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El Ensayo Español En El Siglo XX


Enviado por   •  6 de Marzo de 2012  •  581 Palabras (3 Páginas)  •  725 Visitas

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El ensayo español.

Siglo XX.

Edición de Domingo Ródenas

y Jordi Gracia.

Clásicos y modernos.

Crítica. Barcelona, 2009.

Crítica publica en su imprescindible y rigurosa colección Clásicos y Modernos El ensayo español. Siglo XX. Sus autores, Jordi Gracia y Domingo Ródenas, han reunido en esta antología una muestra representativa con textos de casi cien autores, las voces múltiples en tonos y temas de los ensayistas españoles contemporáneos en textos unidos por su pertenencia a un género común y por su altura estética, intelectual o ética.

Juan Marichal reconoció la voluntad de estilo como una de las claves del género. Y bastaría con dar una nómina reducida de autores, de Azorín a Juan Benet, de Pérez de Ayala a Javier Marías, de Ortega a Ferlosio, de Cernuda a Valente, para demostrar que la mejor prosa de la literatura española contemporánea se ha escrito en el género más abierto e indefinible.

Un género que inaugura el ciclo de la modernidad en la literatura española con el regeneracionismo de raíz institucionista del 98 y llega a uno de sus momentos más altos en el Novecentismo, una generación de ensayistas de pensamiento pulcro y prosa aquilatada (Ortega, Marañón, d'Ors, Azaña, Pidal o Américo Castro). A esas alturas ya se había planteado el ensayo español el debate entre individualismo y reformismo, entre casticismo y europeísmo, un debate que atraviesa la historia del género en el siglo pasado.

Vino después el ensayo del arte nuevo en el 27, con Bergamín, o Cernuda, y -tras el corte brutal de la guerra civil- las continuidades asimétricas de los ensayistas en el exilio y en el franquismo. Si el ensayo en el exilio de Ayala o María Zambrano representaba la conexión con el pensamiento liberal anterior a la guerra, el franquismo tuvo que inventar sus referentes y los encontraron en los jóvenes ensayistas de la Falange. Laín, Tovar, Aranguren son los nombres de ese momento en el que se demuestra otro de los rasgos esenciales del género: su incompatibilidad con el pensamiento autoritario, con el ímpetu coercitivo o inquisitorial de la censura política o eclesiástica.

Suma de libertad temática y subjetividad, de pensamiento crítico y viveza de estilo, el ensayo posiblemente no sea –como la novela para Baroja- un saco donde cabe todo, pero es evidente que se trata de un cajón de sastre, de una mesa revuelta en la que conviven la reflexión y el tanteo exploratorio de la realidad.

Y en ese sentido, conviene destacar que el objeto del ensayo, el foco de interés sobre el que se centra la reflexión, es un índice significativo de la evolución de la cultura y del estado

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