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Celulas Madres


Enviado por   •  14 de Junio de 2012  •  1.335 Palabras (6 Páginas)  •  510 Visitas

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embriología muestra la humanidad de la vida naciente

WASHINGTON, sábado, 11 junio 2005 (ZENIT.org).- El debate bioético se ha caldeado con la reciente aprobación en la Cámara de Representantes de Estados Unidos de la financiación de la investigación de células madre con embriones humanos, y los anuncios de clonaciones humanas en Corea del Sur e Inglaterra. Los experimentos de clonación en ambos casos fueron completados con la finalidad de producir células madre para la investigación médica y para posibles tratamientos.

Un argumento común utilizado por los investigadores es que, de todos modos, las células madre utilizadas en su investigación no son verdaderamente vida humana, sino sólo un cúmulo de células. Además, muchos de los que apoyan que se permitan estos experimentos rechazan la oposición como algo anticientífico, y un intento de los moralistas de imponer sus puntos de vista a la sociedad.

Después de que el presidente de Estados Unidos amenazara con vetar cualquier financiación adicional a las células madre aprobada por el Congreso, un editorial del New York Times del 26 de mayo afirmaba: «Sus acciones están basadas en las profundas creencias religiosas de parte de algunos conservadores cristianos, y presumiblemente del presidente mismo. Tales convicciones merecen respeto, pero es erróneo imponerlas en una nación pluralista».

El mismo día, el columnista del Washington Post, Richard Cohen, criticaba también la oposición a la investigación con células madre diciendo: «Les concedo que estamos emprendiendo un viaje intelectual y ético que asusta, pero lo hacemos para salvar vidas, para hacerlas soportables, para reparar lo roto y curar al enfermo. ¿Qué hay de malo en ello?». También condenaba a los que calificó de «conservadores religiosos» que «han impuesto sus convicciones religiosas al resto de nosotros».

Bien para todos

Atacar la religión podría ser sólo un truco retórico utilizado para ignorar voluntariamente la validez de los argumentos planteados por quienes se oponen a la clonación y a la investigación con células madre. Pero se levantan cuestiones sobre la base de la oposición a estas técnicas.

El cardenal Dionigi Tettamanzi, arzobispo de Milán, Italia, presentaba una respuesta a estas cuestiones en un artículo publicado en el periódico vaticano L’Osservatore Romano, el 25 de mayo. Titulado, «El Bien de la Vida es un Bien de Todos y para Todos», estaba escrito en el contexto del referéndum italiano sobre la ley de fertilización in vitro que tendrá lugar del 12-13 de junio.

El cardenal comenzaba con algunas reflexiones sobre la legitimidad de defender la vida en sus primeras etapas. Presentaba los siguientes argumentos.

1. La vida humana es siempre un bien. De hecho, es el bien más preciado que existe y es el fundamento de todos los demás bienes que un ser humano puede poseer. Además, la vida de cada persona tiene tan alto valor que no puede compararse con el valor de la vida de otros seres vivos.

El cardenal dejaba claro que hablaba no sólo como creyente en Dios. Apelaba también a la razón humana, en el sentido de que el valor de la vida humana es algo que puede captarse con el uso de la razón y es, por tanto, un principio que puede ser apreciado por todos.

2. Proteger la vida humana es un deber que recae sobre cada uno de nosotros, que se ha de tomar con responsabilidad y decisión. Es, de hecho, un deber cívico dado que la protección de la vida humana es condición irreemplazable para asegurar el bien común de todos.

3. La Iglesia y la comunidad cristiana se une a quienes defienden la vida humana desde el momento de la concepción hasta la muerte. El hecho de que la Iglesia defienda ciertos derechos y deberes no suprime, sin embargo, su legitimidad civil o su autenticidad desde el punto de vista secular.

Debe quedar claro, indicaba el cardenal Tettamanzi, que defender la vida humana es una prerrogativa de todos, no sólo de los cristianos. Además, sería un grave caso de intolerancia ideológica si la actividad civil, legítima en sí misma, se marginara simplemente porque proviene de los cristianos. La democracia misma saldría perdiendo

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