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Contras De Las Investigaciones Cientificas


Enviado por   •  5 de Mayo de 2015  •  1.508 Palabras (7 Páginas)  •  188 Visitas

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Experimentación con animales

La investigación científica debe asegurar que tanto los ensayos clínicos con humanos, -necesarios para comprobar la eficacia de nuevos fármacos-, como la experimentación con animales de laboratorio, se realicen respetando derechos tan básicos como el derecho a la intimidad o protección de datos personales; como el bienestar de los animales, el respeto al medio ambiente y el respeto de todos los principios y compromisos bioéticos que marca la actualidad científica y social.

Para velar por este buen hacer científico, España cuenta con Comités o Comisiones de Ética de la Investigación o de Bioética. En Aragón, destaca el Comité Ético Asesor para la Experimentación Animal (CEAEA) de la Universidad de Zaragoza, creado en el año 2000 y en materia asistencial, el Comité Ético de Investigación Clínica de Aragón (CEICA). (En la imagen, trabajo con ratones transgénicos del Grupo de Ingeniería Genética (INGEN) de la UZ)

Expertos de ambos comités se reunieron el jueves y viernes de la semana pasada en la UZ, con motivo del V Encuentro de los Comités de Ética de las Universidades Españolas, una cita en la que participaron un total de 91 expertos del ámbito académico y del asistencial, siendo la primera vez que este acontecimiento reunía a estas dos vertientes, que conforman la investigación básica, la clínica y la asistencial.

El rector de la Universidad de Zaragoza, Felipe Pétriz, y la consejera de Salud y Consumo del Gobierno de Aragón, María Luisa Noeno, inauguraron este encuentro, en el que participaron un total de 25 universidades españolas, así como organismos como el Ministerio de Medio Ambiente, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Instituto de Salud Carlos III, el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (I+CS) del Gobierno de Aragón, el Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, el Hospital Universitario Miguel Servet y CEAEA.

Ensayos clínicos en Humanos y experimentación animal en Aragón

La cifra de ensayos clínicos en humanos realizados en Aragón en el 2005 fue de 113, la mayoría de ellos (el 60%) fue para comprobar la eficacia de fármacos para el cáncer y, en segundo lugar, para las enfermedades cardiovasculares, las dos principales causas de mortalidad en España. Tal como apuntó el presidente de CEICA, César Loris, también jefe del Servicio de Nefrología Infantil del Hospital Universitario Miguel Servet.

Este experto aseguró que en estos ensayos “se realizan porque no hay garantías de qué va a pasar con la medicación, por lo que el paciente debe sólo participar, sin esperar beneficios”, y dio un dato: un total de 50 proyectos científicos se evaluaron el año pasado desde el Comité Ético de Investigación Clínica de Aragón. Por otra parte, Rosa Morales y Pedro Muniesa, investigadores miembros del comité de organización de este V Encuentro y del CEAEA, explicaron la importancia del “establecimiento de modelos animales modificados genéticamente para los ensayos de posibles acciones terapéuticas”, lo denominados“animales transgénicos”. “La experimentación con cerdos, permitió su aplicación en los transplantes hepáticos, y ahora, esta experiencia prolongada de investigación se hará con los trasplantes de páncreas”, aseguró Morales.

En la Unidad de Biomedicina y Biomateriales de la UZ, es donde se ubican ratones, conejos para estos experimentos, mientras que en la Facultad de Veterinaria, se encuentran animales de mayor tamaño: ovejas, caballos, cerdos, gracias a una superficie de más de 10.000 metros cuadrados. Ambas localizaciones forman parte de los Servicios de Apoyo a la Investigación, dependientes del Vicerrectorado de Investigación.

Experimentación con humanos

La investigación científica constituye el basamento del desarrollo del hombre en el más amplio sentido. Específicamente, la investigación en humanos ha permitido el hallazgo de inmensos beneficios para la humanidad. Sin embargo, los grandes avances en el área de las ciencias de la salud y la pasión por el desarrollo científico han llevado en algunos momentos de nuestra historia a la realización de investigaciones que no han salvaguardado el bienestar de los participantes en las mismas. Múltiples serían los ejemplos que podríamos mencionar, como los estudios realizados por los nazis en los campos de concentración durante la segunda guerra mundial o la investigación de Tuskegee para el estudio natural de la sífilis. El cuestionamiento ético fundamental a estos estudios era que no se tomaba en cuenta los derechos de poblaciones de alguna manera vulnerables, entendiendo por vulnerables el que no tuvieran la capacidad para decidir su participación, ya por condiciones personales (discapacidades cognitivas, enfermedades) o socio-económicas (relaciones de dependencia, pertenecer a una minoría social, no tener acceso a atención médica de otra manera).

A mediados del siglo XX, esta tensión ética entre el desarrollo de la ciencia y los derechos humanos estimuló una serie de debates a nivel mundial que culminaron con el desarrollo de pautas éticas internacionales para el desarrollo de la investigación en humanos. Entre estas podemos mencionar como las más importantes, las aportadas por el Código de Nuremberg, la Declaración de Helsinki y las Pautas Éticas Internacionales para la Investigación Biomédica en Seres Humanos (CIOMS). El propósito de estas pautas es fundamentalmente velar porque el bienestar de los seres humanos tenga siempre primacía sobre los intereses de la ciencia y de la sociedad. No obstante, el progreso de la medicina y el desarrollo de los pueblos se basa muchas veces en la experimentación con seres humanos. ¿Cuál es el límite de la ciencia y cómo podemos seguir desarrollando conocimiento beneficioso para nuestra humanidad sin hacer daño? Ese es el dilema que trata de desentrañar la llamada Ética de la Investigación.

Si asumimos una postura radical en contra de la experimentación con seres humanos o con determinadas poblaciones, podríamos caer en una posición de discriminación y daño hacia esas poblaciones que tratamos de defender, en el sentido de que no produciríamos conocimientos beneficiosos para ellas a partir de su idiosincrasia particular. Por ejemplo, está demostrado en medicina, que lo que puede ser bueno para adultos, no lo es necesariamente para los niños ni para los ancianos ni para las mujeres embarazadas. Así como, lo que puede ser beneficioso para una población europea no lo es necesariamente para una población en la República Dominicana. Si excluimos sin más podríamos estar creando “huérfanos terapéuticos” y estancando nuestro desarrollo científico. Ahora bien, tampoco se trata de irnos al otro extremo y de utilizar personas como “conejillos de indias” o de emplear la investigación con poblaciones vulnerables para satisfacer las necesidades de los países desarrollados o a favor de cualquier tipo de beneficio económico o de mercado o intereses personales.

Se trata de encontrar un equilibrio entre el desarrollo científico y los derechos humanos, permitiendo que el primero siga actuando en beneficio de la humanidad. Para llegar a este equilibrio se ha propuesto el desarrollo de los Comités Independientes de Ética de Investigación, los cuales deben estar constituidos por personas con formación en esta área, y cuya función básica es evaluar los protocolos de investigación en humanos considerando la relación riesgo-beneficio del estudio para los participantes, en el sentido que nunca sean expuestos a riesgos innecesarios y que los beneficios potenciales obtenidos del estudio tengan repercusión en el bienestar y la calidad de vida de los mismos. El Comité de Ética de Investigación tiene también la responsabilidad de supervisar la evolución de la misma y detectar cualquier situación que de alguna manera afecte a los participantes y evitar los sesgos que pudiesen introducir los intereses personales del investigador.

La calidad del trabajo y la vulnerabilidad de los comités son aspectos que también pueden cuestionarse, como sucede con todas las instituciones. Sin embargo, cada vez son más los esfuerzos que se hacen a nivel mundial y en particular, en América Latina, para fortalecerlos y para fomentar una cultura basada en los principios éticos. Desde inicios de los ´90, en nuestro país se ha ido avanzando en el desarrollo de esta cultura

La investigación científica y, sobre todo, la investigación en humanos debe estar cada vez más abierta al público en general para su comprensión y evitar las malas interpretaciones. Si los investigadores y los comités actúan bajo los criterios éticos establecidos no hay nada que ocultar y se debe luchar porque se fortalezca el trabajo de los mismos, sobre todo en un país como el nuestro, vulnerable en muchos sentidos y con muy poca tradición científica; pero que gracias a la voluntad de unos pocos médicos dominicanos, muy meritorios, estamos adentrándonos en ese desarrollo científico mundial. Asimismo, el público debe estar al tanto de los beneficios de este desarrollo y no sólo ver la investigación como “un experimento perjudicial.” De igual forma, sin dudas, se debe luchar en contra de cualquier propuesta disfrazada bajo el nombre de “investigación científica” que viole los derechos de cualquier persona.

La educación en sus derechos de nuestras poblaciones más vulnerables, la información clara y veraz sobre el desarrollo de las investigaciones científicas y el fortalecimiento de los Comités Independientes de Ética de Investigación, pueden contribuir a la homeostasis anhelada entre la ética y la implementación de proyectos de investigación, constituyéndose en las respuestas más adecuadas para la conducción de las investigaciones con seres humanos. Esperamos que estas reflexiones motiven a muchos al estudio de la Ética de la Investigación.

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