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Juan Manuel De Rosas


Enviado por   •  14 de Marzo de 2014  •  3.434 Palabras (14 Páginas)  •  288 Visitas

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Juan Manuel de Rosas

Artículo bueno

Juan Manuel de Rosas

Juan Manuel de Rosas

Juan Manuel de Rosas

13º Gobernador de Buenos Aires

8 de diciembre de 1829-17 de diciembre de 1832

Predecesor Juan José Viamonte

Sucesor Juan Ramón Balcarce

17º Gobernador de la Provincia de Buenos Aires

7 de marzo de 1835-3 de febrero de 1852

Predecesor Manuel Vicente Maza

Sucesor Vicente López y Planes

Datos personales

Nacimiento 30 de marzo de 1793

Buenos Aires, Bandera de España Virreinato del Río de la Plata

Fallecimiento 14 de marzo de 1877(83 años)

Southampton, Flag of the United Kingdom.svg Reino Unido

Partido Partido Federal

Cónyuge Encarnación Ezcurra

Hijos Pedro Pablo Rosas y Belgrano (adoptivo)

Juan Bautista de Rosas

María de Rosas

Manuelita de Rosas

Profesión Terrateniente, militar y político

Firma Firma de Juan Manuel de Rosas

Juan Manuel de Rosas (Buenos Aires; 30 de marzo de 1793 – Southampton, Hampshire; 14 de marzo de 1877) fue un militar y político argentino. En 1829, tras derrotar al general Juan Lavalle, accedió al gobierno de la provincia de Buenos Aires. Logró constituirse en el principal dirigente de la denominada Confederación Argentina (1835-1852).

Índice [ocultar]

1 Nacimiento, familia y primeros años

2 Los inicios en la política

2.1 La revolución de diciembre

3 Primer gobierno

3.1 La guerra civil en el interior

3.2 Convención de Santa Fe

3.3 El gobierno de la provincia

4 Interregno

4.1 Campaña al desierto

4.2 La Revolución de los Restauradores

5 Segundo gobierno

5.1 La Ley de Aduanas

5.2 La política exterior

5.3 El bloqueo francés

5.4 La generación del '37

5.5 Palermo de San Benito

5.6 La guerra civil del '40

5.6.1 La revolución de los Libres del Sur

5.6.2 La Coalición del Norte

5.6.3 Campañas de Lavalle

5.6.4 El terror

5.6.5 Final de la guerra civil

5.7 La década final

5.8 Política religiosa

5.9 El sitio de Montevideo y una nueva rebelión correntina

5.10 El bloqueo anglo-francés

5.11 La caída

6 Exilio y muerte

7 Después de Rosas

8 Rosas en la actualidad

9 Véase también

10 Notas

11 Referencias

12 Bibliografía

13 Enlaces externos

Nacimiento, familia y primeros años[editar]

Casa donde nació Rosas, actual calle Sarmiento entre las calles San Martín y Florida.

Retrato de Juan Manuel de Rosas, cuando éste era un niño.

Conocido como Juan Manuel de Rosas, fue bautizado como Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas y López de Osornio. Era hijo del militar León Ortiz de Rozas y la estanciera Agustina López de Osornio. Pertenecía al linaje de los Ortiz de Rozas, que tiene origen en el pueblo de Rozas, Valle de Soba, Cantabria, España.

Nació en el solar que había habitado su abuelo materno Clemente López de Osornio, situado en la calle que en ese entonces se denominaba Santa Lucía, actual calle Sarmiento entre las calles Florida y San Martín, en la ciudad de Buenos Aires.

Ingresó a los ocho años de edad en el colegio privado que dirigía Francisco Javier Argerich, si bien desde joven demostró vocación por las actividades rurales, interrumpió sus estudios para participar, contando con trece años de edad, en la Reconquista de Buenos Aires en 1806 y posteriormente se enroló en la compañía de niños del Regimiento de Migueletes, combatiendo en la Defensa de Buenos Aires en 1807, ambos hechos durante las invasiones inglesas, donde fue distinguido por su valor.1 2

Más tarde, retirado al campo, se convirtió en un gran estanciero de la pampa bonaerense.

El joven Rosas, quien contaba con 17 años, se mantuvo al margen de los sucesos que culminaron con la Revolución de Mayo de 1810.

En 1813, pese a la oposición materna —que venció al hacer creer a su madre que la joven estaba embarazada— se casó con Encarnación Ezcurra, con quien tuvo tres hijos: Juan, María, muerta de niña, y Manuelita, nacida en 1817, que luego sería su compañera inseparable.

Poco después, debido a un entredicho que tuvo con su madre, devolvió a sus padres los campos que administraba para formar sus propios emprendimientos ganaderos y comerciales. Además se cambió el apellido "Ortiz de Rozas" por "Rosas", cortando simbólicamente la dependencia de su familia.

Fue administrador de los campos de sus primos Nicolás y Tomás Manuel de Anchorena; este último ocuparía cargos importantes dentro de su gobierno, ya que Rosas siempre le tuvo un especial respeto y admiración. En sociedad con Luis Dorrego —hermano del coronel Manuel Dorrego— fundó un saladero; era el negocio del momento: la carne salada y los cueros eran casi la única exportación de la joven nación. Acumuló una gran fortuna como ganadero y exportador de carne vacuna, distante de los acontecimientos emergentes que conducirían al virreinato del Río de la Plata a la emancipación del dominio español en 1816.

Por esos años conoció al doctor Manuel Vicente Maza, quien se convirtió en su patrocinador legal, en especial en una causa que sus propios padres habían entablado contra él. Más tarde sería un excelente consejero político.

En 1818, por presión de los abastecedores de carne de la capital, el director supremo Juan Martín de Pueyrredón tomó una serie de medidas en contra de los saladeros. Rápidamente, Rosas cambió de rubro: se dedicó a la producción agropecuaria en sociedad con Dorrego y los Anchorena, que también le encargaron la dirección de su estancia "Camarones", al sur del río Salado.

Al año siguiente compró la estancia "Los Cerrillos", en San Miguel del Monte. En su estancia en la laguna de Monte organizó una compañía (aumentada al poco tiempo a regimiento) de caballería, los "Colorados del Monte", para combatir a los indígenas de la zona pampeana. Fue nombrado su comandante, y alcanzó el grado de teniente coronel.

Por esos años escribió sus famosas "Instrucciones a los mayordomos de estancias", en la que detallaba con precisión las responsabilidades de cada uno de los administradores, capataces y peones. Allí demostraba su capacidad para administrar simultáneamente varias explotaciones, con métodos muy efectivos, en un anticipo de su futura capacidad para administrar el estado provincial.

Los inicios en la política[editar]

Hasta 1820 se dedicó a sus actividades privadas. Desde ese año hasta su caída producida en la batalla de Caseros, en 1852, consagraría su vida a la actividad política, liderando —ya en el gobierno o fuera de él— la provincia de Buenos Aires, que contaba no sólo con el territorio productivo más rico de la naciente Argentina, sino con la metrópolis más importante la ciudad de Buenos Aires- y el puerto que concentraba el comercio exterior de las restantes provincias, así como el control de la aduana. En relación a estos recursos se desarrollaron gran parte de los conflictos institucionales y las guerras civiles del siglo XIX en la Argentina, controlados hasta la caída de Rosas por la provincia de Buenos Aires.

En 1820 concluyó la etapa del Directorio con la renuncia de José Rondeau a consecuencia de la Batalla de Cepeda. Fue en esa época que Rosas comenzó a involucrarse en la política, al contribuir a rechazar la invasión del caudillo Estanislao López al frente de sus “Colorados del Monte”. Participó en la victoria de Dorrego en Pavón, pero junto a su amigo Martín Rodríguez se negó a continuar la invasión hacia Santa Fe, donde Dorrego fue derrotado completamente en la Batalla de Gamonal.

Con apoyo de Rosas y otros estancieros fue electo gobernador su colega el general Martín Rodríguez. El 1ro de octubre estalló una revolución, dirigida por el coronel Manuel Pagola, que ocupó el centro de la ciudad. Rosas se puso a disposición de Rodríguez, y el día 5 inició el ataque, derrotando completamente a los rebeldes. Los cronistas de esos días recordaron la disciplina que reinaba entre los gauchos de Rosas,3 que fue ascendido al grado de coronel. Con Rodríguez, el grupo de los estancieros empezó a tener un papel público.

También fue parte de las negociaciones que concluyeron con el Tratado de Benegas, que ponía fin al conflicto entre las provincias de Santa Fe y Buenos Aires. Fue el responsable del cumplimiento de una de las cláusulas secretas del mismo: entregar al gobernador Estanislao López 30.000 cabezas de ganado como reparación de los daños causados por las tropas bonaerenses en su territorio. La cláusula era secreta, para no "manchar el honor" de Buenos Aires. Así se iniciaba la alianza permanente que tendría esta provincia con la de Buenos Aires hasta 1852.

Los primeros años después de la disolución de los poderes nacionales fueron un período de paz y prosperidad en Buenos Aires, principalmente debido a que Buenos Aires usufructuó en su exclusivo provecho las rentas de la Aduana, una fuente inagotable de riqueza que la provincia decidió no compartir con sus hermanas ni con ejércitos exteriores.

Entre 1821 y 1824 compró varios campos más, especialmente la estancia que había sido del virrey Joaquín del Pino y Rozas (conocida como Estancia del Pino, en el partido de La Matanza), a la que llamó San Martín en honor del general José de San Martín.

También aprovechó la ley de enfiteusis promovida por el ministro Bernardino Rivadavia para aumentar sus campos. En lugar de ayudar a los pequeños hacendados, esta ley terminó dejando en propiedad de unos pocos grandes terratenientes cerca de la mitad de la superficie de la provincia.

Afiche de la época de Rosas

Los desórdenes producidos por la Anarquía del Año XX habían dejado desguarnecida la frontera sur, por lo que habían recrudecido los malones. Martín Rodríguez dirigió entonces tres campañas al desierto, usando una extraña mezcla de diálogos de paz y guerra con los indígenas. En 1823 fundó Fuerte Independencia, la actual ciudad de Tandil. En casi todas estas campañas lo acompañó Rosas, que también participó de una expedición en que el agrimensor Felipe Senillosa delineó y estableció planos catastrales de los pueblos del sur de la provincia. El jefe nominal de esa campaña era el coronel Juan Lavalle.

Durante la guerra del Brasil, el presidente Rivadavia lo nombró comandante de los ejércitos de campaña a fin de mantener pacificada la frontera con la población indígena de la región pampeana, cargo que volvió a ejercer después, durante el gobierno provincial del coronel Dorrego.

En 1827, en el contexto previo al inicio de la guerra civil que estallaría en 1828, Rosas era un dirigente militar, representante de la aristocracia rural, socialmente conservadora. Estaba alineado a la corriente federalista, adversa a la influencia foránea y a las iniciativas de corte liberal preconizadas por la tendencia unitaria.

La revolución de diciembre[editar]

Terminada la guerra del Brasil, el gobernador Manuel Dorrego fue obligado —por una intensa presión diplomática y financiera— a firmar la paz y la independencia de Uruguay, y la libre navegación de los ríos; lo que fue visto por los miembros del ejército en operaciones como una traición. En respuesta, la madrugada del 1 de diciembre de 1828, el general unitario Juan Lavalle tomó el Fuerte de Buenos Aires y reunió a los unitarios en la iglesia de San Francisco, donde —a nombre del pueblo— fue elegido gobernador Lavalle, utilizando un concepto restrictivo del término "pueblo". Siguiendo la misma lógica, disolvió la legislatura.

Dorrego se retiró al interior de la provincia y buscó la protección del comandante de campaña, Rosas. Éste lo ayudó a reunir un pequeño ejército pero fueron atacados sorpresivamente en la batalla de Navarro, siendo derrotados.

Rosas aconsejó a Dorrego que huyera hacia Santa Fe pero el gobernador se negó. Cuando Rosas le criticó su falta de previsión ante la revolución unitaria, Dorrego respondió:

Señor don Juan Manuel: que usted me quiera dar lecciones de política, es tan avanzado como si yo me propusiera enseñar a usted cómo se gobierna una estancia.

Rosas lo abandonó, marchándose hacia la provincia de Santa Fe, mientras Dorrego se refugiaba en Salto, en el regimiento del coronel Ángel Pacheco. Pero, traicionado por dos oficiales de éste —Bernardino Escribano y Mariano Acha— fue enviado prisionero a Lavalle. Éste, influido por el deseo de venganza de los ideólogos unitarios, fusiló a Dorrego y se hizo cargo de toda la responsabilidad. En su última carta, escrita a Estanislao López, Dorrego pedía que su muerte no fuera causa de derramamiento de sangre. Pese a este pedido, su fusilamiento dio paso a una larga guerra civil, la primera en que estuvieron simultáneamente implicadas casi todas las provincias argentinas.

A principios de enero de 1829, el general José María Paz, aliado de Lavalle, iniciaba la invasión de la provincia de Córdoba, donde derrocaría al gobernador Juan Bautista Bustos. De ese modo se generalizó la guerra civil en todo el país.

Lavalle envió ejércitos en todas direcciones, pero varios pequeños caudillos aliados de Rosas organizaron la resistencia. Los jefes unitarios recurrieron a toda clase de crímenes para aplastarla. No se ha difundido la memoria de estos hechos, pues ocurrieron en el campo y sus víctimas fueron gauchos y personas pertenecientes a clases sociales más humildes.4

El gobernador intruso envió al coronel Federico Rauch hacia el sur, y una de sus columnas, al mando del coronel Isidoro Suárez, derrotó y capturó al mayor Mesa, que fue enviado a Buenos Aires y ejecutado. Al frente del grueso de su ejército, Lavalle avanzó hasta ocupar Rosario. Pero, poco después, López dejó sin caballos a Lavalle, que se vio obligado a retroceder. López y Rosas persiguieron a Lavalle hasta cerca de Buenos Aires, derrotándolo en la batalla de Puente de Márquez, librada el 26 de abril de 1829.

Mientras López regresaba a Santa Fe, Rosas sitió la ciudad de Buenos Aires. Allí crecía la oposición a Lavalle (a pesar de que los aliados de Dorrego habían sido expulsados), sobre todo por el crimen sobre el gobernador. Lavalle aumentó la persecución sobre los críticos, lo que le llevaría mucho apoyo a Rosas, en la ciudad que siempre fue la capital del unitarismo.

Lavalle, desesperado, se lanzó a hacer algo insólito: se dirigió, completamente solo, al cuartel general de Rosas, la Estancia del Pino. Como éste no se encontraba, se acostó en su catre de campaña a esperarlo. Al día siguiente, 24 de junio, Lavalle y Rosas firmaron el Pacto de Cañuelas, que estipulaba que se llamaría a elecciones, en las que sólo se presentaría una lista de unidad de federales y unitarios, y que el candidato a gobernador sería Félix de Álzaga.

Lavalle presentó el tratado con un mensaje que incluía una inesperada opinión sobre su enemigo:

“Mi honor y mi corazón me imponen remover por mi parte todos los inconvenientes para una perfecta reconciliación...Y sobre todo ha llegado el caso de que veamos, tratemos y conozcamos de cerca de Juan Manuel de Rosas como a un verdadero patriota y amante del orden.”

Pero los unitarios presentaron la candidatura de Carlos María de Alvear, y al precio de treinta muertos ganaron las elecciones. Las relaciones quedaron rotas nuevamente, obligando a Lavalle a un nuevo tratado, el pacto de Barracas, del 24 de agosto. Pero, ahora más que antes, la fuerza estaba del lado de Rosas. A través de este pacto se nombró gobernador a Juan José Viamonte. Éste llamó a la legislatura derrocada por Lavalle, allanándole a Rosas el camino al poder.

Primer gobierno[editar]

Juan Manuel de Rosas

La Legislatura de Buenos Aires proclamó a Juan Manuel de Rosas como Gobernador de Buenos Aires el 6 de diciembre de 1829, honrándolo además con el título de "Restaurador de las Leyes e Instituciones de la Provincia de Buenos Aires" y en el mismo acto le otorgó "todas las facultades ordinarias y extraordinarias que creyera necesarias, hasta la reunión de una nueva legislatura". No era algo excepcional: las facultades extraordinarias ya les habían sido conferidas a Manuel de Sarratea y a Rodríguez en 1820, y a los gobernadores de muchas otras provincias en los últimos años; también Viamonte las había tenido.

El mismo día en que juró su cargo, declaró al diplomático uruguayo Santiago Vázquez:

Creen que soy federal; no señor, no soy de partido alguno sino de la Patria... En fin, todo lo que yo quiero es evitar males y restablecer las instituciones, pero siento que me hayan traído a este puesto.

Lo primero que hizo Rosas fue realizar un extraordinario funeral, trayendo los restos de Dorrego a la capital; con eso se captó la voluntad de los seguidores del fallecido líder del partido federal, sumando automáticamente el apoyo del pueblo humilde de la capital al que ya tenía de la población rural.5

Segùn Halperín Donghi, citado por Mario "Pacho" O’Donnell, Rosas 6

«... era un autócrata por naturaleza y hasta el fin de sus días se mostró convencido de que a los países había que gobernarlos con mano fuerte para evitar lo que él consideraba su natural tendencia a la anarquía. Hay quien afirma que Rosas conocía la obra del francés Bossuet, defensor del absolutismo monárquico, cuyas ideas textuales reproduciría en sus escritos: "El rey puede compararse con un padre y recíprocamente un padre puede ser comparado con el rey,...Amar, gobernar, recompensar y castigar es lo que deben hacer un rey y un padre"».

Respecto a la forma de organización constitucional del estado y al federalismo, Rosas fue un pragmático. En cartas enviadas en 1829 al general Tomás Guido, al general Eustoquio Díaz Vélez y a Braulio Costa, el financista de Quiroga, les escribía para informarles que

El General Rosas es unitario por principio, pero que la experiencia le ha hecho conocer que es imposible adoptar en el día tal sistema porque las provincias lo contradicen, y las masas en general lo detestan, pues al fin sólo es mudar de nombre.7

La guerra civil en el interior[editar]

El general José María Paz había ocupado Córdoba y había derrotado a Facundo Quiroga. Rosas envió una comisión a mediar entre Paz y Quiroga, pero éste fue derrotado y se refugió en Buenos Aires. Rosas le hizo dar un recibimiento triunfal —como si hubiese sido el vencedor— aunque el caudillo consideraba que la guerra había terminado para él.

Paz aprovechó la victoria para invadir las provincias de los aliados de Quiroga, colocando en ellos gobiernos unitarios. Los bandos quedaban definidos: las cuatro provincias del litoral, federales; las nueve del interior, unitarias y unidas desde agosto de 1830 en una Liga Unitaria, cuyo "supremo jefe militar" era Paz.

A los pocos meses, en enero de 1831, Rosas y Estanislao López impulsaron el Pacto Federal entre Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos. Éste, que sería uno de los "pactos preexistentes" mencionados en la Constitución de la Nación Argentina, tenía como objetivo poner un freno a la expansión del unitarismo encarnado en el general Paz. Corrientes se adheriría más tarde al Pacto, porque el diputado correntino Pedro Ferré intentó convencer a Rosas de nacionalizar los ingresos de la aduana de Buenos Aires e imponer protecciones aduaneras a la industria local. En este punto, Rosas sería tan inflexible como sus antecesores unitarios: la fuente principal de la riqueza y del poder de Buenos Aires provenía de la aduana.

El caudillo santiagueño Juan Felipe Ibarra, refugiado en Santa Fe, logró que López iniciara acciones contra Córdoba. Serían acciones guerrilleras, porque en ese tipo de acciones tenía ventaja sobre las disciplinadas tropas de Paz. A principios de 1831, el ejército porteño inició también las operaciones, al mando de Juan Ramón Balcarce; pero el ejército porteño nunca llegó a unirse al santafesino.

Cuando el coronel Ángel Pacheco derrotó a Juan Esteban Pedernera en la batalla de Fraile Muerto, Paz decidió hacerse cargo personalmente del frente oriental.

Por su lado, Quiroga decidió volver a la lucha. Pidió fuerzas a Rosas, pero éste sólo le ofreció los presos de las cárceles. Quiroga instaló un campo de entrenamiento y, cuando se consideró listo, avanzó sobre el sur de Córdoba. En el camino, Pacheco le entregó los pasados de Fraile Muerto: con ellos conquistó Cuyo y La Rioja en poco más de un mes.

La inesperada captura de Paz por un tiro de boleadoras de un soldado de López, el 10 de mayo, provocó un repentino cambio: Gregorio Aráoz de Lamadrid se hizo cargo del ejército unitario, con el que se retiró hacia el norte y fue vencido por Quiroga en la batalla de La Ciudadela, el 4 de noviembre, junto a la ciudad de Tucumán, con lo cual la Liga del Interior fue disuelta.

Convención de Santa Fe[editar]

En los meses siguientes, las provincias restantes se irían adhiriendo al Pacto Federal: Mendoza, Córdoba, Santiago del Estero y La Rioja en 1831. Al año siguiente, Tucumán, San Juan, San Luis, Salta y Catamarca.

En cuanto terminó la guerra, los representantes de varias provincias anunciaron que, con la pacificación interior, había llegado la ocasión esperada para la organización constitucional del país. Pero Rosas argumentaba que primero se tenían que organizar las provincias y luego el país, ya que la constitución debía ser el resultado escrito de una organización que debía darse primero. Aprovechó una acusación del diputado correntino Manuel Leiva para acusarlo de tener ideas anárquicas y retirar su representante de la convención de Santa Fe. En agosto de 1832, la convención quedaba disuelta, y la oportunidad de organizar constitucionalmente el país se pospuso por otros veinte años.

Por un tiempo, el país quedó dividido en tres áreas de influencia: Cuyo y el noroeste, de Quiroga; Córdoba y el litoral, de López; y Buenos Aires, de Rosas. Por unos años, este triunvirato virtual gobernaría el país, aunque las relaciones entre ellos nunca fueron muy buenas.8

En 1832, en carta a Quiroga, Rosas le dijo

... siendo federal por íntimo convencimiento, me subordinaría a ser unitario si el voto de los pueblos fuese por la unidad.7

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