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Normas De Seguridad De Laboratorio


Enviado por   •  8 de Marzo de 2015  •  5.631 Palabras (23 Páginas)  •  273 Visitas

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Centro Universitario UTEG

Normas de laboratorio.

Materiales usados en el laboratorio.

Desecho y neutralización de residuos.

INTRODUCCIÓN

Como alumno desarrollare las prácticas en un laboratorio farmacéutico, debo conocer sus características y las normas de comportamiento en él, para evitar riesgos o accidentes innecesarios. Así mismo debo estar preparado para actuar en caso de emergencia. En el laboratorio se manejan gran cantidad de productos y se efectúan diversas operaciones que conllevan la generación de residuos, en la mayoría de los casos peligrosos para la salud y el medio ambiente. Aunque el volumen de residuos que se generan en los laboratorios es generalmente pequeño en relación al proveniente del sector industrial, no por ello debe minusvalorarse el problema. Unas adecuadas condiciones de trabajo en el laboratorio implican inevitablemente el control, tratamiento y eliminación de los residuos generados en el mismo, por lo que su gestión es un aspecto imprescindible en la organización de todo laboratorio.

Otra cuestión a considerar es la de los derrames, que si bien tienen algunos aspectos coincidentes con los métodos de tratamiento para la eliminación de residuos, la actuación frente a ellos exige la consideración de otros factores como la rapidez de acción, aplicación de métodos de descontaminación adecuados, etc. Para una correcta realización de lo indicado anteriormente es aconsejable designar personas responsables, así como facilitar una completa información a todo el personal del laboratorio sobre estos temas.

Normas de seguridad en el laboratorio de química farmacéutica

Organización

● La organización y distribución física del laboratorio (distribución de superficies, instalación de aparatos procedimientos de trabajo, instalaciones generales, etc.) Debe ser estudiada a fondo y procurar que sea adecuada para el mantenimiento de un buen nivel preventivo.

● Debe de tener espacio suficiente para albergar las distintas dependencias.

● Revestimiento y superficies duraderas y de fácil limpieza.

● Condiciones adecuadas de agua y energía eléctrica y un sistema de desagüe suficiente.

● Ventilación directa y una iluminación natural suficiente.

● Mobiliario adecuado: mesas, estanterías, taburetes, armarios, archivos.

● El laboratorio debe disponer de los equipos de protección individual y de las instalaciones de emergencia o elementos de actuación (duchas, lavaojos, mantas ignífugas, extintores, salida de emergencia, Teléfonos de emergencia, plan de evacuación, botiquín de primeros auxilios etc.)adecuados a los riesgos existentes.

● El laboratorio debe mantenerse ordenado y en elevado estado de limpieza. Deben recogerse inmediatamente todos los vertidos que ocurran, por pequeños que sean.

● No deben realizarse experiencias nuevas sin autorización expresa del responsable del laboratorio ni poner en marcha nuevos aparatos e instalaciones sin conocer previamente su funcionamiento, características y requerimientos, tanto generales como de seguridad.

● La gestión de los residuos debe estar regulada, disponiendo de un plan específico.

Normas de seguridad en el laboratorio

•Cada laboratorio en función de sus riesgos, debe tener instrucciones particulares en caso de incendio. Deberán tenerse en cuenta las recomendaciones generales descritas en el primer apartado "Organización de Actividades".

• Se debe conocer la localización y el funcionamiento de los equipos extintores cuyo mantenimiento periódico asegura su perfecto estado.

• Se debe conocer la señalización de emergencia para evitar que se produzcan equívocos o indecisiones en caso de accidente o fuego.

• Existe un botiquín de primeros auxilios y el profesor responsable conoce las pautas a seguir para solicitar ayuda externa (teléfonos de urgencia, etc.).

• Es necesario conocer el funcionamiento y situación de las duchas de emergencia y lavaojos.

• En relación a las batas de laboratorio se considerarán los siguientes puntos: Deberán tener los puños ajustados a la muñeca, siendo conveniente que sean cerradas en la parte delantera y cuello. Si se manejan productos en polvo con marcada acción biológica, se utilizarán batas sin bolsillos, ya que éstos pueden servir como depósito de suciedad y polvo. En los trabajos de riesgo, se tendrá en cuenta la composición del tejido con el que están fabricadas. Se debe evitar que el lavado de esta ropa de trabajo se realice junto con la ropa de calle.

• Se recomienda disponer siempre de gafas de seguridad que deberán ser de uso individual.

• Se utilizarán los guantes adecuados en función de la tarea que se vaya a desarrollar.

Manipulación del vidrio

•El manejo inadecuado del material de vidrio puede dar lugar a graves accidentes en el laboratorio.

• Es importante saber el tipo de vidrio que se está manejando: vidrio sódico que no soporta altas temperaturas o borosilicato (vidrio pyrex), que es el único que puede calentarse.

• Antes de calentar el vidrio se comprobará la existencia de grietas o estrellas, debiéndose desechar todo material que presente defectos o que haya sufrido un fuerte golpe, aunque no se observen fracturas.

• El vidrio tiene el mismo aspecto cuando está frío que cuando está muy caliente. Antes de tocar los recipientes o conectores que hayan estado sometidos a calor se comprobará cuidadosamente su temperatura.

• No forzar directamente con las manos los cierres, llaves y esmerilados que se hayan obturado. La apertura de cierres esmerilados obturados así como la de ampollas cerradas se realizará llevando protección facial, guantes gruesos, en vitrina, y sobre una bandeja o recipiente compatible con el contenido del frasco o ampolla.

• Cuando se utilizan cubreobjetos deberá revisarse con atención la mesa de trabajo.

• Para cortar una varilla de vidrio se sujetará ésta con un trapo cerca de la marca. Los extremos cortantes se moldearán a la llama.

• Las varillas de gran longitud deben transportarse en posición vertical.

• Al introducir una varilla de vidrio en el agujero de un tapón se protegerán las manos con guantes apropiados o un trapo y se lubricará el tapón con agua. La introducción nunca se forzará.

• Las gomas de los refrigerantes se cortarán cuando no se puedan sacar con facilidad.

• Los recipientes de vidrio no se calentarán a la llama directamente sin una rejilla.

• Los fragmentos de vidrio roto y las piezas defectuosas se eliminarán en recipientes específicos para vidrio y nunca envueltos en papel.

Manipulación de equipos

• Nunca se manejarán equipos sin conocer perfectamente su funcionamiento y sin la supervisión que para cada caso se determine.

• Los equipos eléctricos se conectarán siempre con tomas de tierra. Se vigilará la cercanía de los cables a fuentes de calor y el posible contacto de los equipos con agua.

• Las lámparas ultravioleta pueden causar lesiones oculares y en ocasiones, quemaduras en la piel. Se deberá evitar mirar directamente a la lámpara o en todo caso utilizar gafas especiales.

• El aceite de las bombas de vacío se cambiará con la periodicidad adecuada. En los sistemas de vacío se instalarán trampas adecuadas para evitar que los residuos obturen las conducciones y estropeen la bomba.

• Las centrífugas deberán equilibrarse correctamente teniendo en cuenta las características de las mismas. Siempre se pesarán los tubos para realizar el equilibrado de los mismos. Se prestará especial cuidado en la limpieza del equipo al finalizar la tarea, especialmente del rotor.

• En caso de detectar alguna anomalía durante el funcionamiento de cualquier equipo o aparato, se avisará al responsable del laboratorio o al profesor encargado

Normas de comportamiento en el laboratorio

“No hay mayor protección que trabajar con buenas prácticas de laboratorio, siguiendo la técnica de forma rigurosa y ordenada”.

• Se empleará una bata blanca de manga larga, abrochada, que habrá que quitársela antes de abandonar el laboratorio.

• También hay que utilizar guantes de un solo uso y no tocar nada si están manchados.

Hay que lavarse las manos antes y después de ponerse los guantes.

• Si se tienen heridas hay que cubrírselas con apósitos resistentes al agua.

• No se pipeteará con la boca

• Hay que desinfectar con hipoclorito sódico (lejía) las superficies de trabajo en el caso de que se derrame o salpique una muestra biológica y al finalizar el trabajo.

• No dejar mochilas, carteras, cazadoras ni objetos personales sobre la mesa de trabajo.

• No dejar objetos tirados en el suelo que pudieran ocasionar tropiezos innecesarios.

• No comenzar la práctica hasta asegurarse de que se ha seleccionado y dispuesto sobre la mesa de trabajo todo el material necesario y los aparatos que van a ser utilizados se han enchufado previamente.

• Utilizar siempre gradillas y soportes para sujetar el material que lo precise.

• Hacer las prácticas sin atropellos ni prisas para evitar cometer errores o accidentes.

• Al terminar el trabajo, asegurarse de que los aparatos están desconectados y limpios.

• Seguir la técnica en el orden que marca el protocolo

• No se deberá fumar, comer ni beber en el laboratorio

• No se deberá pegar etiquetas con la boca, chupar bolígrafos o frotarse los ojos con las manos.

• Hay que vacunarse de la hepatitis B.

• En cuanto al manejo de los aparatos eléctricos, no manipularlos con las manos mojadas, debiendo seguir siempre las indicaciones del fabricante y mantenerlos en buenas condiciones de uso.

Rombo NFPA 704

La Norma NFPA 704 establece un sistema de identificación de riesgos para que en un eventual incendio o emergencia, las personas afectadas puedan reconocer los riesgos de los materiales y su nivel de peligrosidad respecto del fuego y diferentes factores. Establece a través de un rombo seccionado en cuatro partes de diferentes colores, indicar los grados de peligrosidad de la sustancia a clasificar.

Las cuatro divisiones tienen colores asociados con un significado.

• El azul hace referencia a los riesgos para la salud

• El rojo indica el peligro de inflamabilidad

• El amarillo señala los riesgos por reactividad: es decir, la inestabilidad del producto.

A estas tres divisiones se les asigna un número de 0 (sin peligro) a 4 (peligro máximo).

En la sección blanca puede haber indicaciones especiales para algunos materiales, indicando que son oxidantes, ácidos, alcalinos, corrosivos, reactivos con agua o radiactivos.

Riesgos a la Salud

Se refiere básicamente a la capacidad de un material de causar daño a la salud a través del contacto o la entrada al cuerpo a través de las diferentes vías de entrada, como son la Inhalación, ingestión y contacto dérmico. Los daños a la salud resultantes del calor del fuego o debidos a la fuerza de la onda expansiva de una explosión, no están considerados en este sistema.

Riesgo de Inflamibilidad

La inflamabilidad se refiere al grado de susceptibilidad de los materiales a quemarse. Algunos materiales pueden arder bajo algunas condiciones específicas, pero no lo podrán hacer bajo otras, la forma o condición del material debe ser considerada y todas sus propiedades inherentes.

Riesgo de Inestabilidad

La inestabilidad se refiere a la susceptibilidad intrínseca de los materiales a liberar energía. Aplica a todos aquellos materiales capaces de liberar energía rápidamente por ellos mismos a través de una auto-reacción o polimerización

Riesgo Especifico

Los peligros especiales se refieren a la reactividad con el agua,

propiedades oxidantes de los materiales que causan problemas especiales, y sustancias alcalinas.

Riesgo Especifico

OX Materiales que tienen propiedad oxidantes

W Materiales que reaccionan violentamente con el agua o explosivamente

SA Materiales gaseosos que son asfixiantes simples (corresponden al

nitrógeno, helio, neón, argón, krypton y xenón)

Grado de Peligro

4 Mortal

3 Muy peligroso

2 Peligroso

1 Poco peligroso

0 Sin riesgo

Riesgo de Incendio

4 Debajo de 25 °C

3 Debajo de 37 °C

2 Debajo de 93 °C

1 Sobre 93 °C

0 No inflama

Grado de Peligro

4 Puede explotar con facilidad

3 Puede explotar en caso de

golpe o calentamiento

2 Inestable en caso de cambio químico violento

1 Inestable si se calienta

0 Estable

Material de laboratorio de uso frecuente.

Los materiales que se utilizan habitualmente en el laboratorio son de vidrio, plástico o porcelana. Las principales ventajas que hacen que elijamos uno u otro de estos materiales son:

• Vidrio. Su gran estabilidad y óptima resistencia térmica.

• Plástico. Es económico, apropiado para contener soluciones alcalinas y sirve para fabricar materiales desechables.

• Porcelana. De gran utilidad cuando se requiere una gran resistencia térmica.

Existen diferentes tipos de vidrio, los cuales varían en su composición. En el laboratorio se manejan los vidrios de borosilicato (Pirex®, Kimax®, etc.) que resisten al calor, a los ataques de productos químicos y que no varían excesivamente de volumen con la temperatura, entre otras ventajas. Otra modalidad de vidrio, el de aluminosilicato (Corex®), es aún más resistente que los anteriores a la rotura y al rayado. Los materiales de plástico presentan otras virtudes. Por ejemplo, las puntas de las pipetas mecánicas o automáticas son de plástico y desechables, por lo que no contaminan las disoluciones en las que las introducimos y no recogen agua por su parte externa, no siendo así necesaria su limpieza. Además, existen materiales plásticos que pueden ser utilizados a temperaturas elevadas, aunque, habitualmente, no tanto como el vidrio, y que resisten métodos de esterilización agresivos como son el autoclavado y el calor seco. Para su estudio se considerará, primero, el material volumétrico y, posteriormente, el no volumétrico.

Material volumétrico

El material volumétrico es específico para medir, contener y transferir volúmenes. Los instrumentos volumétricos están preparados para contener o para verter determinados volúmenes. Así, un instrumento preparado para verter, por ejemplo, una pipeta de 1 ml, está calibrado para dispensar un volumen de 1 ml a una determinada temperatura, que vendrá marcada junto con su capacidad (1 ml) en la pipeta. Los fabricantes indican que sus instrumentos dispensan volú- menes concretos a una cierta temperatura, sin embargo, el vidrio dilata, aunque poco, con el aumento de la temperatura; y, no obstante, existen vidrios, resistentes al calor, que dilatan menos. En el caso del material para contener, por ejemplo, un matraz aforado de 250 ml, el instrumento vendrá calibrado para que conserve un volumen específico de líquido a la temperatura establecida. La principal utilidad de las pipetas y las buretas es la de verter, y los matraces aforados están indicados para contener. Por otro lado, las probetas se usan para verter, cuando tienen un pico que facilita esta acción, o para contener, cuando disponen de tapón. Y, finalmente, los dispensadores y diluidores sirven para verter.

Pipetas

La misión principal de una pipeta es el paso de un volumen, medido con exactitud, de un recipiente a otro. En cada pipeta viene marcada la cantidad y la temperatura a la que se dispensa ese volumen. Las pipetas más comunes para los procedimientos habituales en el laboratorio son las pipetas para transferir, que llevan la marca TD (opcionalmente, también, «Vert» o «Ex»). Asimismo, existen pipetas TD en las que, para terminar de transferir el líquido, debe soplarse por su extremo superior (se reconocen porque cerca de su extremo superior llevan una marca, consistente en dos bandas), y pipetas TC, usadas para contener (muestran las marcas TC, «Cont» o «In»). Existen dos clases principales de pipetas: no mecánicas y mecánicas.

Pipetas no mecánicas o manuales. Son tubos de vidrio que se destinan, como hemos mencionado, a transvasar volúmenes de líquido medidos con exactitud.

Aforadas: sólo miden un único volumen y su parte central suele llevar una dilatación. En ellas, una línea marcada en el vidrio, en su parte superior, indica hasta dónde debe llenarse para incorporar el volumen que se indica en la pipeta. Un caso especial son las pipetas de doble aforo, que presentan dos marcas, una superior y otra inferior. El volumen que recogen estas pipetas es el que queda situado entre las dos líneas de aforo.

Graduadas: la pipeta dispone de una gradación que indica los distintos volúmenes que se pueden recoger. Están adecuadamente calibradas para el volumen total que en la pipeta se afirma recoger, por lo que se habrá de intentar utilizar la pipeta hasta su capacidad total. Es decir, si queremos transferir un volumen de 1 ml, será más apropiado usar una pipeta de 1 ml, que llenar una pipeta de 2 ml hasta su marca de 1 ml. Las pipetas indican, en los extremos, el volumen total y el volumen mínimo que miden, además de la temperatura a la que está calibrado ese volumen.

Pipetas mecánicas o automáticas. Estas pipetas trabajan con un émbolo, que es manipulado por el dedo pulgar del operario. El émbolo se mueve para recoger el líquido y, después, para expulsarlo. En la parte inferior de la pipeta mecánica se pondrá una punta de plástico desechable, que es la que se introducirá en el líquido. Pueden tener opcionalmente un dispositivo para expulsar la punta. Existen pipetas automáticas para diferentes volúmenes; no obstante, sirven, sobre todo, para transferir volúmenes muy pequeños, razón por la cual a veces se las conoce como «micropipetas». Hay, asimismo, pipetas mecánicas que trabajan con un único volumen y otras en las cuales se puede regular el volumen que se quiere recoger; estas últimas se denominan «de volumen variable».

Otra modalidad de pipeta mecánica es la «repetidora»; en ella puede recogerse un determinado volumen y, después, dispensarse fracciones iguales de ese primer volumen en diversos recipientes.

Matraces aforados

Los matraces aforados son recipientes con cuello estrecho y cuerpo ancho. En el cuello está marcada una señal, línea de aforo, que es hasta donde debe llevarse la parte inferior del menisco que forma el líquido. En el matraz se indica el volumen que es capaz de contener. Se usan habitualmente para preparar disoluciones y diluir líquidos. Es recomendable usarlos para contener un líquido y no para medir un volumen que luego se quiere verter en otro lugar, ya que están calibrados específicamente para contener. Si la acción que se ha de realizar es la de verter, es mejor usar una probeta de las preparadas específicamente para ello.

Probetas

Las probetas se definen como recipientes tubulares graduados, utilizados para medir un volumen y calibrados para dispensarlo después a otro recipiente. Tienen una base, para poder apoyarlos, y un pico en el extremo superior que facilita el vertido. Existen probetas con tapón que se utilizan habitualmente para contener.

Buretas

Las buretas son unos recipientes alargados, tubulares y graduados que disponen de una llave de paso en su extremo inferior para regular el líquido que dejan salir. Se utilizan mucho en las volumetrías, que se realizan para valorar disoluciones de carácter ácido o básico. La bureta permite saber, con gran exactitud, la cantidad de base que se ha necesitado para neutralizar un ácido, lo que permite calcular la concentración del mismo. La operación contraria, neutralizar y valorar una base con un ácido, también es posible.

Dispensadores y diluidores

Los dispensadores son aquellos dispositivos que, acoplados a un recipiente, se pueden graduar para que, mediante un émbolo, dispensen un volumen definido de líquido. Los diluidores aspiran un volumen de una sustancia líquida y otro volumen determinado de disolvente, con lo que se posibilita el dispensar diluciones de la citada sustancia.

Material no volumétrico

Es el que se utiliza con propósito distinto al de medir volúmenes. Los más comunes son los siguientes:

Tubos de ensayo y de centrífuga

Los hay de distintos tamaños, de vidrio o de plástico, de fondo cónico o cilíndrico, graduados, con varias calidades y grosores, etc. Se usan para que se produzca en su interior una reacción química o también para su utilización en las centrífugas (aparatos que se explicarán con mayor detenimiento en esta unidad). Estos últimos deben ser lo suficientemente resistentes para ello.

Vasos de precipitados

Son aquellos recipientes de boca y cuerpo ancho que se utilizan para preparar disoluciones y reactivos. En su pared existe una escala graduada aproximada, ya que no se usan para medir volúmenes.

Otros matraces

Los hay de numerosas formas (esféricos con fondo plano, de balón, de pera, de corazón...) y variadas funciones, aunque generalmente sirven para preparar disoluciones y reactivos. Son muy conocidos los matraces Erlenmeyer (de fondo plano y cuello corto, con el cuerpo más ancho que el cuello, que permiten diluir reactivos de forma que su cuello recoja parte de los vapores producidos en las reacciones entre, por ejemplo, ácidos y agua, y preserve, en parte, de salpicaduras) y los matraces Kitasato (caracterizados por tener una salida en la parte superior del cuerpo, aparte de la abertura principal normal).

Copas graduadas

Tienen forma de cono invertido y llevan una escala graduada. Se usan de forma similar a los matraces.

Pipetas Pasteur

Son de vidrio o de plástico. Se utilizan para transferir pequeños volúmenes que no requieren ser medidos. Las pipetas de vidrio pueden tener más o menos pico en el extremo inferior y, para su uso, se conectan a un chupón de goma. Las de plástico llevan una ampolla de este material, lo que permite cargarlas y descargarlas. Estas pipetas son muy prácticas y se utilizan con frecuencia.

Otros

Este tipo de material no volumétrico es, por ejemplo, el que enumeramos a continuación:

Portaobjetos y cubreobjetos. Son láminas de vidrio, los más utilizados, o de plástico. Su función es depositar y cubrir, respectivamente, preparaciones para microscopía.

Prepipeteros. También llamados «auxiliares de pipeteo». Se utilizan acoplados a las pipetas manuales. Hay dos tipos muy comunes: uno de goma, al que, en ocasiones, se le denomina «pera»; y otro de plástico, con un émbolo que realiza la aspiración.

Cubetas. De variadas formas (aunque abundan las prismáticas), materiales (vidrio, cuarzo, plástico, etc.) y usos, si bien se encuentran bastante relacionadas con las técnicas espectroscópicas.

Embudos.Los hay de pico largo, para líquidos, y de pico corto, para polvos; estos últimos se usan con papel de filtro. Un embudo especial es el embudo o ampolla de separación o decantación, que se comercializa para separar líquidos, hacer extracciones líquido-líquido, etc.

Morteros. Con una mano o pistilo, son específicos para pulverizar y mezclar.

Cristalizadores. Recipientes de vidrio grueso con tapa, para tinciones y decoloraciones.

Frascos lavadores. Frecuentemente de plástico, tienen un sistema que les permite expulsar el agua por su parte superior. Conservan agua, por ejemplo, destilada o desionizada, y son muy habituales en las operaciones de laboratorio.

Desecadores. Utilizados para secar o mantener secas algunas sustancias. En ellos, una sustancia desecante impide que en el interior haya humedad. Son recipientes de vidrio con tapa. En su interior se encuentra una rejilla con orificios que soporta las sustancias que se quieren desecar. Por debajo de esta rejilla se sitúa la sustancia desecante.

Humidificadores. Con una estructura similar a la del desecador. Llevan agua y sirven para mantener las sustancias húmedas o para que capten el máximo de humedad.

Frascos. De variadas modalidades, como, por ejemplo, de vidrio topacio para conservar disoluciones o colorantes que se degraden por la luz.

Cuentagotas. Específicos para dispensar gotas.

Vidrios de reloj. Por ejemplo, para pesar sólidos.

Soportes, pinzas, gradillas y espátulas. Los primeros se usan para sostener, por ejemplo, buretas; las segundas, para sujetar crisoles en el horno o tubos expuestos al calor o al fuego. Las gradillas permiten sostener varios tubos a la vez mediante un enrejado, mientras que las espátulas sirven para separar fracciones de sólidos.

Cápsulas y crisoles. Recipientes de vidrio, cuarzo o porcelana. Pueden aplicarse para mezclar e introducir sustancias en los hornos. Un tipo de cápsula son las placas de Petri, que se utilizan para hacer cultivos de bacterias en los medios de cultivo apropiados.

Material específico de laboratorio

Además del material que hemos visto hasta ahora, en el laboratorio de farmacia se utilizan envases específicos para contener, fundamentalmente, las formulaciones elaboradas. Este tipo de material será estudiado en sus unidades correspondientes, pero, en esta sección, mencionaremos los siguientes:

Duquesas. Son recipientes, generalmente de plástico, con tapa, de pequeño tamaño y boca ancha, que contienen cremas, pastas, etc.

Ampollas. Compuestas de vidrio, pueden ser transparentes o de color ámbar, con objeto de preservar su contenido de la luz, y las hay de diferentes tamaños y formas.

Frascos. De vidrio o plástico de diversas medidas y coloración, generalmente ámbar. Específicos para albergar en su interior soluciones o suspensiones.

Tubos. De estaño o plástico, contienen pomadas.

Tapones de caucho. Principalmente mantienen cerrados los recipientes.

Viales. Son frascos de vidrio, de capacidad variable (2, 5, 10 o 20 ml). Están destinados a conservar un medicamento inyectable.

Moldes de supositorios. Pueden ser de metal o plástico, de diferentes formas y tamaños. Se utilizan para la elaboración de supositorios y se producen lisos o con ranura, lo que permite la dosificación de la forma farmacéutica elaborada.

Cápsulas de aluminio para viales. Es decir, aquellas que mantienen cerrado el vial y rodean el tapón de caucho.

Envases utilizados en el reenvasado. Bolsas, sobres o papelillos para polvos, blisters unitarios para grageas, comprimidos o cápsulas y viales, vasitos y jeringas de plástico o vidrio para líquidos. Los medicamentos tópicos se reenvasan en duquesas, frascos de vidrio de boca ancha o jeringas especiales con tubo adaptador (para aplicaciones vaginales).

Neutralización y desecho de los residuos

El tipo de tratamiento y gestión de los residuos del laboratorio depende, entre otros factores, de las características y peligrosidad de los mismos, así como de la posibilidad de recuperación, de reutilización o de reciclado, que para ciertos productos resulta muy aconsejable. Si consideramos su peligrosidad se podría establecer la siguiente clasificación.

Residuos no peligrosos

Estos residuos, considerando sus propiedades, pueden eliminarse mediante vertidos, directamente a las aguas residuales o a un vertedero. Si aún no considerándose peligrosos, son combustibles, se pueden utilizar como combustibles suplementarios, como ocurre, por ejemplo, con los aceites, que, si son "limpios", se pueden eliminar mezclándolos con combustibles; los aceites fuertemente contaminados, en cambio, deberán ser procesados en función de los contaminantes que contengan (metales, clorados, etc.).

Residuos químicos peligrosos

Combustibles

Pueden utilizarse como combustible suplementario o incinerarse. Debe controlarse la posible peligrosidad de los productos de combustión.

No combustibles

Pueden verterse a las aguas residuales o vertederos controlados siempre que previamente se haya reducido su peligrosidad mediante tratamientos adecuados

Explosivos

Son residuos con alto riesgo y normalmente deben ser manipulados fuera del laboratorio por personal especializado.

Gases

Su eliminación está en función de sus características de peligrosidad (tóxica, irritante, inflamable). Para su eliminación, deberán tenerse en cuenta las normativas sobre emisión existentes.

Residuos biológicos

Deben almacenarse en recipientes específicos convenientemente señalizados y retirarse siguiendo procesos preestablecidos. Normalmente se esterilizan y se incineran.

Residuos radiactivos

Para su eliminación deben considerarse sus características físico-químicas así como su actividad radiactiva y vida media (tiempo de semidesintegración). Su almacenamiento debe efectuarse en recipientes específicos debidamente señalizados y deben retirarse de acuerdo a los procedimientos establecidos. Su gestión es competencia del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN)

Factores a considerar para la eliminación de residuos

Los residuos generados en el laboratorio pueden tener características muy diferentes y producirse en cantidades variables, aspectos que inciden directamente en la elección del procedimiento para su eliminación. Entre otros, se pueden citar los siguientes factores:

● Volumen de residuos generados.

● Periodicidad de generación.

● Facilidad de neutralización.

● Posibilidad de recuperación, reciclado o reutilización.

● Coste del tratamiento y de otras alternativas.

● Valoración del tiempo disponible.

Todos estos factores combinados deberán ser convenientemente valorados con el objeto de optar por un modelo de gestión de residuos adecuado y concreto. Así por ejemplo, si se opta por elegir una empresa especializada en eliminación de residuos, se debe concertar de antemano la periodicidad de la recogida y conocer los procesos empleados por la empresa, así como su solvencia técnica. La elección de una empresa especializada es recomendable en aquellos casos en que los residuos son de elevada peligrosidad y no les son aplicables los tratamientos generales habitualmente utilizados en el laboratorio.

Procedimientos para eliminación-recuperación de residuos

Los procedimientos para la eliminación de los residuos son varios y el que se apliquen unos u otros dependerá de los factores citados anteriormente, siendo generalmente los más utilizados, los siguientes:

Vertido

Recomendable para residuos no peligrosos y para peligrosos, una vez reducida ésta mediante neutralización o tratamiento adecuado. El vertido se puede realizar directamente a las aguas residuales o bien a un vertedero. Los vertederos deben estar preparados convenientemente para prevenir contaminaciones en la zona y preservar el medio ambiente.

Incineración

Los residuos son quemados en un horno y reducidos a cenizas. Es un método muy utilizado para eliminar residuos de tipo orgánico y material biológico. Debe controlarse la temperatura y la posible toxicidad de los humos producidos. La instalación de un incinerador sólo está justificada por un volumen importante de residuos a incinerar o por una especial peligrosidad de los mismos. En ciertos casos se pueden emplear las propias calderas disponibles en los edificios.

Recuperación

Este procedimiento consiste en efectuar un tratamiento al residuo que permita recuperar algún o algunos elementos o sus compuestos que su elevado valor o toxicidad hace aconsejable no eliminar. Es un procedimiento especialmente indicado para los metales pesados y sus compuestos.

Reutilización - Reciclado

Una vez recuperado un compuesto, la solución ideal es su reutilización o reciclado, ya que la acumulación de productos químicos sin uso previsible en el laboratorio no es recomendable. El mercurio es un ejemplo claro en este sentido. En algunos casos, el reciclado puede tener lugar fuera del laboratorio, ya que el producto recuperado (igual o diferente del contaminante originalmente considerado) puede ser útil para otras actividades distintas de las del laboratorio.

Procedimientos generales de actuación

Seguidamente se describen los procedimientos generales de tratamiento y eliminación para sustancias y compuestos o grupos de ellos que por su volumen o por la facilidad del tratamiento pueden ser efectuados en el laboratorio, agrupados según el procedimiento de eliminación más adecuado.

Tratamiento y vertido Haluros de ácidos orgánicos: Añadir NaHCO3 y agua. Verter al desagüe.

Clorhidrinas y nitroparafinas: Añadir Na2 CO3. Neutralizar. Verter al desagüe.

Ácidos orgánicos sustituidos (*): Añadir NaHCO3 y agua. Verter al desagüe.

Aminas alifáticas (*): Añadir NaHCO3 y pulverizar agua. Neutralizar. Verter al desagüe.

Sales inorgánicas: Añadir un exceso de Na2 CO3 y agua. Dejar en reposo (24h). Neutralizar (HCl 6M). Verter al desagüe.

Oxidantes: Tratar con un reductor (disolución concentrada). Neutralizar. Verter al desagüe.

Reductores: Añadir Na2 CO3 y agua (hasta suspensión). Dejar en reposo (2h). Neutralizar. Verter al desagüe.

Cianuros: Tratar con (CIO)2 Ca (disolución alcalina). Dejar en reposo (24h). Verter al desagüe.

Nitrilos: Tratar con una disolución alcohólica de NaOH (conversión en cianato soluble), evaporar el alcohol y añadir hipoclorito cálcico. Dejar en reposo (24h). Verter al desagüe.

Hidracinas (*): Diluir hasta un 40% y neutralizar (H2 SO4). Verter al desagüe.

Alcalis cáusticos y amoníaco: Neutralizar. Verter al desagüe. Hidruros: Mezclar con arena seca, pulverizar con alcohol butílico y añadir agua (hasta destrucción del hidruro). Neutralizar (HCI6M) y decantar. Verter al desagüe.

Residuo de arena: enterrarlo.

Amidas inorgánicas: Verter sobre agua y agitar. Neutralizar (HCI 3M ó NH4 OH 6M). Verter al desagüe.

Compuestos internometálicos (cloruro de sulfúrilo, tricloruro de fósforo, etc.): Rociar sobre una capa gruesa de una mezcla de Na2 CO3 y cal apagada. Mezclar y atomizar agua. Neutralizar. Verter al desagüe.

Peróxidos inorgánicos: Diluir. Verter al desagüe. Sulfuros inorgánicos: Añadir una disolución de Fe Cl3 con agitación. Neutralizar (Na2 CO3). Verter al desagüe.

Carburos: Adicionar sobre agua en un recipiente grande, quemar el hidrocarburo que se desprende. Dejar en reposo (24h). Verter el líquido por el desagüe. Precipitado sólido: tirarlo a un vertedero.

(*) Estas sustancias o sus residuos también pueden eliminarse por incineración (Ver apartado de "incineración").

Incineración

Aldehídos: Absorber en vermiculita ó mezclar con un disolvente inflamable. Incinerar.

Alcalinos, alcafinotérreos, alquilos, alcóxidos: Mezclar con Na2 CO3, cubrir con virutas. Incinerar.

Clorhidrinas, nitroparafinas (**): Incinerar.

Compuestos orgánicos halogenados: Absorber sobre vermiculita, arena o bicarbonato. Incinerar.

Ácidos orgánicos sustituidos (**): Absorber sobre vermiculita y añadir alcohol, o bien disolver directamente en alcohol. Incinerar.

Aminas aromáticas: Absorber sobre arena y Na2 CO3. Mezclar con papel o con un disolvente inflamable. Incinerar.

Aminas aromáticas halogenadas, nitrocompuestos: Verter sobre NaHCO3. Mezclar con un disolvente inflamable. Incinerar.

Aminas alifáticas (**): Mezclar con un disolvente inflamable. Incinerar. Fosfatos orgánicos y compuestos: Mezclar con papel, o arena y cal apagada. Incinerar.

Disulfuro de carbono: Absorber sobre vermiculita y cubrir con agua. Incinerar. (Quemar con virutas a distancia).

Mercaptanos, sulfuros orgánicos: Mezclar con un disolvente inflamable. Incinerar. Eteres: Mezclar con un disolvente inflamable. Incinerar. Si hay peróxidos llevarlos a lugar seguro (canteras, etc.) y explosionarlos.

Hidracinas (**): Mezclar con un disolvente inflamable.

Incinerar. Hidruros (**): Quemar en paila de hierro.

Hidrocarburos, alcoholes, cetonas, esteres: Mezclar con un disolvente inflamable. Incinerar.

Amidas orgánicas: Mezclar con un disolvente inflamable. Incinerar.

Ácidos orgánicos: Mezclar con papel o con un disolvente inflamable. Incinerar.

(**) Estas sustancias o sus residuos también pueden eliminarse mediante un procedimiento de tratamiento y vertido. (Ver apartado sobre "tratamiento y vertido")

Recuperación

Desechos metálicos: Recuperar y almacenar (según costes).

Mercurio metal: Aspirar, cubrir con polisulfuro cálcico y Recuperar.

Mercurio compuestos: Disolver y convertirlos en nitratos solubles. Precipitarlos como sulfuros. Recuperar.

Arsénico, bismuto, antimonio: Disolver en HCL y diluir hasta aparición de un precipitado blanco (SbOCI y BiOCI). Añadir HCI 6M hasta redisolución. Saturar con sulfhídrico. Filtrar, lavar y secar.

Selenio, teluro: Disolver en HCI. Adicionar sulfito sódico para producir SO2 (reductor). Calentar. (Se forma Se gris y Te negro). Dejar en reposo (12h). Filtrar y secar.

Plomo, cadmio: Añadir HNO3 (Se producen nitratos). Evaporar, añadir agua y saturar con H2S. Filtrar y secar.

Berilio: Disolver en HCI 6M, filtrar. Neutralizar (NH4 OH 6M). Filtrar y secar. Estroncio, bario: Disolver en HCI 6M, filtrar. Neutralizar (NH4 OH 6M). Precipitar (Na2 CO3). Filtrar, lavar y secar.

Vanadio: Añadir a Na2 CO3 (capa) en una placa de evaporación. Añadir NH4 OH 6M (pulverizar). Añadir hielo (agitar). Reposar (12h). Filtrar (vanadato amónico) y secar.

Otros metales (talio, osmio, deuterio, erbio, etc.): Recuperación

Disolventes halogenados: Destilar y almacenar.

Devolver al suministrador

Todos los productos que no tengan un uso más o menos inmediato en el laboratorio, es recomendable devolverlos al suministrador o entregarlos a un laboratorio al que le puedan ser de utilidad.

Entre estos productos se pueden citar, los metales recuperados (Pb, Cd, Hg, Se, etc.), cantidades grandes de mercaptanos (especialmente metilmercaptano), disolventes halogenados destilados, etc.

Recomendaciones generales

Seguidamente se resumen una serie de recomendaciones generales aplicables al tratamiento de residuos en el laboratorio:

● Deben considerarse las disposiciones legales vigentes, tanto a nivel general, como local.

● Consultar las instrucciones al objeto de elegir el procedimiento adecuado.

● Informarse de las indicaciones de peligro y condiciones de manejo de las sustancias (frases R y S).

● No se deben tirar al recipiente de basuras habitual (papeleras, etc.), trapos, papeles de filtro u otras materias impregnables o impregnadas.

● Previamente se debe efectuar una neutralización o destrucción de los mismos.

● Deben retirarse los productos inflamables.

● Debe evitarse guardar botellas destapadas.

● Deben recuperarse en lo posible, los metales pesados.

● Se deben neutralizar las sustancias antes de verterlas por los desagües y al efectuarlo, hacerlo con abundante agua. Cuando se produzcan derrames debe actuarse con celeridad pero sin precipitación, evacuar al personal innecesario, evitar contaminaciones en la indumentaria y en otras zonas del laboratorio y utilizar la información disponible sobre residuos.

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