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Ensayo Sobre El OLVIDO QUE SEREMOS


Enviado por   •  7 de Marzo de 2014  •  4.431 Palabras (18 Páginas)  •  1.607 Visitas

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1. UN NIÑO DE LA MANO DE SU PADRE

Cuenta acerca del cariño que él sentía por su papá y como después de que nacieron sus hijos él volvió a sentir lo mismo que sentía por él.

“Yo amaba a mi papá con un amor animal. Me gustaba su olor, y también el recuerdo de su olor, sobre la cama, cuando se iba de viaje, y yo les rogaba a las muchachas y a mi mamá que no cambiaran las sábanas ni las fundas de la almohada. Me gustaba su voz, me gustaban sus manos, la pulcritud de su ropa y la meticulosa limpieza de su cuerpo. Cuando me daba miedo, por la noche, me pasaba para su cama y siempre me habría un campo a su lado para que yo me acostara. Nunca dijo que no. Mi mamá protestaba, decía que me estaba malcriando, pero mi papá se corría hasta el borde del colchón y me dejaba quedar. Yo sentía por mi papá lo mismo que mis amigos decían que sentían por la mamá. Yo olía a mi papá, le ponía un brazo encima, me metía el dedo pulgar en la boca, y me dormía profundo hasta que el ruido de los cascos de los caballos y las campanas del carro de la leche que anunciaban el amanecer.”

2.

Nos habla de el porque su papá nunca tenía plata en la cartera, y como fue que el mayordomo de la finca se aprovecho de él y gracias a esto contrataron a los papás de Teresa, una de las muchachas del servicio. Y nos dice como el papá pensaba que esos muchachos que le pedían plata ni siquiera tenían para el almuerzo.

“Yo sabía que los estudiantes le pedían plata prestada porque muchas veces lo acompañaban a la universidad y su oficina parecía un sitio de peregrinación. Los estudiantes hacían fila afuera, si, para consultarle asuntos académicos o personales, pero la mayoría para pedirle plata prestada. Siempre que yo fui, varias veces mi papá sacaba de la cartera y les entregaba a los estudiantes billetes que jamás le devolvían, y por eso alrededor de él había siempre un enjambre de pedigüeños.”

3.

cuenta lo que hacia si el papá no lo podía llevar a la Universidad, o si lo llevaba como él le rogaba para que entraran a la morgue para poder conocer a un muerto.

“Antes de entrar al kínder, a mí no me gustaba quedarme todos los días en la casa con Sol y con la monja. Cuando se me acababan los juegos de niño solitario (fantasías en el suelo, con castillos y soldados), lo más entretenido que se le ocurría hacer a la hermanita Josefa, fuera de rezar, era salir al patio de la casa a mirar los colibríes que chupan las flores, o dar paseos por el barrio en el cochecito donde sentaba a mi hermana, que se dormía en el acto, y donde me llevaba a mí, de pie sobre las varillas de atrás, si me cansaba de caminar, mientras la monja empujaba el coche por las aceras. Como esa rutina diaria me aburría, entonces yo le pedía a mi papá que me llevara a la oficina.”

4.

Cuenta como sus amigos y compañeros se le burlaban por los saludos tan efusivos que le daba el papá. Y nos termina de hablar de cómo su papá en un libro llamado “Manual de tolerancia”, escribe que es bueno mimar a los hijos para que después su bondad se vuelva felicidad y como el autor lo cree y lo imita.

“Durante un tiempo evité esos saludos tan efusivos si había extraños por ahí, pues me daba pena y no quería que se burlaran de mí. Lo malo era que, aun si estaba acompañado, ese saludo a mí me hacia falta, me daba seguridad, así que al cabo de algún tiempo de fingimiento, resolví dejar que me volviera a saludar igual que siempre, aunque mis compañeros se rieran y dijeran lo que les diera la gana. Al fin y al cabo ese saludo cariñoso era una cosa de él, no mía, y yo lo único que hacia era dejarlo hacer. Pero no todo fue burla entre mis compañeros; recuerdo que una vez, ya casi al final de la adolescencia, un amigo me confeso:”Hombre, siempre me ha dado envidia de un papá así. El mío no me ha dado un beso en toda la vida.”

5.

Habla de cómo un día el bus del colegio lo dejo y el para no entrar a su casa pues sabia que lo iban a regañar se fue el solo hasta el centro, y como por esta responsabilidad casi es atropellado. También nos habla de cómo al llegar a su casa (ya se habían enterado) la mamá le dio un largo regaño.

“Destetarme de la casa fue un proceso larguísimo. A los 28 años, cuando mataron a mi papá, yo todavía recibía de vez en cuando aportes de él, o de mi mamá, y eso que ya llevaba cinco años viviendo con mi primera esposa, y tenia una hija que ya daba sus primeros pasos. Cuando, a los 23 años, me fui detrás de mi novia italiana, Bárbara, a estudiar Turín, le escribí a mi papá una carta preocupada por el hecho de que todavía tuviera que mantenerme. Aun conservo su respuesta, fechada el 30 de Junio de 1982 (yo me había ido para Europa 15 días antes), que dice así:

“Tu preocupación por la dependencia económica prolongada me recordó mis clases de antropología, en donde he aprendido que mientras más avanzada es una especie animal, más largo es su periodo de niñez y adolescencia. Y creo que nuestra especie familiar es bastante avanzada en todo sentido. Yo también dependí hasta los 20 años, pero nunca tuve preocupación por ello, para hablarte francamente. Puedes estar seguro de que mientras continúes estudiando y trabajando como tu lo haces, para nosotros tu dependencia no será una carga sino una agradabilísima obligación que asumimos con muchísimo gusto y orgullo.”

GENERO LITERARIO: Narrativa

ESTA ESCRITO EN: Capítulos

ANTES: DESPUES: No hay

6.

PAG 39

“El abuelito resoplaba indignado, y me decía una verdad que tengo que aceptar y que toda la vida ha sido uno de mis peores defectos:”Malagradecido”. Pero mi papá no le daba la razón si no que soltaba una carcajada feliz, me cogía de la mano y nos íbamos muy contentos para la casa, a leer en la biblioteca, o me llevaba a El Múltiple a comer un helado de vainilla con pasas “para que se te olvide el sabor de la mazamorra”. Después, al llegar a la casa, les contaba a mis hermanas mi gesto con el abuelito, y movía la mano tiesa de un lado a otro, riéndose a carcajadas de la cara de indignación que había puesto Don Antonio. En mi casa nunca me obligaron a comerme nada y hoy en día como de todo. Menos

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