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Como Aprendi A Leer


Enviado por   •  9 de Enero de 2013  •  411 Palabras (2 Páginas)  •  645 Visitas

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EPÍLOGO CÓMO APRENDÍ A LEER

Debo comenzar por disculparme. Acabo de anotar un título excesivamentepresuntuoso. Nadie, en verdad, puede jactarse de haber terminado de aprender aleer. Un lector estará aprendiendo a leer siempre. Pues leer, esa complejaoperación de atribuir sentido y significado a los signos que nos rodean, es unahabilidad que siempre puede ser perfeccionada.Leemos el rostro y el gesto de un interlocutor: leemos una pintura o una fotografía;leemos un mapa, un diagrama, una señal de tránsito. Leemos el mundo.

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Leemostambién palabras y textos. Siempre que he hablado de lectura en este libro. me hereferido a la lectura y la escritura de textos que es. por así decirlo, la lectura porantonomasia. la lectura prototípica. Pero no es descabellado referirse a la lecturade otros sistemas de signos, de otros códigos. porque sin esa lectura los textosserían sistemas vacíos. Los textos valen porque se dan en un contexto; porqueson signos que se remiten a un sistema de signos más amplio. que los abarca.La lectura, la lectura de textos, comienza, como ha dicho Paulo Freire, por lalectura del mundo.

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En un lector, una y otra lecturas se esclarecen, se enriquecen,se complementan; arman un juego de espejos; son mutuamente imprescindibles.No existe oposición entre la lectura del texto y la lectura del mundo. Por elcontrario, el paso de una a otra hace crecer nuestra conciencia.Fui alfabetizado en casa, sin que me diera cuenta, con la misma naturalidad con laque aprendí a hablar. Había libros y revistas. Mi madre y mi padre leían, nos leíana mí y a mis hermanas, y nos contaban cuentos, episodios históricos,noticiasastronómicas, estampas de viajes y de la vida animal. Mi padre era un cuenteromás que respetable; algún día, mucho tiempo después, descubrí que, como buencuentero, no vacilaba para apropiarse historias ajenas; cada vez que he tropezadocon las fuentes librescas de sus relatos he vuelto a sonreír y a agradecerle quenos los diera así, sin más explicación que la narración misma.Las lecturas eranotra cosa: allí en las manos de mis padres estaba el libro, ese objeto codiciableque podía llegar a las mías.Poco a poco fueron llegando mis libros: los que me regalaban, los que me ganaba,los que me llevaban a comprar. No recuerdo cuál fue el primero que compré conmi propio dinero, pero debe haber sido muy temprano en mi vida. Que el dineropudiera ser cambiado por libros era una clara demostración de su importancia.

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La imagen del mundo o del universo como un libro es tan vieja como la escritura y los libros. Muhammad ibn Arabi

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