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El Principe Y El Mendgo


Enviado por   •  7 de Mayo de 2014  •  559 Palabras (3 Páginas)  •  229 Visitas

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Guion Del Principe Y El Mendigo

Trabajos: Guion Del Principe Y El Mendigo

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Enviado por: 16656 26 enero 2014

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Guion del príncipe y el mendigo

NARRADOR: Hace más de trescientos años en Londres, un día del segundo cuarto del siglo XVI, nació un hijo a una familia pobre, de apellido Canty, que no deseaba tenerlo. El mismo día nació otro niño inglés en una familia rica, de apellido Tudor, que lo deseaba. Lo deseaba Inglaterra. Este país lo había deseado ardientemente durante mucho tiempo, y se lo había pedido a Dios con oraciones. Ahora que había nacido, el pueblo estaba loco de regocijo. Personas que eran simples conocidas se abrazaban. No hubo nadie que no festejara, ricos y pobres, banqueteaban, danzaban, cantaban y se ponían alegres. Londres era de día digna de verse, con alegres banderas ondeando en todos los balcones, mientras recorrían las calles cortejos. No se hablaba en toda Inglaterra de otra cosa que del recién nacido, Eduardo Tudor, príncipe de Gales, que descansaba envuelto en sedas, ajeno a tanta jarana, sin saber que unos grandes señores y damas lo cuidaban y tenían puestos los ojos en él. Sin saberlo y sin dársele un comino por ello. Thomas vivía en una casa muy pequeña junto a su padre y madre, una abuela, y sus hermanas mellizas. Entre la pobre gente que vivía en la casa, aunque ajeno a ella, se contaba un pobre sacerdote anciano. El padre Andrés, tal era su nombre, enseñó a Tomás latín, y también a leer y escribir.

(Tomás estaba muy emocionado, y se le iban agrandando los ojos por efecto del asombro y del deleite que aquello le producía. En su alma había un solo deseo, el de aproximarse al príncipe y poder contemplarlo. Antes que se diera cuenta de lo que hacía se encontró con la cara pegada a los barrotes de la reja de la puerta de entrada. Un instante después, uno de los soldado, lo arrancó de allí con rudeza y lo tiró. Acto seguido le dijo)

SOLDADO: – ¡Cuidado con lo que haces mendigo muchacho!

PRINCIPE: – ¡Cómo te atreves a tratar de esa manera un pobre muchacho! ¡Cómo te atreves a tratar de ese modo ni al más humilde de los súbditos del rey,

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mi Padre! Abre las puertas y déjalo entrar.

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