DEMOCRATIZACIÓN DE LA EDUCACION

1.4. ¿QUÉ IMPIDE UN VERDADERO PROCESO DE DEMOCRATIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR?

(Ensayo)

La educación en general, y la superior en particular, son instrumentos esenciales para enfrentar exitosamente los desafíos del mundo moderno y para formar ciudadanos capaces de construir una sociedad más justa y abierta, basada en la solidaridad, el respeto de los derechos humanos y el uso compartido del conocimiento y la información. La educación superior constituye, al mismo tiempo, un elemento insustituible para el desarrollo social, la producción, el crecimiento económico, el fortalecimiento de la identidad cultural, el mantenimiento de la cohesión social, la lucha contra la pobreza y la promoción de la cultura de la paz” (Unesco, 1996).

Uno de los mayores desafíos de los sistemas educativos de América Latina es garantizar el derecho a la educación superior para reducir la desigualdad y promover la justicia social. Sin una democratización del acceso a ese nivel educativo no se pueden garantizar sistemas democráticos en donde la trayectoria de vida de las personas no esté determinada por las condiciones sociales de origen.

Si bien podría pensarse que el derecho a la educación superior se encuentra garantizado por el incremento de universidades y su oferta de programas, algunas con ingreso irrestricto, por sus sistemas de admisión con un bajo nivel de selectividad, así como por la enseñanza gratuita predominante en las universidades públicas, no son condiciones suficientes para garantizar el acceso y la permanencia en la educación superior a las poblaciones de bajos recursos económicos. El ingreso a la universidad está, en buena medida, condicionado por el estrato socioeconómico.

Esta problemática de exclusión educativa de los grupos menos favorecidos en términos socioeconómicos constituye uno de los principales obstáculos que impiden la consolidación de un verdadero proceso de democratización de la educación, dado que los sectores más pobres de la población no sólo no alcanzan el nivel superior, sino que un alto porcentaje de ellos no inicia o no termina la escuela media, no es posible garantizar el derecho a la educación superior sin una mirada integral que aborde la exclusión en los distintos niveles del sistema.

Nuestro país, al igual que muchos de América Latina, tiene un largo camino por recorrer en materia de garantizar condiciones de igualdad social para todos sus ciudadanos. Los sectores más desfavorecidos deben enfrentar no sólo las condiciones materiales de existencia asociadas al bajo nivel económico sino también las escasas oportunidades que existen para mejorar sus condiciones de vida.

De la misma manera existen grandes diferencias entre las distintas instituciones de nivel medio según la condición socioeconómica del estudiante, generándose de este modo una segmentación del sistema educativo que da lugar a circuitos educativos de diferente calidad según la población a la que se atiende. En otros términos, si bien todos los egresados del nivel medio acceden a una misma certificación, los provenientes de instituciones de los circuitos más altos se encuentran en mejores condiciones para continuar los estudios superiores; esto evidencia la desigualdad de oportunidades a las que se enfrentan los jóvenes de recursos bajos, que aunque manifiesten su deseo y voluntad de continuar los estudios superiores les es totalmente imposible.

Esta situación pone de manifiesto, al menos dos cuestiones relevantes, por un lado el perfil de los jóvenes que acceden al nivel superior no incluye a los sectores

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