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Ideas Educativas Andres Bello Y Simon Rodriguez


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2013  •  1.937 Palabras (8 Páginas)  •  541 Visitas

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Andrés Bello y la educación popular

Por: Reinaldo Villegas Astudillo. Educador. Adital | Miércoles, 03/12/2003 06:26 PM | Versión para imprimir

1º.diciembre/2003 - Venezuela - En estos días se está conmemorando un nuevo aniversario del natalicio de Andrés Bello, otra genialidad latinoamericana venezolana, quien nació en Caracas el 29 de noviembre de 1781.

Alcanza una longeva existencia que se prolonga hasta 1865, la cual se divide en tres instancias marcadas por el destino: la primera, configurada por la formación caraqueña, desde que nace hasta 1810, cuando ya como luchador por la república emprende un viaje a Londres, integrando una comisión junto a su discípulo Simón Bolívar y López Méndez con el objeto de solicitar la ayuda del gobierno inglés en el enfrentamiento que la colonia sostenía con la corona española.

Lamentablemente, no tienen éxito en el apoyo solicitado, retornando al continente los compañeros de misión, mientras el joven intelectual decide permanecer en la capital inglesa, perfeccionándose en sus estudios que abarcaron una multiplicidad de conocimientos. Esta etapa se prolongará hasta 1829, cuando cansado de esperar el aporte económico para el retorno a la amada Caracas acepta la invitación del gobierno de Chile a fin de incorporarse en una república hermana que recién está saliendo de una anarquía y de un periodo convulsivo, que se conoció con el nombre de "La Guerra a muerte".

Aquí Bello llega al cenit de su existencia, escribiendo, formando discípulos, fundando la Universidad de Chile y realizando disímiles quehaceres, que lo convierten en uno de los grandes sabios intelectuales del continente.

En esta oportunidad nos vamos a referir específicamente a las ideas que planteó Bello en torno a la Educación Popular, en un ensayo publicado por primera vez en el diario "El Araucano" de Santiago de Chile, los días 10 y 17 de marzo de 1843. En primer término visualiza la realidad del entorno y manifiesta que por esa época se observa una alarma por "la universal difusión de los conocimientos", a lo cual se agrega la actitud de la prensa, que no comparte la posibilidad que se generalice la educación. Indica que se constata que hay "una actitud de hostilidad contra este objeto".

Sin embargo, Bello estima que tal proceso educativo avanza y no es posible que se detenga: "Hay en la gran masa social un movimiento que barrerá con todos los obstáculos que se le opongan". Sostiene que la "educación del pueblo" se hace evidente desarrollarla, precisando que su avance se debe, fundamentalmente, a que la presencia de la tiranía movió "a los hombres a meditar sobre sus derechos". Asimismo, dada la curiosidad y el amor a las especulaciones, impulsó al hombre a "entrar en el vasto campo de las Ciencias y la Filosofía". Y en tercera instancia, manifiesta que "el gusto y el desarrollo de la imaginación han enriquecido las artes y la literatura". Critica, no obstante, que la única ausencia observada hasta esa época es la carencia de una significativa producción bibliográfica educativa, no registrándose "lectores ni escritores en esta área".

Luego, el educador de América comienza a plantear sus particulares ideas con respecto a cómo debiera ser el proceso de enseñanza-aprendizaje. Afirma "que la instrucción popular sea inteligible, que los niños entiendan lo que aprendan". Señala que a veces hasta tres años de estudios en la enseñanza del primer nivel se pierden, porque los educandos han estudiado lo que no entienden. Y alude en forma específica a una actividad de su preferencia, la Gramática. Enfatiza que es una ciencia demasiado compleja para mentalidades de infantes y juveniles: "Esta ciencia es una de las más abstractas y profundas. Envuelve un análisis de pensamiento, y exige un delicado escrutinio y comparación de las ideas".

En este plano, Bello tempranamente en el siglo XIX y con la autoridad que le dan sus estudios gramaticales y filológicos, orienta el proceso de la enseñanza de la lengua materna, indicando que el infante en sus primeros estudios y a lo largo de los diversos niveles de la enseñanza debe hablar "su lengua correcta o incorrectamente". Y sobre esa base, se irán derivando las correcciones gramaticales que "los inteligentes instructores" deben orientar. Y cuando se haya alcanzado un nivel más complejo, donde intervengan la lectura, la composición y la reflexión, solamente ahí surgirá la Gramática en todo su apogeo, pero "no con una descarnada retahíla de reglas, sino la ciencia del lenguaje".

En relación con el planteamiento anterior, quisiéramos compartir estas ideas de Bello en la enseñanza del idioma, que parece algo lógico y natural, pero que a lo largo de ciento cincuenta años no se ha cumplido cabalmente y quizás sea por la presencia de burócratas vinculados con el área educativa, que tanto predominan en los ministerios de educación, gobernaciones o alcaldías del continente; hasta el día de hoy, comprobamos cómo se les atiborra a los niños de nueve a doce años de conceptos y abstracciones gramaticales y se deja de lado lo fundamental, como es el hablar, el escribir y el leer correctamente, criterio que también compartió y planteó un paisano de Bello, el itinerante Simón Rodríguez, contemporáneo y vecino de la Caracas colonial, en la infancia y adolescencia. A lo anterior, se agregan deficiencias en la formación de los educadores, carentes a veces de metodologías específicas y a la aplicación de programas, que a como dé lugar deben ser tratados, muchos de los cuales por ser elaborados por teóricos entre cuatro paredes y sin participación del docente de aula, se observan muy divorciados de la realidad.

Reitera Bello en el mal uso de esa metodología de la enseñanza tendiente a propiciar la adquisición del conocimiento, recitando o reteniendo conceptos nemotécnicos, sin comprender el significado y las ideas de que son portadores los textos que se van asimilando. Andrés Bello es terminante y acerbamente cuestionador cuando expresa: "palabras que no enseñan ni significan para él cosa alguna, le son naturalmente ingratas y deben

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