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El Alma De La Toga


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2011  •  1.459 Palabras (6 Páginas)  •  1.297 Visitas

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EL ALMA DE LA TOGA

I. Biografía del autor :

El célebre jurisconsulto, ensayista, conferencista y periodista Ángel Ossorio y Gallardo nació en Madrid el 20 de junio de 1873 y falleció el 19 de mayo de 1946 en Buenos Aires. Desempeñó cargos como: la presidencia de la Academia de Jurisprudencia y del Ateneo de Madrid, el decanato del Colegio de Abogados. Políticamente militó siempre en las filas del Partido Conservador, y alcanzó los cargos de gobernador de Barcelona (1909) y ministro de Fomento (1917). Fue presidente de la sección española de la Unión Universal por la Paz. Colaboró con la Escuela de Estudios Sociales para la Mujer y el Comité Femenino de Mejoras Sociales. Trabajó para la inclusión del servicio doméstico en los beneficios de las leyes de retiro obrero y accidentes de trabajo. Fue defensor de la República desde 1931 hasta su muerte. Durante la guerra provocada por la rebelión militar del general Franco colaboró en la revista Hora de España y fue embajador en Bélgica, Francia y Argentina. Sus obras consideradas las más importantes son: Julio de 1909 en Barcelona (1910), Conversación sobre el catalanismo (1910), Historia del pensamiento político catalán durante la guerra de España con la República Francesa (1793-1795) (1913), El alma de la toga (1919), Cartas a una muchacha sobre temas de derecho civil (1925), entre otras. Sus obras se distinguieron por su carácter independiente y por su contenido y tono intelectuales.

II. Resumen

“El alma de la toga", está estructurada en veinte y ocho partes en cada una de las cuales muestra como debe ser un abogado en el que primen los valores y refleje una profesión en la que viva bajo el amparo de principios éticos solventes, en la última parte se incluye un decálogo o unas enseñanzas que el letrado no debe olvidar ponerlas en práctica. Las vivencias diarias engrandecen los conocimientos los cuales no deberán estar sobre los valores humanos. «La rectitud de la consciencia es mil veces más importante que el tesoro de los conocimientos». Por tanto en cada uno de los capítulos se realza la experiencia, la pericia, la sagacidad honesta, la seguridad pues jamás alguien podrá llegar a ser un buen abogado sin cumplir con todos estos requisitos.

La obra enfoca la convicción y la pasión como los ejes que impulsan a alcanzar la realización absoluta de un buen abogado. Claro está que los conocimientos adquiridos son de gran importancia, sin embargo, son un aditamento a la formación integral de la persona. Un abogado para ser llamado como tal debe poseer: astucia, firmeza, paciencia, respeto, cordialidad, consideración, pues basándose en sus principios y guiado por sus conocimientos podrá ejercer permanentemente la abogacía. Muchos eligen esta profesión pero pocos la viven. Por ello podrán ser licenciados en derecho pero no abogados .La discrepancia de opiniones estará presente todos los días, pero el buen abogado se fía en sus dictados para tomar las decisiones que considere correctas. La seguridad en uno mismo y la confianza de saber que se elegirá lo mejor alejándose del lucro y de las injurias, orientan la recta conducta de un buen abogado. Se debe tener en cuenta que las decisiones tomadas no podrán favorecer a todas las partes; siempre habrá disconformidad, criticas, porque lo justo para uno puede no serlo para el otro. Si hay una firme certeza de que los dictados que nuestra consciencia nos impulsa a seguir son los adecuados se desatenderá las desavenencias de los demás. No es soberbia ni egocentrismo pues para llegar a tomar una decisión definitiva hubo un análisis previo de los estímulos exteriores. Es de primordial importancia saber que los resultados serán juzgados en base a quien tomó la última decisión (las resoluciones competen solo al abogado), no habrá lugar a las excusas por increpaciones exteriores. Por esto las leyes solamente son una guía, las decisiones tomadas se basan en experiencias y en la astucia aprehendida que garanticen resoluciones de interés, que sean prácticas, convenientes y especialmente útiles para el requerimiento. El abogado solamente aceptará los casos que considere justos y que no sean perjudiciales para las demás personas. Deberá guiarse por sus principios morales

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