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Enviado por   •  14 de Junio de 2014  •  3.821 Palabras (16 Páginas)  •  162 Visitas

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MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL

VICEMINISTERIO DE EDUCACIÓN SUPERIOR

FORO NACIONAL DE EVALUACION DEL APRENDIZAJE

EN LA EDUCACION SUPERIOR

Bogotá – 5 y 6 de noviembre de 2008

EL SENTIDO DE LA EVALUACIÓN EN LAS FACULTADES DE EDUCACIÓN

Por Marta Lorena Salinas S

Decana

Facultad de Educación

Universidad de Antioquia

Presidenta Ascofade

Presentación

Con este texto me propongo poner en discusión algunos de los puntos de debate del reciente Foro realizado por ASCOFADE -Asociación de Facultades de Educación- el pasado 15 de agosto en la ciudad de Bogotá, además de algunos elementos que emergen de mi reflexión sobre la evaluación en la Universidad.

Se tejen opiniones, informaciones, imaginarios, contenidos, ideales y propósitos, de profesores y estudiantes en torno a factores sustantivos que ponen la evaluación en el centro de un discurso académico que quiere ser despojado de intervenciones, unas veces sutiles otras con fuerza arrolladora, que contaminan el concepto y lo hacen cargar con asuntos que no le son propios y lo desfiguran hasta confundirse con mecanismos de control e intimidación o con desplazamientos que lo reducen a pruebas inocuas para simular procesos de seguimiento y comprobación.

A manera de inicio

La evaluación tema de singular importancia ha conservado vigentes múltiples conflictos, tensiones y problemas. En la literatura, es fácil encontrar una alta coincidencia, aun desde las diferencias conceptuales, históricas, temporales, geográficas y por supuesto de autores, que permiten advertir los mismos asuntos. Básicamente se hacen visibles las crisis de paradigmas que coexisten en las prácticas pedagógicas y se debaten argumentos que proponen transformaciones significativas.

Los discursos más contemporáneos dejan leer una tendencia a reconstruir una concepción de evaluación de amplio carácter formativo, todos los componentes y las relaciones que se establecen son interrogados: ¡Cuál es la concepción de la evaluación de los aprendizajes?, ¿qué finalidad tiene evaluar?, ¿cuáles son los objetos que se someten a evaluación?, ¿cómo se construye la participación?, ¿con qué procedimientos o técnicas se recoge al información?, ¿en qué momentos se debe evaluar?

La evaluación es una práctica de saber, una práctica social y una práctica discursiva, que responde de ma¬nera diferencial, a expectativas y a racionalidades, manifiestas o en¬cubiertas, presentes en los argumentos (explicaciones teóricas) y en las acciones (prácticas) de los sujetos de la educación. La evaluación puede considerarse como un dispositivo que conjuga la creatividad y la imaginación -entendida como la creación de imágenes- para el conocimiento, la descripción, la interpretación, la construcción y valoración de la realidad.

Debatir, conversar, poner a dialogar los conflictos y tensiones que genera la evaluación, conduce inexorablemente a una lectura sobre los discursos que se estructuran alrededor de ella y que se convierten en su sentido más primario. Un discurso ético político referido a derechos, legitimidad y poder; un discurso técnico referido a formas, a procedimientos y a herramientas.

En la manera de entender y comprometernos con el discurso ético político, subyace una concepción ideológica y de poder que se enfrenta con los mismos principios y postulados con que se corresponde la concepción que cada uno tiene sobre la sociedad, la ciudadanía y la civilidad. Ejemplo de Niestche

Los maestros actuamos en relación con la evaluación, en estrecha dependencia con la forma como nos relacionamos con la disciplina que enseñamos y el saber sobre la enseñanza, la creación de ambientes de aprendizaje, la construcción de proyectos, la lectura de los diferentes contextos y con las concepciones éticas y políticas que configuran nuestra propia historia. También los estudiantes tienen sus propias concepciones sobre la evaluación, en ocasiones distorsionadas por las formas de aplicación, sujetas a ganar o perder o estrechamente vinculadas con procesos de autorregulación. Las multiples formas de conjugación de esas concepciones, permite que la evaluación se convertierta en un aliado para el seguimiento y la transformación o en un artificio que se aprende, para burlar la obtención de resultados.

Evaluar es establecer un compromiso ético, más allá de la dimensión técnica que prevalece en nuestro medio, es permitir alcanzar una vía para que los alumnos diseñen su propio plan de trabajo, es introducir instrumentos variados, continuos y sistemáticos.

Desde una concepción ética y política elegimos la forma de operar con el discurso técnico, es decir, seleccionamos las herramientas y los instrumentos para recoger la información; con ella tomamos decisiones y desarrollamos la actuación sobre la evaluación. Con base en la elección, las técnicas y sus formas de uso se convierten en ayudas para recoger y sistematizar la información, con ellas regulamos la enseñanza, permitimos que el otro organice su aprendizaje o dejamos convertir el mundo académico en verdaderas contiendas entre maestros y estudiantes.

La forma como se conciben y operan estos discursos favorece o desdibuja la formación integral. El discurso ético político de la evaluación, por ejemplo, tiene una gran carga de poder y es usual que tome extremos opuestos en la formas de ser concebido. Un extremo apunta a dejar hacer – dejar pasar; todo vale, aquí la enseñanza, el aprendizaje y por supuesto la evaluación pierden su norte y entran en un espacio vacío; la evaluación es un remedo y apenas si aparece como sentido terminal que invisibiliza la relación con el otro.

El otro extremo, delimita la evaluación como espacio para la intimidación y el chantaje, que obliga al otro a construir formas de defensa. Algunas frases leídas en la universidad ejemplifican este extremo: “Lo peor de ser maestro es tener que evaluar”, “Si uno no está encima con el examen, ellos no estudian”, “Estos muchachos cada vez llegan más perezosos y más malos”. Estos postulados de fuerza, por fortuna, cada vez se escuchan menos.

La formación integral se favorece cuando la evaluación es entendida

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