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MONICIONES DIVINA MISERICORDIA


Enviado por   •  12 de Abril de 2015  •  666 Palabras (3 Páginas)  •  501 Visitas

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MONICIÓN DE ENTRADA

Les damos, hoy, una muy especial bienvenida a la Eucaristía dominical. Vivimos la Pascua desde hace una semana. Ha llegado la gran fiesta para la Iglesia y para sus hijos. Estamos en el tiempo pascual que nos acompañará hasta el Domingo de Pentecostés. Este es un tiempo en el que toda la comunidad eclesial se reconoce a sí misma como misterio de comunión fraternal realizado por el Espíritu. Es una comunidad que se siente salvada, regenerada, renovada, capaz de ser enviada, saliendo al mundo para ofrecer el evangelio desde la alegría profunda y la transformación total. Compartamos, hermanos, hoy la eucaristía pidiendo al Señor que nos haga signos de resurrección para los que nos rodean. Hoy, además, en este Domingo Segundo de Pascua, celebramos la fiesta de la Divina Misericordia, instituida por el anterior Pontífice, el siempre recordado Juan Pablo II

MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS

1.- La primera lectura de hoy es un fragmento del capítulo cuarto de los Hechos de los Apóstoles que nos narra una completa vida en común de los fieles de la primitiva Iglesia de Jerusalén. Todos pensaban y sentían lo mismo. Y reunían los bienes y las posesiones de todos como un patrimonio común. La resurrección del Señor les había unido con un vínculo muy fuerte y lleno de esperanza. ¡Qué lástima que nosotros –hoy—no sigamos así!

S.- El Salmo 117 era un himno que los judíos contemporáneos de Jesús utilizaban en la fiesta de las tiendas o tabernáculos, una de las más importantes del calendario litúrgico hebreo. Y se cantaba en la procesión de entrada al Templo en dicha fiesta. Según algunos tratadistas fueron los éxitos militares de Judas Macabeo contra los sirios los que, originariamente, debieron inspirar el Salmo. Para nosotros, hoy, representa un canto de alegría pascual: la victoria de Cristo sobre la muerte.

2.- La segunda lectura es de la Primera Carta del Apóstol San Juan y en ella nos explica que quien ha nacido de Dios vence al mundo. Y creer en Jesús como Mesías, es lo que nos hace Hijos predilectos de Dios. Dice también Juan que el auténtico amor a Dios se demuestra cumpliendo sus mandamientos. Es, en cierto modo, una aplicación teológica del antiguo refrán castellano: “Obras son amores, y no buenas razones”.

3.- El Evangelio de San Juan nos narra la aparición de Jesús a los discípulos en el Cenáculo, el mismo “primer día de la semana”, el Domingo de Resurrección. Pero Tomás no estaba y no cree que el Señor se haya presentado. Ocho días después se aparece otra vez, estando ya allí el apóstol Tomás. Su desconfianza se transformó en fe inquebrantable que se expresa en esa oración de “Señor Mío y Dios Mío” que tanto han repetido desde entonces millones y millones de cristianos.

Lectura de Postcomunión

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