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Actividades Para Empezar Bien El Dia


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2014  •  1.198 Palabras (5 Páginas)  •  598 Visitas

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ESCUELA SECUNDARIA No. 90

JOSÉ P. SALDAÑA

DIDIMA Y EGIRA SIN EL PORVENIR

ACTIVIDADES PARA EMPEZAR BIEN EL DIA BIOLOGIA

NOMBRE______________________________________________ GRUPO_____No. L._______

Profra. Linoé Valdez martínez

INSTRUCCIONES: EN LA SOPA DE LETRAS ENCUENTRA LAS PALABRAS RELACIONADAS CON LA NUTRICION

ESCUELA SECUNDARIA No. 90

JOSÉ P. SALDAÑA

DIDIMA Y EGIRA SIN EL PORVENIR

ACTIVIDADES PARA EMPEZAR BIEN EL DIA BIOLOGIA

NOMBRE______________________________________________ GRUPO_____No. L._______

ESCUELA SECUNDARIA No. 90

JOSÉ P. SALDAÑA

DIDIMA Y EGIRA SIN EL PORVENIR

ACTIVIDADES PARA EMPEZAR BIEN EL DIA BIOLOGIA

NOMBRE______________________________________________ GRUPO_____No. L._______

EL BÚFALO CAFRE

Hay animales, como los antílopes y gacelas, que se han hecho célebres por su belleza. Otros, como el león, llaman la atención por su bravura y orgulloso porte. Finalmente, los gigantes, como los elefantes y jirafas, impresionan por sus colosales proporciones. Pero existe una criatura africana que, al margen de su tamaño, su porte y su apariencia física, es famosa entre todos los cazadores y zoólogos, precisamente por su peligrosidad. Me refiero al búfalo cafre, el gran bóvido de las sabanas. Porque se sabe que este herbívoro ha causado más víctimas entre sus enemigos naturales incluido el hombre, que cualquier fiera, aparentemente más agresiva e incontrolable.

Para los cazadores europeos y americanos que buscan en África emociones fuertes, el búfalo ha constituido siempre una pieza codiciada. Porque si el tirador no acierta a derribarlo del primer disparo, su obligado rastreo resulta sumamente peligroso. El búfalo herido se retira hacia los más impenetrables matorrales y trata siempre de dar un rodeo para atacar por la espalda al hombre que lo busca, en un paraje que dificulta la visibilidad y los movimientos.

En la carga, el sólido rumiante, que puede alcanzar la tonelada de peso, avanza en línea recta, quebrando el matorral a su paso. Contrariamente a los toros, lleva siempre la cabeza levantada y el hocico al viento, para no perder el contacto olfativo con la víctima. Su fino oído y su aguda vista completan el dispositivo agresor, conjugándose con una agilidad inesperada en el volumen del rumiante. Sus cuernos, extraordinariamente macizos, forman como un casco sobre la frente, para curvarse luego hacia abajo y emerger en dos afiladas puntas laterales. Basta el simple

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