ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

BIOLOGÍA ADAPTACIÓN


Enviado por   •  26 de Julio de 2011  •  1.918 Palabras (8 Páginas)  •  917 Visitas

Página 1 de 8

Tarea de Biología

Evolucion

1.- Imagen para comparar cadenas de ADN

2.- Comparar cariotipos del hombre y del chimpancé. Identificar en la figura anexa algún dúo de cromosomas exactamente homólogos, o casi homólogos, en su forma y patrón de bandas. Los cromosomas a la izquierda de cada dúo son humanos. La numeración corresponde al cariotipo humano. Explicar que dos cromosomas son homólogos cuando presentan el mismo patrón de bandas G (teñidas con colorante Giemsa), en el sentido citogenético. Elaborar un explicación para las homologías y diferencias observadas, considerando que ambas especies provienen de algún ancestro común.

3.- Comparar en la tabla siguiente las secuencias parciales del gen de la enzima NADdeshidrogenasa, en cinco grupos de primates. Colorear de amarillo suave los segmentos

homólogos. Cuantificar el porcentaje de homologías entre los diferentes grupos y ordenarlos en una tabla. Hacer una pequeña descripción de estas observaciones discutiendo el significado de la magnitud de las homologías en términos de cercanía filogenética.

No te han hecho el uniforme a medida, ¿verdad? —comentó Patrice, alisándose la falda mientras nos preparábamos para el primer día de clase.

¿Cómo no me había dado cuenta antes? Las alumnas «legítimas» de Medianoche habían enviado sus uniformes a un sastre para que les metiera a las camisas por aquí o a las faldas por allá y conseguir que quedaran elegantes y favorecedores en vez de ramplones y asexuales. Como el mío.

—No, no se me ocurrió.

—Pues nunca lo olvides —dijo Patrice—. La ropa a medida es un mundo a parte. Ninguna mujer debería descuidar su aspecto.

Ya me había dado cuenta de lo mucho que le gustaba dar consejos y demostrar lo sofisticada e inteligente que era, algo que me habría fastidiado bastante de no ser porque tenía toda la razón del mundo. Lancé un suspiro y seguí con lo mío: intentar que el cabello no me quedara abultado detrás de la cinta. Tarde o temprano vería a Lucas y quería tener el mejor aspecto posible, o al menos el mejor posible con aquella piltrafa de uniforme.

Después de hacer una larga cola en el gran vestíbulo, recogimos el listado de las asignaturas que nos habían asignado. Nos iban entregando una hoja de papel de uno en uno, tal como se había hecho durante cientos de años. Los alumnos que iban acercándose armaban bastante menos escándalo que los de mi antigua escuela en su misma situación. Parecía que todo el mundo conocía el funcionamiento.

Aunque tal vez lo del silencio solo fueran imaginaciones mías. Era como si mi ansiedad engullera el sonido y lo enmudeciera todo, hasta tal punto que empecé a preguntarme si alguien me oiría en el caso de ponerme a gritar.

Patrice no se separó de mí la primera hora, pero solo porque íbamos juntas a la primera clase, la asignatura de Historia estadounidense que impartía mi madre, el único pariente que tendría por profesor. En vez de la clase de Biología de mi padre, un tal profesor Iwerebon sería el encargado de darme Química. Me sentía incómoda caminando junto a Patrice sin saber qué decir, aunque tampoco tenía nada mejor que hacer... hasta que vi a Lucas. La luz que se colaba a través del cristal escarchado de los pasillos bañaba de bronce su cabello castaño dorado. Al principio creí que nos había visto, pero siguió caminando sin perder paso.

Esbocé una sonrisa.

—Nos vemos luego, ¿vale? —le dije a Patrice, alejándome de ella. Patrice se encogió de hombros mientras buscaba otras amigas con quienes pasear—. Lucas —lo llamé.

Ni siquiera pareció oírme. No quería ponerme a gritar, así que apreté el paso para darle alcance. Iba en dirección contraria a la mía —por lo visto no estaría en la clase de mi madre—, pero estaba dispuesta a correr el riesgo de llegar tarde.

—¡Lucas! —insistí, esta vez más alto.

Se volvió lo justo para ver quién lo llamaba y luego miró a su alrededor, como si le preocupara que alguien nos oyera.

—Eh, ¿qué tal?

¿Dónde estaba mi protector del bosque? El chico que tenía delante no se comportaba como si se preocupara por mí, sino como si no me conociera. Aunque en realidad no me conocía, ¿verdad? Habíamos hablado una sola vez y en el bosque, cuando había intentado salvarme la vida y yo se lo había agradecido haciéndole callar. Solo porque yo creyera que eso era el inicio de algo no significaba que lo fuera.

De hecho, daba la impresión de que no me conocía de absolutamente nada. Lucas volvió la cabeza un segundo, me saludó fugazmente con la mano y un gesto de cabeza, como cuando alguien saluda a un conocido cualquiera, y siguió caminando hasta que desapareció entre la multitud.

Ahí estaba, me acababan de dar calabazas. Me pregunté cómo era posible que entendiera a los chicos aún menos de lo que creía.

El lavabo de las chicas de esa planta estaba cerca, así que me colé en uno de los compartimentos y me rehice como pude en vez de echarme a llorar. ¿Qué había hecho mal? A pesar de lo extraño que había sido nuestro primer encuentro, Lucas y yo habíamos acabado manteniendo una conversación tan íntima como las que tenía con mis mejores amigas. Tal vez no supiera mucho de chicos, pero estaba convencida de que habíamos conectado. Me había equivocado. Volvía a estar sola en Medianoche y me sentía mucho peor que antes.

Cuando por fin me hube calmado, salí corriendo hacia la clase de mi madre, a la que por poco llego tarde. Ella me fulminó con la mirada y yo me encogí de hombros y me apoltroné en uno de los pupitres de la última fila. Entonces pasó de inmediato del modo madre al modo profesora.

—Veamos, ¿quién sabría decirme algo sobre la guerra de la Independencia? —Juntó las manos y miró expectante a sus alumnos. Me arrellané en el asiento, aunque sabía que no me preguntaría

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (11.6 Kb)   pdf (90.9 Kb)   docx (14.2 Kb)  
Leer 7 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com