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SAN AGUSTIN DE HIPONA


Enviado por   •  3 de Julio de 2012  •  6.985 Palabras (28 Páginas)  •  1.048 Visitas

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Agustín de Hipona

San Agustín de Hipona (354-430) es un "genio filosófico y teológico de primera magnitud que domina, como una pirámide, la antigüedad y las edades subsiguientes. Comparado con los grandes filósofos de siglos pasados y de los tiempos modernos, los iguala a todos; entre los teólogos es innegablemente el primero, y ha sido tal su influencia que ninguno de los Padres, escolásticos o reformadores lo ha superado.

Su Función como Doctor de la Iglesia

Agustín era obispo de una ciudad de tercera categoría y tenía escasamente el más mínimo grado de control directo sobre la política; ocupa un sitio aparte en la historia de la humanidad como pensador, cuya influencia se siente aun fuera del terreno de la teología y juega un potentísimo papel en la orientación del pensamiento occidental. Hoy en día se acepta universalmente que, en el campo intelectual, su influencia no tiene rival ni siquiera en Santo Tomás de Aquino y las enseñanzas de Agustín marcan una época aparte en la historia del pensamiento cristiano. Para realzar este importante hecho trataremos de determinar: el rango y grado de influencia que es menester adscribirle a Agustín; la naturaleza o elementos de su influencia doctrinal; las características generales de su doctrina; y el carácter de su genio.

Ante todo, es un hecho notable que los grandes críticos, tanto protestantes como católicos, son casi unánimes en colocar a San Agustín en el rango más alto entre los Doctores y en proclamarlo como el más grande de los Padres. Tal era también la opinión de sus contemporáneos, a juzgar por sus expresiones de entusiasmo recopiladas por los bolandistas. Los papas atribuían una autoridad tan excepcional al Doctor de Hipona que, aun en años más recientes, ha dado lugar a animadas controversias teológicas.

Y la admiración de los críticos protestantes no es menos entusiasta. Más aun, parecería como si ellos hubieran estado en estos últimos tiempos especialmente fascinados por la gran figura de Agustín, como se puede colegir de lo profunda y asiduamente que lo han estudiado y todos ellos están más o menos de acuerdo con Harnack cuando éste pregunta "¿Dónde en la historia de Occidente ha de encontrarse un hombre cuya influencia pueda compararse con la suya?" Lutero y Calvino se contentaron con tratar a Agustín con un poco menos de irreverencia que aquella con la que trataron a los otros Padres, pero sus descendientes le hacen completa justicia, aunque lo reconocen como el padre del catolicismo romano.

Naturaleza y diferentes aspectos de su influencia doctrinal

En primer lugar, en sus obras el gran obispo recoge y condensa los tesoros intelectuales del mundo antiguo y los transmite al nuevo. En filosofía, Agustín se inició en el contenido total y todas las sutilezas de las variadas escuelas sin comprometerse no obstante con ninguna de ellas. En teología fue él quien hizo conocer en la Iglesia Latina el gran trabajo dogmático logrado en el Oriente durante el siglo cuarto y comienzos del quinto. Agustín popularizó los resultados de este trabajo dándoles la forma más exacta y precisa del genio latino. A una síntesis del pasado, Agustín añade la incomparable riqueza de su propio pensamiento, y de él se puede decir que fue el más poderoso instrumento de la Providencia para el desarrollo y avance del dogma. En este campo el peligro no reside en negar sino en exagerar este avance.

De la misma manera que se buscó hacer del paulinismo la fuente real del cristianismo tal como lo conocemos un sistema que había sofocado el primitivo germen del Evangelio de Jesús se concibió la idea de que Agustín había instalado en la Iglesia, bajo el nombre de agustinismo, una especie de sincretismo de las ideas de Pablo con el neoplatonismo, que era una desviación de la antigua cristiandad, sincretismo para algunos afortunado, pero completamente deplorable según otros. Por otra parte, no es posible ignorar su contribución de creatividad y originalidad en el desarrollo del dogma, aunque aquí y allá se manifiestan debilidades humanas en cuestiones especiales.

En general, toda la dogmática cristiana le está en deuda por nuevas teorías que justifican y explican mejor la revelación, nuevos puntos de vista y mayor claridad y precisión. Las muchas controversias con las cuales ha sido identificado, junto con el giro especulativo de su mente, trajeron casi todas las cuestiones bajo el campo de su investigación. Aun su manera de plantear los problemas dejó de tal modo su impronta en ellos, que casi podría decirse que no hay problema para cuya consideración los teólogos no sientan una obligación imperativa de estudiar el pensamiento de Agustín. En particular, Agustín desarrolló tan ampliamente ciertos dogmas, sacando tan hábilmente de su envoltura de tradición el fructífero germen de la verdad, que muchos de estos dogmas han sido etiquetados como "agustinismo." Agustín no fue su inventor, sino solamente el primero que los colocó bajo una poderosa luz. Ahora bien, Agustín no es solamente el Doctor de la Gracia, sino también el Doctor de la Iglesia: sus veinte años de conflicto con el donatismo condujeron a una completa exposición de los dogmas de la Iglesia, el gran trabajo sobre el Cuerpo Místico de Cristo y el verdadero Reino de Dios, sobre su parte en la salvación y sobre la íntima eficacia de sus sacramentos. Sobre este punto, en el centro mismo de la teología agustiniana, es sobre el que ha concentrado Reuter sus Augustinische Studien.

Agustín se destaca también como el gran inspirador del pensamiento religioso de las edades subsiguiente. En primer lugar, es un hecho de capital importancia que, con San Agustín, el centro del desarrollo dogmático y teológico pasó del Oriente al Occidente. Por consiguiente, también desde este punto de vista, Agustín marca una época en la historia del dogma. Los críticos sostienen que hasta su tiempo, la más poderosa influencia era ejercida por la Iglesia Griega, y el Este había sido la tierra clásica de la teología, el gran taller para la elaboración del dogma. Desde el tiempo de Agustín, la influencia predominante parece emanar de Occidente, y el espíritu plástico y realista de la raza latina suplanta al espíritu especulativo e idealista de Grecia y del Oriente. No menos saliente, es el hecho de que fue el Doctor de Hipona quien, en el seno de la Iglesia, inspiró los dos movimientos aparentemente antagónicos, el escolasticismo y el misticismo. Desde Gregorio Magno a los Padres de Trento, la autoridad de Agustín, indisputablemente la mayor, domina a todos los pensadores.

Para mejor entender la influencia de San Agustín, tenemos que llamar la atención sobre

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