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Señales De Transito


Enviado por   •  3 de Octubre de 2012  •  887 Palabras (4 Páginas)  •  446 Visitas

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El duende mágico

Cuéntase que un día, mientras Pedro caminaba por la plaza, encontró una cajita de color plateado que tenía muchos dibujitos raros, dibujos que Pedro nunca habría imaginado.

Calladito e intrigado en un banco se sentó, y despacito y con cuidado la tapita le abrió.

¡Cuál no fue su sorpresa cuando de la cajita un duende se asomó! Inmediatamente al piso saltó, y con un pase mágico de tamaño aumentó.

–¡Hola mi buen amigo! ¡Qué salvación! De estar encerrado ya me había cansado. ¿Qué mundo tan extraño es este que no lo conozco yo?

-Este es mi mundo, ¿y vos de dónde sos?

-Vengo del mundo mágico y busco diversión, de tanto estar encerrado, ahora quiero mucha acción...

E inmediatamente después, con pasitos cortitos, y algún saltito, de la plaza huyó.

Pedro quedó sorprendido, pero enseguida reaccionó, y tras el duende en fuga, corriendo salió.

¡Cuando vio lo que hacía ese duende burlón...! ¡Ponía todos los carteles patas para arriba, los conductores no entendían nada y el lío entre los autos no terminaba nunca! A los semáforos de la esquina, a todos le cambió el color: violeta, azul y naranja; gris, celeste y marrón. La gente nada entendía, todos gritaban, corrían, los autos tocaban bocina. Pedro, desesperado, y el duendecito seguía contento, saltando de aquí para allá. La ciudad era un caos, los autos no sabían qué hacer: continuar, parar, algunos miraban los carteles con curiosidad, otros escapaban gritando sin parar, nadie entendía nada.

En eso y en medio del samborombóm, un personaje apareció. Su nombre es Merlín, con capucha y bastón, y seriamente a Pedro se dirigió:

–¿Qué es lo que está pasando? ¿Cómo es que se escapó? –dijo Merlín.

-Yo encontré una cajita y le abrí la tapita, salió y ya no paró. –contestó Pedro.

-A ese duende travieso, ya le voy a enseñar que este es un mundo distinto, y que él no lo puede cambiar –acotó Merlín.

A lo que Pedro contestó: -Él no tiene mala intención, sólo lo hace por diversión.

Entonces Merlín se adelantó, tan poderoso, que el pobre duendecito muy quietito se quedó. El mago levantó de pronto su vara, y las palabras mágicas pronunció. Mágicamente todo volvió a la normalidad, los colores el semáforo volvió a recuperar: rojo, amarillo y verde, como tienen que estar. Los carteles de seguridad a su anterior forma por suerte volvieron a estar, y los del duende desaparecieron sin llorar.

–Mejor es que aprendas cómo funciona este mundo. Pedro te puede mostrar todo este lugar, para que sepas que las cosas no están por estar, que todo tiene importancia y es por nuestra seguridad.

Merlín se fue caminando y el duende con Pedro quedó, mirándolo con ojos grandes, aprender le pidió. Entonces Pedro, contento, se dispuso a enseñar, y juntitos se fueron a recorrer la ciudad.

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