Cruz proviene de la devoción cristiana.

Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo, aprendió sus primeras letras en casa de sus padres y luego, supuestamente, en una escuela católica para niños pobres, de extracción humilde, el Espejo infante y adolescente se crió en el ambiente del Hospital de la Misericordia de Quito. Para 1762 el mestizo quiteño se graduó de bachiller y maestro de filosofía en el colegio jesuita de San Gregorio.

En 1765 ingresó a la Facultad de Medicina de San Fernando, debido a que tenía experiencia como ayudante de su padre en el hospital, donde tomó lecciones con el padre Liria, hombre de vastos conocimientos en Ciencias Naturales. Dos años después, el 22 de julio de 1767, se graduó de médico y recibió el título de manos del rector, padre Nicolás García. Pese a que tuvo problemas para ejercer la profesión hasta 1772, cuando empezó a ejercer, las continuas epidemias de viruela hicieron imprescindibles sus servicios y sólo entonces el Cabildo le autorizó desempeñarse, a manera de prácticas, en el Hospital de la Misericordia.

Fueron muchos los dolores sufridos dada su baja condición social, ya que la sociedad colonial sólo podía ofrecerle la burla o el desprecio, que él superó en su trayectoria de escritor y político, actuando de manera prudente.

Tambien fue un prominente investigador científico, escritor, abogado, periodista, pensador, quiteño ideólogo, político y considerado en Ecuador prócer de la independencia.

En 1779 publica su primera gran obra, ‘El Nuevo Luciano de Quito’, una crítica terrible a todos los problemas y deficiencias de la vida cultural en la Real Audiencia de Quito. Fue acusado de ser el autor de un texto que aplaudía el levantamiento de Túpac Amaru y Tupac Catari. Su activismo cultural acabó enfrentándolo a las autoridades, que lo procesaron en la capital del virreinato, Bogotá, pero este hecho contribuyó a aumentar aún más su prestigio, ya que salió libre de todo cargo

Años más tarde, en 1785, el Cabildo de Quito le solicitó la redacción de un informe con el método para prevenir las viruelas, enfermedad de pánico en ese tiempo; Espejo elaboró su informe con arreglo a los datos epidemiológicos conocidos y más en boga de la época, y hasta se permitió hacer reparos a determinados conceptos propuestos por el académico español doctor Francisco Gil médico y cirujano, líder en la materia, con el informe se afirmó que los responsables de las epidemias contagiosas eran la ignorancia en cuestiones de higiene, las deficientes condiciones sanitarias de la ciudad y hasta la mala formación médica y los propios sacerdotes betlemitas que, sin criterio, dirigían el hospital de Quito.

Espejo cita en las "Reflexiones sobre el contagio de las viruelas” (1785) que no creyó que el con¬tagio se producía por partículas inertes suspendidas en el aire, como se creían varios estudiosos del tema, sino por "cuerpeci¬Ilos" vivientes o, como los llama a veces, "atomillos vivientes". La originalidad de Espejo fue intuir el con¬tagio por microorganismos no como una especulación teórica sino a base de las con¬clusiones de la microscopía. Por eso afirma con seguridad que "el microscopio ha descubierto un nuevo mundo de seres vivientes que se anidan proporcionalmente, en todas las cosas", para concluir que "en la casi infinita variedad de esos atomillos vivientes se tiene un admirable recurso para explicar la prodigiosa multitud de epidemias tan diferentes y de síntomas tan variados que se ofrecen a la observación".

Esta publicación se convertiría en el primer texto científico que refería la existencia de microorganismos y que definiría como política de salud conceptos básicos en la actualidad como la asepsia y antisepsia de lugares y personas, además constituye un hito fundamental en nuestra historia médica.

Fue nombrado primer director de la biblioteca pública, compuesta por más de 40.000 volúmenes procedentes de los fondos de la Compañía de Jesús,

Más adelante colaboró en la creación de la Sociedad Patriótica de Amigos del País de Quito compuesta por 25 miembros que se reunían semanalmente para discutir los problemas agrícola, educativo, político, social y analizar el desarrollo de las ciencias físicas y naturales. Sintiendo la necesidad de difundir los planteamientos independentistas, editó en 1792 el primer periódico publicado en la ciudad denominado "Primicias de la Cultura de Quito", órgano de esa sociedad y del que salieron siete números hasta el 29 de marzo de ese año, tambien realizo obras como son: Cartas Riobambenses

A Espejo también se le atribuyen las Cartas Teológicas. La primera carta, escrita en 1780 en nombre del padre La Graña, trata sobre la historia de las indulgencias dentro de la Iglesia católica, y la segunda, de 1792, sobre la inmaculada concepción de María; en ellas el autor pone de manifiesto el dominio de temas referentes a la religión católica.

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