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Derechos Politicos


Enviado por   •  26 de Octubre de 2013  •  4.003 Palabras (17 Páginas)  •  356 Visitas

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DERECHOS POLÍTICOS Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA

“Por poca influencia que pueda tener mi voz en los asuntos públicos, basta el derecho a votar respecto a éstos para imponerme el deber de instruirme a ellos”.

ROUSSEAU

DERECHOS HUMANOS

CONCEPTO: Derechos civiles y políticos, o derechos cívicos, son los derechos que protegen las libertades individuales de su conculcación injustificada (represión) por parte del poder (sea el de los gobiernos o el de cualquier otro agente político público o privado), y garantizan la capacidad del ciudadano para participar en la vida civil y política del Estado en condiciones de igualdad, sin discriminación.

Los derechos políticos constituyen la primera porción de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 (así como los derechos económicos, sociales y culturales comprenden la segunda parte). La teoría de las tres generaciones de derechos humanos considera a este grupo de derechos como los "derechos de primera generación", y la teoría de los derechos negativos y positivos (libertad negativa y positiva) los designa como derechos negativos. No obstante, en cuanto los derechos sociales o positivos se justifican en la reparación de deficiencias que obstaculizan gravemente el ejercicio de la plena condición de ciudadano, son también "civiles", al tener su correspondiente definición precisa en la contrapartida de una obligación establecida por parte de los poderes públicos.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966 incluye el "derecho de libre determinación" de "todos los pueblos” los llamados "derechos colectivos", por oposición a los "derechos individuales", están entre los "derechos de tercera generación" según la teoría de las tres generaciones de derechos.

La participación política, no se limita a participar en los procesos electorales. Los partidos políticos son parte de la política, así como otras organizaciones sociales, grupos, movimientos e instituciones de las que surgen leyes y normas de cumplimiento obligatorio para todos los ciudadanos. Participamos en estos espacios con el propósito de estudiar problemas que afectan a la comunidad, a ciertos sectores de la población o al país, para preparar y negociar propuestas de solución, ejercer el poder democráticamente, fiscalizar el cumplimiento de compromisos, leyes y normas por parte de autoridades, dirigencias e instituciones, educarse para el ejercicio pleno de los derechos y deberes políticos y reclamar organizadamente los derechos.

Participar políticamente es participar activa, consciente y democráticamente en la toma de decisiones que tienen que ver con todos aquellos asuntos que afectan nuestras vidas como personas y como grupo. Desde el momento en que nos involucramos con una organización comunal que lucha por el acceso de toda la población a los servicios de agua, electricidad, transporte y vivienda digna, estamos participando políticamente, aunque no militemos en un partido político. La participación política es muy importante si queremos influir en las decisiones que se toman en el gobierno, el congreso y el municipio. Estas decisiones afectan nuestra calidad de vida, la posibilidad de vivir en democracia y de ejercer nuestros derechos.

Hemos aprendido a depositar en otras personas muchas de estas decisiones, ya que nos limitamos a votar cada cierto tiempo. Ejercer la ciudadanía supone y exige una activa participación política, Que no termina con nuestra participación en los procesos electorales (Peniche). Nuestro derecho a la participación política se origina en el principio de la soberanía popular. Esto quiere decir que nadie más que el pueblo, tiene el poder para decidir qué es lo mejor para todos, qué se debe hacer para alcanzar nuestros objetivos y quién nos representará en el gobierno para ejecutar tales decisiones y lograr tales objetivos. El poder reside en la voluntad soberana de los ciudadanos y las ciudadanas.

En otras palabras, el poder político es expresión de la soberanía que reside en el pueblo. Y el pueblo somos todas las personas que residen en un país, sin importar su sexo, su edad, estado civil, si son ricas o pobres, indígenas, afrodescendientes, del campo o de la ciudad. Esta soberanía es, a su vez, el sustento básico, el pilar en el que descansa la democracia. Es importante reflexionar sobre este punto. La actuación conjunta, organizada y planeada de todas las personas que forman parte de una comunidad, municipio, provincia o nación, dará mejores resultados que aquellas acciones que realicen personas individuales. Tal vez, al principio, podamos equivocarnos; pero con el tiempo, aprenderemos de nuestros errores y los corregiremos. Es así como se construye la cultura política de los pueblos.

Muchas veces, para no abrirse a la participación, se dice que "el pueblo no está preparado" o que para ejercer la participación mediante mecanismos de democracia directa, "se necesita una cultura que nuestro pueblo no tiene". Eso no es cierto. Si la población no está acostumbrada a participar, es precisamente porque no se le ha permitido hacerlo.

Si revisamos un poquito la historia de nuestros países, veremos cómo el sistema colonial destruyó las formas tradicionales de participación política y social de los indígenas. En las sociedades mesoamericanas florecientes antes de la llegada de los españoles, el poder se basaba en las asambleas de tribus, donde se discutía y se tomaban decisiones sobre diversos aspectos de la vida comunitaria y del poder público.

Al ser conquistados y sometidos a la dominación colonial, a nuestros pueblos les impusieron las formas autoritarias y verticales propias del poder absoluto colonial, el cual negó a la población indígena, mestiza y afro descendiente los más elementales derechos ciudadanos. Así, la gran mayoría de la población se quedó fuera de la participación ciudadana y unos pocos decidieron por su vida y su futuro. De alguna manera, nuestras sociedades son herederas de estas formas de autoridad, las que a veces fortalecemos con nuestra indiferencia. Al no saber aprovechar los pocos espacios de participación que tenemos a nuestro alcance, seguimos fomentando el verticalismo, el autoritarismo y, lo más grave, dejamos que otros sigan decidiendo por nosotros.

El ejercicio de la participación política no debe parecernos tan ajeno o lejano. Es simplemente otra manera de compartir

nuestras experiencias y expresar nuestras preocupaciones, necesidades y propuestas, tal y como lo hacemos con otras

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