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Resumen - "Biografía Del Mundo: Del Origen De La Vida Al Colapso Ecológico", De Jaume Terradas


Enviado por   •  18 de Junio de 2015  •  3.849 Palabras (16 Páginas)  •  303 Visitas

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PRIMERA PARTE – El carácter del mundo, o cómo se comporta nuestro personaje en la vida cotidiana y en las grandes ocasiones

Para poder observar la naturaleza que nos rodea y de la cual formamos parte, dependiendo de qué se esté observando, deberemos usar unas escalas u otras para poder percibir correctamente lo que deseamos estudiar. Las cantidades de átomos que hay en el Universo (o simplemente en una gota de agua), el número de células que tenemos en una pequeña parte de nuestro cuerpo, el número de estrellas que podemos llegar a observar (y otras muchísimas que no llegamos ni siquiera a saber si existen), todos ellos, pueden ser vertiginosos y “casi” infinitos, y este concepto, el de infinito, nos cuesta mucho de entender y asimilar.

Nada es constante, todo cambia. Una de estas cosas que está en continuo cambio es el estado de la energía en el universo. La naturaleza tiende a la entropía (ya lo explica el segundo principio de la termodinámica y que empezó a definir el científico Clausius allá por el 1850) y ésta tiende a incrementarse con el paso del tiempo. Pero la energía ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma, por lo cual siempre existió y sigue existiendo la misma en el universo.

Las combinaciones de posibilidades en las formas en que se unen los átomos, las células, en que se mueven las moléculas y partículas atmosféricas y otros procesos de la naturaleza son inmensas, y por ello son muy difíciles de predecir. Cuantos más factores entran en juego en estos procesos, más difícil es saber qué ocurrirá, porque un mínimo cambio de uno de los muchísimos factores que entran en el juego puede cambiar los resultados (como ejemplo importante podríamos mencionar el sistema climático de nuestro planeta, pero hay muchos más en la naturaleza igual de complejos o más que éste).

Los sistemas ecológicos, formados a veces por cientos de especies y a su vez enlazados con otros sistemas, obligan a sus especies (que muchas veces compiten por un mismo recurso, o simplemente por no ser comidos) a estar en la carrera continua de la evolución. Si no quieren extinguirse, las especies tienen que ir seleccionando los cambios más favorables que van surgiendo como resultado de mutaciones en su material genético. El problema es que gracias a estos cambios, de la familia de mamíferos Hominidae, surgió una especie que evolución demasiado hasta hacerse con una inteligencia y una cultura que superó con creces a las de las demás especies del planeta, pero que no le está valiendo para controlar su comportamiento y administrar los recursos en la naturaleza, y puede que esa misma evolución le lleve a su propia extinción.

SEGUNDA PARTE – Del mundo subatómico al Universo

Actualmente, gracias a la ciencia sabemos que la gran explosión del Big Bang tuvo lugar hace unos 13.700 m.a., pero hasta el siglo XVIII se creía que la “gran creación” del universo tuvo lugar hace tan sólo 6000 años.

Las religiones nos hicieron creer que el universo fue tal cual lo vemos desde el momento en que fue “creado” y que no ha cambiado apenas desde tal momento, incluso las especies que habitan el planeta fueron así siempre, no cambiaron. Gracias a grandes pensadores como Heráclito y, más tarde, Lamarck, Wolff, Chambers, sin olvidar de ningún modo a Darwin, nos abrieron los ojos para ver el mundo desde una perspectiva dinámica, todo cambia, nada nunca es lo mismo.

Por supuesto, Copérnico y Galileo hicieron un gran trabajo para acabar con la idea teológico-antropocéntrica de que fuimos creados por Diós para ser el centro del universo, arriesgando su reputación e incluso su integridad, como les pasó también a Giordano Bruno y a Baruch Spinoza. En aquellos tiempos la ciencia tuvo que luchar con valentía frente al poder de la Iglesia, pero finalmente venció la batalla y finalmente la razón ganó al dogma, aunque no se pudieron acabar con algunos resquicios que llegan hasta nuestros tiempos.

Desde que en la Grecia clásica Leucipo y Demócrito empezaran a hablar de los átomos como las partículas “indivisibles” de las que está hecha la materia ha pasado mucho tiempo. Al final de ese recorrido, a principios del siglo pasado, apareció Albert Einstein y fue aún más lejos y habló de la materia y la energía no son realidades independientes, sino que deben estudiarse conjuntamente, y aquí tenemos el ejemplo de los fotones que son “partículas” de energía (además de que no tienen masa), algo nada fácil de entender. Además de Einstein, algunos años más tarde de que éste publicara su teoría de la relatividad, entró en escena Louis de Broglie, que explicó que cualquier radiación (incluida, por supuesto, la luz) se comportaba como un flujo de ondas y de corpúsculos a través de la teoría cuántica. Heisenberg profundizó todavía más y con su principio de incertidumbre habló de la imposibilidad de saber con exactitud dónde se encuentra la partícula en cada momento, ya que al intentar observarla provocamos una interferencia.

Pero además de las cuestiones anteriores, hay que mencionar las cuatro fuerzas fundamentales que existen en la física del universo que conocemos, que son la fuerza nuclear fuerte, la nuclear débil, la electromagnética y por último la gravitacional. Cada una de ellas tiene mayor o menor importancia según sea la escala a la cual se esté observando: a gran escala la gravedad es la más importante, pero a pequeñísima escala la que más se hace notar es la nuclear fuerte.

Otro dilema aparece cuando hablamos del espacio vacío, de la materia y de la antimateria. Creíamos que conocíamos bien la materia de la cual está hecha el universo, pero el problema estaba en que creíamos que sólo existía aquello que podemos observar o percibir a través de instrumentos o máquinas, pero cuando se descubrió a través de fórmulas que además de la materia de la que siempre se habló existía la antimateria, descubrimos que incluso conocemos menos de lo que pensábamos (y ya era poco antes de este descubrimiento). Ni los átomos eran tan pequeños como pensábamos (existen una infinidad de partículas subatómicas y subsubatómicas), ni el “vacío” estaba tan vacío como pensábamos, por no hablar de energías ocultas que están todavía por investigar (la energía de punto cero, por ejemplo).

En cuanto a las estrellas, actualmente, gracias a la clasificación que hizo la científica Anna Cannon, podemos distinguir entre varios tipos de estrellas según su serie espectral (O, B, A, F, G, K, M, C y S), su temperatura (0-9) y su brillo (II-VII). En cuanto a su formación sabemos que tiene origen en las grandes masas de gas que se encuentran en el universo en forma de grandes nubes moleculares, las cuales,

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