Columna Hierro

La Columna de Hierro

Existe un sentimiento de indescriptible melancolía en la novela. La vida del gran Marco Tulio Cicerón, está plagada espantosas tragedias y triunfos espectaculares. Hombre simple, pero uno de los más grandes oradores de la historia. Consagró su vida al juego político de Roma, realizando algunos sacrificios durante el proceso.

Cicerón nace el 3 de enero de 106 a. C. en Arpino un municipio localizado a 110 kilómetros de la capital en el núcleo de una familia plebeya que tubo la gracia de ser elevada al grupo “equester”, electoralmente perteneciente a la tribu Cornelia.

El padre del orador era un caballero cuya delicada salud imposibilitaba la realización de cualquier aspiración política, a causa de lo cual decidió permanecer en el campo donde se dedicó a la literatura. Su madre Helvia, era quien en la casa llevaba el bastón de mando.

Tulio se encontraba orgulloso de su primogénito, deseaba besarle no obstante los romanos no debían besar a los niños, mucho menos a los varones, jugaba con él y buscaba que fuese un hombre de bien educándolo desde niño a ser un hombre.

Nacería después el hermano de Marco Tulio quien por nombre llevaría Quinto Cicerón quien era totalmente diferente a su hermano, ya que demostraba tener una capacidad sin igual que lo hacia destacar de los oteros muchachos y generaba la admiración de su hermano.

Cuando era un niño le enviaron a Roma para estudiar derecho con los más importantes letrados del momento su primer maestro Arquías un poeta de Antioquía del que aprendió lo esencial de la literatura helena y adquirió el placer de la poesía, asimismo, maestros como Filón de Larisa o Diódoto le brindaron una sólida formación filosófica. Como buen ciudadano romano que ama a su nación y siente el fervor de protegerla, a los diecisiete años inició el servicio militar a las órdenes de Pompeyo, durante la revuelta social la cual sumió a Roma en una cruel guerra civil. Al finalizar dicho conflicto bélico continúo sus estudios sería durante este periodo, que Marco estudiaría en la escuela de Ptolomeo.

Sus profesores lo formaron como el alfarero al arcilla cuando busca la perfección y la belleza de su creación, para crear un hombre digno de un intelecto portentoso y de singularidad sagacidad. Su voz recuperaría aquel vigor y habría de tomar lecciones de elocuencia y retórica del famoso sirio Demetrio. Se inclinó por la escuela de Epicuro y fue enseñado por Fedro y Zenón. Finalizado el periodo de formación retórico y filosófico retornó a la capital y se casó con Terencia.

En Roma fueron educados cual ciudadanos, siendo parte de las altas escuelas, junto a losCesa res que no eran del agrado de Tulio. Sacando a relucir la joven etapa de quien fuese el gran abogado.

El abogado Proexisti me dues, a conventu malignantium Alleluia; a multitudine

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