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Ejercicios de falacias


Enviado por   •  11 de Octubre de 2012  •  Informes  •  2.700 Palabras (11 Páginas)  •  2.410 Visitas

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Ejercicios de falacias

Identifique las falacias de atinencia en los siguientes pasajes y explique cómo aparecen en cada caso.

1. El sabio expresa alegría respecto a las cosas que propiamente la merecen y enojo con las que realmente despiertan enojo. Por lo tanto, la alegría y el enojo del sabio no están conectados con su mente sino con las cosas mismas.

CH’ENG HAO, citado por Fung Yu-Lan en su Historia de la filosofía china.

2. ¿Por qué sé más que otras personas? ¿Por qué, en general, soy tan listo? Nunca he abordado siquiera problemas que no lo merezcan. Nunca he despreciado mi talento.

FRIEDRICH NIETZSCHE, Ecce Homo.

3. La inquisición debió haber sido benéfica y estar justificada, dado que pueblos enteros la invocaron y la defendieron, hombres intachables la fundaron y crearon en forma severa e imparcial, y sus propios adversarios recurrieron a la hoguera para combatir sus llamas.

BENEDETTO CROCE, Filosofía de la práctica.

4. “Pero observa”, dijo Cleantes, “en lo que concierne a ti, Filón, y a todos los escépticos especulativos, tus doctrinas y tus prácticas difieren tanto en los más abstrusos puntos de la teoría como en la conducta de la vida cotidiana”.

DAVID HUME, Diálogos sobre la religión natural.

5. Cuando Rodger Babdon, cuya predicción acerca del colapso de la Bolsa le hizo famoso, enfermó de tuberculosis, regresó a su hogar en Massachusetts en lugar de seguir el consejo de su médico de permanecer en el Oeste. En el frío del invierno, dejó las ventanas abiertas, se puso un grueso abrigo, una gorra y pidió a su secretaria que usara guantes para escribir a máquina. Babson mejoró y atribuyó la curación al aire fresco. El aire de los pinos, de acuerdo con Babson, tiene propiedades químicas o eléctricas (o ambas) de gran valor.

MARTIN GARDNER, Novedades y falacias en el nombre de la ciencia.

6. Pero, ¿cómo podemos dudar de que el aire tiene peso cuando tenemos el claro testimonio de Aristóteles, quien afirma que todos los elementos, excepto el fuego, tienen peso?

GALILEO GALILEI, Diálogos sobre dos nuevas ciencias.

7. Testifico que cada hombre escuchará las palabras proféticas de este libro. Si alguien desoye esas palabras, Dios enviará sobre él las plagas que están escritas en este libro: y si alguien se aleja de lo aquí prescrito, Dios lo alejará del camino de la vida, y de la ciudad de Dios y de las cosas escritas en este libro.

Revelación, 22: 18-19.

8. Pues, si la distinción de grados es infinita, de tal suerte que no hay un grado tal que no pueda ser superado, nuestro razonamiento nos conduce a la conclusión de que la multiplicidad de naturalezas misma no está limitada por frontera alguna. Pero solamente un hombre demasiado tonto puede dejar de rechazar como absurda esa conclusión. Entonces, hay necesariamente alguna naturaleza que es tan superior que todas las demás son inferiores en comparación con ella.

SAN ANSELMO, Monólogo, Capítulo VI.

9. Tenía siete años cuando ocurrió la primera campaña electoral de mi distrito de la que tengo memoria. En aquél entonces, no teníamos partidos políticos, así, el anuncio de esta campaña se recibió con escaso interés. Pero el sentimiento popular creció rápidamente cuando se descubrió que uno de los candidatos era “el Príncipe”. No había necesidad de añadir un nombre propio para saber a qué príncipe nos referíamos. Era el propietario de la mayor hacienda formada por la ocupación arbitraria de vastas extensiones de tierra reclamada en el siglo anterior por el Lago de Fucino. Cerca de ocho mil familias (esto es, la mayoría de la población local) aún está empleada en cultivar las 14 mil hectáreas de esa propiedad. El Príncipe solicitaba a “sus” familias que votaran en su favor para que pudiera llegar a ser diputado. Los agentes del Estado, quienes estaban trabajando para el Príncipe, dijeron con frases impecablemente liberales: “Naturalmente”, dijeron, “naturalmente, nadie será forzado a votar a favor del Príncipe; se entiende, de la misma forma, que nadie obligará al Príncipe a dar trabajo a las personas que no voten por él”.

IGNAZIO SILONE, El dios caído.

10. El siguiente pasaje está tomado de la obra El arte de las preguntas cruzadas de F.L. Wellman (Nueva York, Macmillan Publishing Company, Inc., 1946). La conclusión aquí es implícita, no explícita.

Un bien reconocido médico había proporcionado su testimonio importante en un caso donde su amigo más íntimo aparecía como el consejero apuesto. Estos dos hombres-médico y abogado- eran igualmente competentes en sus respectivas profesiones y habían sido amigos cercanos durante muchos años. De hecho, prácticamente habían crecido juntos. El abogado se enteró de que su amigo había proporcionado un testimonio irrefutable aun ante un examen cruzado. Por lo tanto, él se confinó a las preguntas restantes y, temiendo que no podría mantener la mirada mientras interrogaba al testigo, se mantuvo con la cara vuelta hacia una ventana lateral.

P: Doctor, usted dice que es un médico practicante. ¿Ha practicado su profesión por algún tiempo en la ciudad de Chicago?

R: Sí, he ejercido en Chicago durante unos 40 años.

P: Bien, doctor, supongo que durante ese tiempo ha tenido usted oportunidad de tratar a varios de los más prominentes ciudadanos. ¿Me equivoco?

R: No, así es.

P: Por alguna razón, doctor, ¿usted ha sido llamado como médico familiar para recetar al alguacil?

R: Sí, he sido su médico familiar durante varios años.

P: ¿Por cierto, cómo se encuentra él actualmente? No he tenido noticias suyas desde hace algún tiempo. (Dijo mirando todavía hacia la ventana.)

R: Ha muerto.

P: Lo siento. ¿Ha tratado usted al señor McCormick?

R: Sí, durante muchos años.

P: ¿Le molestaría decirme cómo está él actualmente?

R: Ha muerto.

P: ¡Lo siento!

Continuó preguntando acerca de otras ocho o nueve personas bien conocidas de Chicago, de quienes sabía que habían sido atendidas

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