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La Agresión Según Sigmund Freud


Enviado por   •  11 de Julio de 2012  •  Tesis  •  4.909 Palabras (20 Páginas)  •  1.538 Visitas

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1. Introducción

2. La Agresión Según Sigmund Freud

3. Agresión En Los Niños

4. La Agresión En El Hombre

5. Agresión En La Mujer

6. Diferentes tipos de violencia

7. Conclusiones y recomendaciones

8. Bibliografía

1. Introducción

Las frustraciones externas, son impuestas por el medio circundante. Por ejemplo:

El niño puede desear intensamente un determinado juguete, pero las condiciones

Económicas de su hogar no le permiten adquirirlo.

Las frustraciones internas proceden del interior del individuo, o sea de su incapacidad física, mental o emocional para alcanzar un objetivo. Este tipo de frustración representa. para la personalidad del individuo, una amenaza más seria que las externas, pues suele producir una considerable tensión emocional con los consiguientes trastornos de la conducta.

La frustración produce agresión. Este tipo de respuesta puede dirigirse hacia la persona o personas que han causado la frustración, o bien contra un sustituto. También puede tornarse contra el propio individuo. La agresión directa es un procedimiento al que se recurre con mucha frecuencia para sostener el amor propio frustrado. Si un niño es puesto en ridículo por un compañero, lo más natural es que trate de mantener su status atacando el otro a golpes. Pero si no se atreve a contestar directamente, puede encontrar su escape en una conducta agresiva en su casa, ya sea hostilizando a su hermano menor o desobedeciendo a sus padres.

Cuando la agresión se vuelve hacia dentro es más peligrosa para la salud, mental del individuo que cuando se exterioriza. En vez de culpar a los demás, el individuo se culpa así mismo. La autocrítica es necesaria y conveniente. Todos debemos conocer y aceptar nuestras limitaciones, pero cuando la agresión contra el propio yo se lleva a extremos injustificables, el yo se destruye psicológicamente, como ocurre, por ejemplo, en la esquizofrenia.

Los datos sistemáticos más confiables acerca de las influencias de los iguales en la socialización pertenecen a la agresión, La tipificación sexual, el miedo, la conducta moral y el ajuste emocional, que son esencialmente las mismas variables que han estudiado en profundidad los investigadores sobre la socialización a través de la familia.

La presente investigación contempla el análisis de la agresión y la violencia, tanto a nivel general, como las manifestaciones en los niños, el hombre y la mujer, además de cómo influye la televisión en generar violencia en los niños y adolescentes.

2. La Agresión Según Sigmund Freud

Dentro de los muchos estudiosos que se preocuparon por la conducta humana, y

fundamentalmente por el comportamiento agresivo de los seres humanos está Freud padre del psicoanálisis, quien escudriñó las profundidades de la psique, ese mundo misterioso y controvertido de los seres humanos, donde percató que existen fenómenos que se producen como resultado de las múltiples manifestaciones, acciones y reacciones del hombre, que se originaban de los instintos humanos.

Después de haber vivido los horrores de la primera guerra mundial, y de haber analizado un centenar de pacientes neuróticos, llegó a la indiscutible conclusión que el hombre tiene dos fuerzas contrapuestas o instintos que llevan al individuo a la conservación de la vida uno, y a la destrucción y muerte el otro. Igualmente señalaba en torno al comportamiento humano, que el hombre es un campo de batalla en la que se enfrentan esta dos fuerzas biológicas poderosas, que él denominó impulsos de la vida contra el impulso de la muerte.

La primera guerra mundial fue el punto de partida, el motivo fundamental y la línea divisoria en la formación de su teoría de la agresividad.

Tal como expresa Erich Fromm en su obra Anatomía de la Destructividad Humana, haciendo alusión a la teoría de Freud, dice que el mismo consideraba la

agresividad como uno de los instintos componentes del instituto sexual. Por otro lado decía: (Fromm, 1979), "El sadismo correspondería así a un componente agresivo del instinto sexual independizado y exagerado, y por desplazamiento usurpador de la posición principal".

En un principio Freud pensó y así lo expresó que el instinto sexual es el componente primario de la agresividad, posteriormente en sus investigaciones se percató de que la agresividad no sólo provenía del instinto sexual, sino también de los instintos del ego.

La explicación que hace Freud de esta nueva concepción teórica de la agresividad y que no es una tesis absoluta como veremos más adelante se expresa por sí sola cuando en sus posteriores concepciones: nos decía:

La relación de odio con los objetos es más antigua que la del amor, procede del repudio primordial narcisista por parte del ego del mundo externo con su efusión de estímulos. En su calidad de manifestación de la reacción de disgusto provocado por los objetos que da siempre una relación íntima con los instintos conservadores del individuo; de modo que los instintos sexuales y del ego pueden fácilmente formar una síntesis en que se repite la de amor y odio. Freud, se percata posteriormente y después de haber tenido algunas evidencias clínicas sobre el hecho de que el niño no necesariamente repudia al estímulo y odia al mundo por su intrusión sino que "puede afirmarse que los verdaderos prototipos de la relación de odio se derivan no de la vida sexual, sino de la lucha del ego por conservarse y mantenerse.

En su obra más allá del principio del placer escrita en 1920, Freud hace una nueva revisión e interpretación de sus teoría de los instintos en recapitulación, por primera vez hace una dicotomía para diferenciar lo que él consideraba y denominaba EROS o instinto de conservación de la vida en donde la sustancia viva u orgánica es el fundamento y el objeto de conservación mientras el otro instinto que él denomina tanato o instinto de la destrucción y muerte en la eliminación de la materia orgánica por materia inorgánica partiendo de las especulaciones acerca del principio de la vida y de paralelos biológicos saqué la conclusión de que aparte del instinto de conservar la sustancia viva y de unirla en unidades cada vez mayores, debe haber otro instinto contrario que trata de disolver esas unidades y de hacerla regresar a su estado

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