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El Viaje Del Elefante


Enviado por   •  8 de Agosto de 2012  •  434 Palabras (2 Páginas)  •  677 Visitas

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El viaje del elefante cuenta la aventura de un elefante que atravesó media Europa por el capricho de un rey (Juan III, rey de Portugal) quien decide regalárselo a su primo el archiduque Maximiliano de Austria. Ambientada en el siglo XVI, esta novela nos relata un hecho real, por muy absurdo e irrisorio que pueda parecernos. La obra en sí obedece a la casualidad, que siempre suele ser la que enciende la mecha y nos enardece para que escribamos. Eso fue en cierto modo lo que le ocurrió a Saramago. El escritor entró casualmente en un restaurante de Austria llamado El Elefante y en un momento de la conversación se fijo en unas pequeñas esculturas puestas en fila de derecha a izquierda. La primera era la Torre de Belén en Lisboa, y junto a ella, colocadas en fila a modo de itinerario, había diversas representaciones de edificios y monumentos. La curiosidad de Saramago salió a flote y una vez le fue relatada la historia, decidió que ahí estaba encerrado el corazón de una historia y decidió documentarme a conciencia para poder contar el viaje.

Aunque el trasfondo sea real, lo cierto es que la historia oscila hacia los personajes. Son sus voces corales las que oímos a través de una voz omnisciente que les permite tomar las riendas de la historia, aunque haga intromisiones, algunas digresiones y observaciones al uso, algunas anacrónicas, que acentúan el carácter irónico del relato. El libro se detiene ante todo en en esa bulliciosa caravana que se orquesta para satisfacer las necesidades del elefante en movimiento. Los personajes en su deambular sacan sus pechos, se pelean, defienden sus ideas o su derecho a la custodia del animal, frente a huestes en apariencia hostiles y ofrecen lo mejor de sí para que la caravana llegue feliz y a salvo a su destino. De toda esa red humana que construye Saramago, sobresalen algunas voces con más fuerza que otras. Como la voz arrogante del comandante que en un principio considera humillante su destino, aunque poco a poco se va encariñando con Salamón (después Solimán) y con Subhro (al que el emperador cambia también el nombre por Fritz). Sus comentarios suelen ser replicados por el fiel cuidador del animal, quien, aunque alegue no conocer del todo la naturaleza del elefante, se convierte en su voz, en su estómago y en el salvaguardo de sus necesidades más básicas: dormir, comer, hacer la siesta, etc. El cuidador parlamenta siempre con la comitiva buscando el solaz del animal, que asiste a todas las disputas con verdadero estoicismo.

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