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Los Heraldos Negros


Enviado por   •  15 de Agosto de 2013  •  2.804 Palabras (12 Páginas)  •  668 Visitas

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RELACIÓN TEXTO CONTEXTO SOCIOCULTURAL

“Los heraldos negros” plantea un tema de la existencia como lo es el dolor humano inevitable y el cuestionamiento de la fe cristiana; por ello puede ubicarse en cualquier espacio, no solo Perú.

MOTIVO CENTRAL

El dolor humano es inevitable. El yo lírico plasma en su poesía el dolor que provoca en el individuo cualquier sufrimiento.

La pérdida de la fe en Dios es uno de los sentimientos que se cuestionan, ya que el Destino mantiene con mano tenaz de esos “golpes sangrientos”, esa lucha continua por sobrevivir, por vencer esa dura pobreza que acompaña al hombre y se expresa en cada una de sus miradas.

Todos los sufrimientos dejan una huella profunda que señala la destrucción del mundo o el anuncio de la Muerte, compañera inevitable y hermana de la miseria, del dolor.

CÓDIGO APRECIATIVO:

Expresa que los golpes de la vida dejan huellas imborrables (“zanjas oscuras”) en cualquier ser, principalmente en su alma, en su sentimiento, en su fe. Hacer vívido el dolor humano, el cual es culpa del hombre (“charco de culpa”) en su afán por dominar el mundo y acrecentar su poder. Por ello, los heraldos negros anuncian la muerte, la desolación en un mundo caótico.

Todo concluirá en la destrucción del mundo por el hombre, gracias a su ambición (“bárbaros atilas”); o en la muerte como condición y norma de existencia.

El yo lírico expresa su impotencia ante el dolor humano que ni siquiera Dios soluciona (“el Destino blasfema”).

OTRAS APRECIACIONES

“Los heraldos negros”

Este poema lleva por título “Los heraldos negros”, dándole también nombre al libro que compone una serie creaciones en las que el poeta pone en cuestionamiento su relación íntima con Dios. Esta Duda de la atención divina parte de la misma existencia y vivencia del yo lírico, que sufre por el dolor humano, que es irreparable y hasta insoportable.

La antinomia Amor/ Dios, Dolor/Hombre es el tema del poema. ¿Cómo un Dios que es amor permite el dolor que parece partir del odio de Dios? Como si ese Dios se ensañara especialmente en el sufrimiento humano. Sobre estos ejes gira todo su cuestionamiento.

El carácter del poema es casi dialógico. El yo lírico parece hablarnos, hacernos vernos en esos golpes, hacernos reflexionar sobre ellos, hayamos o no sentido estos golpes aún. Pero nos involucra y esos golpes son los golpes de cualquier vida, de la Cruz que cada hombre lleva por el simple hecho de existir

Estamos frente a un poeta que se aparta del modernismo latinoamericano lleno de un lenguaje ornamental y colorido, para acercarse al existencialismo de principios de siglo, parco y filosófico. Aquella doctrina filosófica que cuestiona la existencia del hombre con un propósito definido. No olvidemos que ya ha pasado una primera guerra mundial y que el hombre ha visto la crueldad y las barbaridades de la guerra. A la juventud muriendo en forma instantánea y al hambre que esta Guerra Mundial ha conllevado. Es lógico que éste se pregunte: para qué existimos, qué es ser hombre, qué debe hacerse con este existir.

El título mismo responde a un poema de Rubén Darío, modernista, que se llama “Heraldos”. Este poema está cargado de colores y relaciona a cada color con los amores que el yo lírico tuvo en su vida. Cada heraldo (mensajero) le trae el recuerdo de una característica de un amor pasado. En el caso de Vallejo estos también son “Heraldos”, pero todos negros, porque son anuncios de la muerte, de la oscuridad, de la soledad y la desolación. Este poema de Vallejo también rompe con la formalidad métrica muy estricta en los poemas modernistas, sin embargo, el juego que hace de sonoridades en las rimas sugieren toda una serie de sentidos. Mezcla rimas consonantes con asonantes.

La única rima consonante es “sé”. Esta es una certeza que no existe, porque va acompañada del “no”, así la certeza se transforma en duda, una duda que se vuelve existencial, “Yo no sé”, y lo que el yo lírico no sabe es el sentido de esos golpes que provocan dolores insostenibles. Las rimas asonantes aparecen desde la segunda estrofa: “fuerte/Muerte”, “blasfema/quema”, “palmada/mirada”. Estas coincidencias sonoras sugieren un sentido en el que se revela la impotencia del hombre, ante lo absoluto, la Muerte, la blasfemia, y el llamado divino.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma… Yo no sé!

El yo lírico comienza el verso con una certeza y la termina con una duda. Existen, “hay golpes”, no son una duda porque al menos él los ha sentido, y si quien escucha no los reconoce, tal vez ahora sí los haga o se prepare para hacerlos. Los heraldos negros que anuncian, no amores, sino muerte, son mensajes para el hombre, y que tarde o temprano recibiremos. Éste utiliza un zeugma (cuando se une un concepto concreto con uno abstracto) que permiten la visualización del esos golpes. La vida tiene momentos muy difíciles que parecen golpes, si es así, entonces hay una mano u obstáculo que los provoca. Son “tan fuertes” que desequilibran al hombre, lo desestabilizan. Esa es la única certeza palpable, lo demás es duda: de dónde vienen, por qué suceden, cuál es el propósito, por qué se sufren. Todo es una gran duda, que el yo lírico expresa después de una reticencia (los puntos suspensivos) donde el silencio se llena de preguntas nunca formuladas, porque no tienen respuesta, sólo una única certeza. Existen y se sienten.

En el segundo verso el yo lírico aventura una posible respuesta a través de una comparación sugestiva: “golpes como del odio de Dios”. Esa mano que golpea al hombre no puede venir de otro lado que no sea de Dios, pero este es un Dios que ha cambiado su condición. Si Dios es Amor, es imposible que odie, pero son tan fuertes esos golpes, que así los siente el yo lírico. Es interesante ver como la palabra “Dios” y la palabra “odio” tienen casi los mismo fonemas pero ordenados de forma diferente. Dios ha cambiado, para este yo lírico, de condición, como han cambiado sus fonemas, y es capaz de odiar al hombre, en vez de amarlo. Esa es una posible explicación de que estos golpes sean tan fuertes y tan desestabilizadores.

Luego de la cesura, aparece una nueva comparación, en un intento desesperado del yo lírico

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