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Resumen Del Capitulo 4 "la Cuchara Menguante"


Enviado por   •  17 de Octubre de 2013  •  1.261 Palabras (6 Páginas)  •  2.792 Visitas

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La primera pasión de Bunsen fue el arsénico. Aunque el elemento treinta y tres tiene mala reputación desde la antigüedad (los magnicidas romanos solían untarlo en higos), pocos científicos respetuosos con la ley sabían demasiado sobre el arsénico antes de que Bunsen comenzara a meterlo en tubos de ensayo. , Bunsen dejó el arsénico a un lado y se abandonó a su pasión por los explosivos naturales. A Bunsen le gustaba todo lo que saliera despedido desde el suelo, así que durante varios años se dedicó a investigar los géiser y los volcanes, para lo cual recogía en persona los vapores y líquidos en ebullición. También improvisó en su laboratorio un falso Old Faithful3 y descubrió cómo se acumula en los géiser la presión hasta que ésta se libera en forma de un surtidor. Bunsen volvió a dedicarse a la química en la Universidad de Heidelberg en la década de 1850, y pronto se ganó la inmortalidad científica al inventar el espectroscopio, que utiliza la luz para estudiar los elementos. Cuando se calienta, cada elemento de la tabla periódica produce unas bandas estrechas y bien definidas de luz de colores específicos. El hidrógeno, por ejemplo, emite siempre una banda roja, una verde amarillento, una pequeña azul y una añil. Si se calienta una sustancia desconocida y se observa que emite esas líneas específicas, puede apostarse lo que sea a que contiene hidrógeno. Éste fue un importante descubrimiento, pues por primera vez permitía investigar el interior de compuestos exóticos sin necesidad de fundirlos con calor o desintegrarlos con ácidos. Para construir el primer espectroscopio, Bunsen y uno de sus estudiantes montaron un prisma en el interior de una caja de cigarros, para así evitar que entrase la luz no deseada, y para mirar en el interior, como en un diorama, incrustaron en la caja dos oculares que le quitaron a un telescopio. Lo único que en ese momento limitaba la espectroscopia era conseguir llamas lo bastante caloríficas como para excitar los elementos. Así que Bunsen inventó, cómo no, el mechero que habría de convertirlo en un héroe para cualquiera que lo haya usado alguna vez para fundir una regla o prender fuego a un lápiz. El trabajo de Bunsen ayudó a que la tabla periódica se desarrollase más rápido. Aunque se oponía a clasificar los elementos de acuerdo con su espectro, otros científicos no ponían tantos reparos, de modo que el espectroscopio comenzó de inmediato a identificar nuevos elementos. Lo que es igual de importante, ayudó a determinar el carácter espurio de otros descubrimientos, al descubrir a viejos elementos ocultos bajo el disfraz de sustancias desconocidas. La identificación fiable llevó muy lejos a los químicos en su objetivo último de entender la materia a un nivel muy básico. Aun así, además de descubrir nuevos elementos, los científicos necesitaban organizarlos en algún tipo de árbol de familia. Y así llegamos a la otra gran contribución de Bunsen a la tabla: su ayuda para levantar una dinastía intelectual científica en Heidelberg, donde formó a varias de las personas que hicieron las primeras investigaciones sobre la tabla periódica. La lista incluye a nuestro segundo personaje, Dimitri Mendeléyev, el hombre aclamado como creador de la primera tabla periódica. Mendeléyev descolló como estudiante. Tras graduarse, estudió en París y Heidelberg, donde el eminente Bunsen lo supervisó durante un breve periodo (no se entendían, en parte porque Mendeléyev era temperamental, y en parte porque el laboratorio de Bunsen era ruidoso y maloliente). Mendeléyev regresó a San Petersburgo como profesor en la década de 1869, y allí comenzó a pensar en la naturaleza de los elementos, una investigación que culminó con su célebre tabla periódica de 1869. Había muchos otros científicos que también trabajaban en el problema de cómo organizar los elementos, y algunos incluso lo resolvieron, aunque fuera a trompicones, con el mismo enfoque

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