LITERACIDAD DE TEXTOS
Enviado por TAZMANYSEXY • 8 de Mayo de 2012 • 2.510 Palabras (11 Páginas) • 1.232 Visitas
Bitácora 2
Nombre:
TALIA CRUZ ROBLES Usuario:
DS117651
Fecha de nacimiento:
05 DE MARZO DE 1978
Estado de nacimiento:
MÉXICO DF CURP:
CURT780305MDFRBL05 Cuenta de correo:
cruzroblesmx@hotmail.com
Teléfono:
57658890 Escuela donde labora:
ESCUELA SECUNDARIA NÚM. 69 MARTÍN V. GONZÁLEZ Nivel educativo en que labora:
SECUNDARIA
Ciudad y Estado:
NEZAHUALCOYOTL, EDO DE MEX
PISA aula 3: Formulemos preguntas a los textos
Para que tu tutor pueda conocer el contexto de esta actividad, te solicitamos copiar los textos y preguntas que trabajaste con tus alumnos:
Texto 1
UN JUEZ JUSTO
Un rey argelino llamado Bauakas quiso averiguar si era cierto o no, como le habían di-
cho, que en una de sus ciudades vivía un juez justo que podía discernir la verdad en el
acto, y que ningún pillo había podido engañarle nunca. Bauakas cambió su ropa por la
de un mercader y fue a caballo a la ciudad donde vivía el juez.
A la entrada de la ciudad, un lisiado se acercó al rey y le pidió limosna. Bauakas le
dio dinero e iba a seguir su camino, pero el tullido se aferró a su ropaje.
– ¿Qué deseas? -preguntó el rey- ¿No te he dado dinero?
– Me diste una limosna -dijo el lisiado- ahora hazme un favor. Déjame montar con-
tigo hasta la plaza principal, ya que de otro modo los caballos y camellos pueden piso-
tearme.
Bauakas sentó al lisiado detrás de él sobre el caballo y lo llevó hasta la plaza.
Allí detuvo su caballo, pero el lisiado no quiso bajarse.
– Hemos llegado a la plaza, ¿por qué no te bajas? -preguntó Bauakas.
– ¿Por qué tengo que hacerlo? -contestó el mendigo-. Este caballo es mío. Si no
quieres devolvérmelo, tendremos que ir a juicio.
Al oír su disputa, la gente se arremolinó alrededor de ellos gritando:
– ¡Id al juez! ¡Él juzgará!
Bauakas y el lisiado fueron al juez. Había más gente ante el tribunal y el juez lla-
maba a cada uno por turno. Antes de llegar a Bauakas y al lisiado, escuchó a un estu-
diante y a un campesino. Habían ido al tribunal a causa de una mujer: el campesino
decía que era su esposa y el estudiante decía que era la suya. El juez escuchó a los
dos, permaneció en silencio durante un momento, y luego dijo:
– Dejad a la mujer aquí conmigo y volved mañana.
Cuando se hubieron ido, un carnicero y un mercader de aceite se presentaron an-
te el juez. El carnicero estaba manchado de sangre y el mercader de aceite. El carnicero
llevaba unas monedas en la mano y el mercader de aceite se agarraba a la mano del
carnicero.
– Estaba comprando aceite a este hombre - dijo el carnicero - y, cuando cogí mi
bolsa para pagarle, me cogió la mano e intentó quitarme todo el dinero. Por eso hemos
venido ante ti; yo sujetando mi bolsa y él sujetando mi mano. Pero el dinero es mío y él
es un ladrón.
A continuación habló el mercader de aceite:
– Eso no es verdad -dijo-. El carnicero vino a comprarme aceite y después de lle-
narle un jarro, me pidió que le cambiara una pieza de oro. Cuando saqué mi dinero y lo
puse en el mostrador, él lo cogió e intentó huir. Lo agarré de la mano, como ves, y lo he
traído ante ti.
El juez permaneció en silencio durante un momento, luego dijo:
– Dejad el dinero aquí conmigo y volved mañana.
Cuando llegó su turno, Bauakas contó lo que había sucedido. El juez lo escuchó y
después pidió al mendigo que hablara.
– Todo lo que ha dicho es falso -dijo el mendigo-. Él estaba sentado en el suelo y
yo iba a caballo por la ciudad, cuando me pidió que lo llevase. Lo monté en mi caballo y
lo llevé a donde quería ir. Pero, cuando llegamos allí, no quiso bajarse y dijo que el ca-
ballo era suyo, lo cual no es cierto.
El juez pensó un momento, luego dijo:
– Dejad el caballo conmigo y volved mañana.
Al día siguiente, fue mucha gente al tribunal a escuchar las sentencias del juez.
Primero vinieron el estudiante y el campesino.
– Toma tu esposa -dijo el juez al estudiante- y el campesino recibirá cincuenta lati-
gazos.
El estudiante tomó a su mujer y el campesino recibió su castigo.
Después, el juez llamó al carnicero.
– El dinero es tuyo -le dijo. Y señalando al mercader de aceite, dijo:
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