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Porque Las Personas Contaminan El Medio Ambiente


Enviado por   •  6 de Agosto de 2014  •  5.152 Palabras (21 Páginas)  •  9.715 Visitas

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EL ENFOQUE ECONÓMICO

¿Por qué las personas se comportan de manera tal que ocasionan la destrucción del ambiente? Existen varias clases de respuestas para esta pregunta. Una puede ser la siguiente: la degradación ambiental surge a partir del comportamiento humano que carece de ética o moral. Es decir, las personas contaminan porque no tienen la solidez moral y ética para abstenerse del tipo de comportamientos que causa la degradación ambiental. Si esto es cierto, la forma para lograr que las personas detengan la contaminación consiste, en cierto modo, en aumentar el nivel general de moralidad sobre lo ambiental en el seno de la sociedad. De hecho, el movimiento ambiental ha conducido a que muchas personas se concentren en cuestionar la ética ambiental, y hayan explorado las dimensiones morales del impacto ocasionado por los seres humanos en el ambiente natural. Este cuestionamiento moral, obviamente, es de fundamental interés para cualquier sociedad civilizada. Es muy evidente que una de las principales razones que han planteado los asuntos ambientales al ponerse en el centro del interés social, corresponde al sentido de responsabilidad moral que ha conducido a las personas a llevar sus inquietudes al campo político.

No obstante, aparecen dificultades cuando se hace depender del despertar moral, como único modelo, el combate de la contaminación. Las personas no necesariamente disponen de “botones” que puedan presionarse en forma instantánea para “inducir comportamientos morales”, y los problemas ambientales son demasiado importantes como para esperar un largo proceso de reconstrucción moral. Tampoco un sentimiento de atropello moral ayuda, por sí mismo, a tomar decisiones sobre todos los objetivos sociales que también poseen dimensiones éticas: vivienda, protección de la salud, educación, lucha contra el crimen, etc. En un mundo de objetivos que compiten entre sí, las personas deben preocuparse por hacer preguntas muy prácticas: ¿Se está apuntando hacia los objetivos ambientales correctos? ¿En esta realidad se pueden ejecutar ciertas políticas? ¿Se está logrando un mayor impacto con el dinero invertido? Y otras similares. Sin embargo, el principal problema de fundamentar el enfoque del control de la contaminación estrictamente sobre el argumento moral consiste en el supuesto básico de que las personas contaminan porque de alguna manera son subdesarrolladas moralmente. No es el subdesarrollo moral lo que conduce a la destrucción ambiental; más bien, es la forma como se ha organizado el sistema económico dentro del cual las personas se dan a la tarea de hacer sus vidas.

De este modo, una segunda manera de enfocar el cuestionamiento de por qué las personas contaminan consiste en considerar la forma como están establecidas la economía y sus instituciones, y cómo éstas conducen a que las personas tomen decisiones que generan destrucción ambiental. Las personas contaminan porque ésta es la forma más económica que poseen para resolver un problema práctico muy común. Este problema consiste en la eliminación de los productos de desecho que quedan después de que los consumidores han terminado de utilizar algo, o después de que las firmas comerciales acaban de producir los bienes. Las personas toman estas decisiones sobre producción, consumo y eliminación dentro de cierto conjunto de instituciones económicas y sociales ; estas instituciones crean los incentivos que conducen a las personas a tomar decisiones en una dirección y no en otra. Lo que se debe estudiar es cómo funciona este proceso de incentivos, y especialmente cómo se reestructuraría para que las personas sean dirigidas a tomar decisiones y desarrollen estilos de vida que tengan implicaciones más favorables para el ambiente.

Un planteamiento simplista sobre los tipos de incentivos, que se oye con frecuencia, se basa en que la contaminación es un resultado del deseo de obtener utilidades. De acuerdo con este punto de vista, en las economías de la empresa privada, como las de los países occidentales industrializados, las personas son recompensadas por maximizar las utilidades, es decir, por la diferencia existente entre el valor de lo que se produce y el valor de lo que se utiliza en el proceso de producción. Más aún, según esta misma idea, las ganancias que los empresarios tratan de maximizar son de carácter estrictamente monetario. En esta precipitada búsqueda de utilidades monetarias, los empresarios no tienen en cuenta los impactos ambientales de sus acciones porque esto “no vale la pena”. Por consiguiente, en esta lucha incontrolada por obtener utilidades monetarias, la única manera de reducir la contaminación ambiental es debilitar la fortaleza del deseo de obtener ganancias.

No obstante, esta propuesta no es suficiente para el análisis. No son solamente las corporaciones “motivadas por la utilidad” las que causan la contaminación; los consumidores individuales también son culpables cuando hacen cosas como derramar disolvente de pintura en el alcantarillado, o cuando permiten que los motores de sus automóviles se desincronicen seriamente. Puesto que los individuos no mantienen sus estados de pérdidas y ganancias, las ganancias por sí mismas no pueden ser el motivo que lleve a que las personas contaminen. Lo mismo se puede decir para las entidades estatales, las cuales algunas veces han sido contaminadoras severas aun sin estar motivadas por la búsqueda de utilidades económicas. Pero el argumento más convincente contra el punto de vista de que la búsqueda de ganancias causa contaminación se encuentra en los recientes acontecimientos políticos de Europa Occidental y de la antigua Unión Soviética. Con el colapso de los regímenes excomunistas, las personas se han concientizado de la enorme destrucción ambiental ocurrida en algunas de estas regiones; el aire y los recursos hídricos altamente contaminados en muchas áreas constituyen los principales impactos contra la salud humana y los sistemas ecológicos. Muchos de estos problemas sobrepasan algunos de los peores casos de contaminación ambiental sufridos por los países que tienen economías de mercado. Pero éstos han ocurrido en un sistema económico donde se carecía por completo del deseo de lograr utilidades económicas. Esto significa, sencillamente, que el interés por la utilidad económica, en sí misma no es la principal causa de la destrucción del ambiente.

En los sectores y capítulos que siguen se subrayará la importancia de los incentivos en el funcionamiento de un sistema económico. Cualquier sistema producirá impactos ambientales destructivos si los incentivos del sistema no están estructurados para evitarlos. Se debe mirar de manera más profunda el interior de cualquier sistema económico

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