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Buenos Aires Está Cambiando: Entre Los Consumos Culturales Y Los Barrios Cerrados


Enviado por   •  19 de Diciembre de 2012  •  4.832 Palabras (20 Páginas)  •  505 Visitas

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Buenos Aires está cambiando: entre los consumos culturales y los barrios cerrados

por Ana Wortman y Cecilia Arizaga

Instituto Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales

Universidad de Buenos Aires.

Introducción

En este trabajo interesa analizar el fenómeno urbano de los barrios cerrados, teniendo en cuenta las transformaciones que implica desde el punto de vista de las dimensiones de lo público y lo privado. Por otra parte, mi intención consiste en formular cierta teoría implícita en el ejercicio de mudarse, vivir u ofrecer a otros las bondades de los barrios cerrados; afines a los postulados de Epicuro (341-270 A.C.). Procuro realizar una lectura de este proceso de segregación espacial desde los postulados del filósofo griego respecto al dolor, el placer, la felicidad y la vida política.

El trabajo preliminar que se condensa aquí se apoya en algunas obervaciones de campo y entrevistas informales, el análisis de material periodístico y en una indagación sobre los barrios cerrados -que dista de ser exhaustiva porque la bibliografía es vasta y sigo recopilándola- en torno a la teoría del placer de Epicuro. Este constituye, pues, mi primer acercamiento a una problemática urbana que se abre, infinita, hacia diversos horizontes, susceptible de múltiples lecturas.

Posteriormente me interesaría abordar la temática de los barrios con candado desde algún estudio sistemático en diversos escenarios, incluyendo entre ellos aquel donde desarrollo mi actual investigación: el barrio del Abasto. Si bien dicha investigación gira en torno a otro fenómeno urbano en apariencia antagónica al de los barrios con candado -las ocupaciones de casas tomadas y específicamente, la construcción de identidades de sus habitantes-, las profundas transformaciones que están sucediendo actualmente en el mercado de Abasto y sus alrededores entrecruzan ambas modalidades de hábitat.

En efecto, el mercado se está convirtiendo en shopping y a fuego lento, las casas tomadas que lo rodean son desalojadas en pos de la construcción de la expresión comprimida de los barrios cerrados en la ciudad: las torres country. Se trata de una suerte de monoblocks con glamour que intentan dejar el dolor fuera de sus murallas, aunque los obreros mueren en sus alturas. Los ocupantes se extinguen y son sustituidos en el espacio barrial por los flamantes dueños de los departamentos de las torres country.

Pero volvamos a lo nuestro. Ahora los invito a cruzar el espacio -la General Paz hacia cualquiera de los puntos cardinales- en busca de los barrios cerrados. Y a cruzar, también, las fronteras del tiempo, en busca de los pocos rollos sobrevivientes de Epicuro, ya que la mayoría de su obra se ha extraviado. Y, como decía Foucault, veamos qué podemos hacer con estos fragmentos...

La metamorfosis del espacio, o la supresión del agora.

"El mundo está verdaderamente constituido cuando se forma alrededor de él una envoltura delgada, hecha con una redecilla de átomos que lo separa del espacio circundante. Si llega a romperse (...), el mundo que protegía se disgrega y sus átomos se dispersan en el vacío infinito..."

(Fragmento de la concepción cosmogónica de Epicuro). 2

La expresión barrio con candado se utiliza para designar al fenómeno actual de acelerada expansión de barrios privados. Este "boom" está vinculado a la consolidación de los countries, que han triplicado su población permanente desde 1992. Los barrios privados son la versión "ajustada" del country: se paga sólo por la seguridad y el mantenimiento de los parques externos.

Los barrios amurallados 3 -también denominados clubes privados- constituyen un fenómeno en ciudades como San Pablo y México. En las zonas privilegiadas de las afueras de las grandes ciudades latinoamericanas, se cierran las calles de uso público para exclusivo disfrute de los habitantes del sector, quienes pagan un vigilante a la entrada, construyen una muralla al ingreso e imponen que sólo previa identificación alguien pueda ingresar al predio protegido, que adquiere la forma de un verdadero laberinto 4 de características restrictivas 5 .

Pero cerrar un barrio no consiste solamente en levantar un muro o colocar un alambrado; no se trata de una cuestión estética ante eventuales vistas panorámicas con poco glamour 6 . Sofisticados dispositivos de seguridad proporcionan la "libertad" del barrio cerrado y garantizan su tan mentada "calma chicha": alarmas, garitas, cámaras, patrullajes, rejas, tarjetas de acceso, custodias... Y aquí reside toda la paradoja de las murallas: la distancia física entre ricos y pobres es menor, aunque instaurada con mecanismos más complejos. 7

De este modo el mundo privado se enfatiza, se acentúa en diversos signos -visibles o no 8 - de atrincheramiento, hasta volverse redundante. 9

En este contexto y al menos para estos habitantes, lo privado se encuentra separado de lo público, de tal modo que lo absorbe y reduce su extensión. 10 Podríamos admitir incluso que el crecimiento vertiginoso de los barrios con candado supone una inversión de los términos de lo público y lo privado: en el mismo gesto en que se pretende que lo privado sea visto como público -se lo vende como lo abierto, lo libre, lo natural- lo público es tratado como un residuo, considerado irrelevante. 11 En efecto, fuera de los barrios con candado permanecen aquellos que nunca podrán encontrar la llave para entrar.

En el mismo sentido, Silva designa este proceso como una deformación del espacio público de la ciudad que, lejos de rechazarse y condenarse, "...contagia sus resultados y hoy distintos barrios en estas ciudades siguen erigiéndose como castillos 12 aislados del resto del mundo". Y concluye: "...la ciudad, en tan neurótica dimensión, se parece más a la guarida asediada que al espacio del beneficio colectivo". 13

Se trata de un mundo acotado, previsible, mientras que lo público da cuenta de un suceder, de encuentros, de posibilidades infinitas. Del otro lado de las murallas existe un mundo que se intenta dejar fuera: el del pequeño almacén, el baldío, el mendigo, el ocupante ilegal, el villero... El de un peligro anónimo pero posible que se evita de un modo pragmático: auto-excluyéndose de él. Los barrios privados, pues, se vinculan con la supresión del ágora.14

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