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MADAME BOVARY


Enviado por   •  9 de Agosto de 2013  •  1.090 Palabras (5 Páginas)  •  236 Visitas

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MADAME BOVARY

Pero se le formó una preocupación mayor, el embarazo de su mujer. A medida que se acercaba el momento, la quería mas. Aquel era otro plazo de la carne y algo así como el sentimiento continuo de una unión más compleja. Cuando veía de lejos su andar perezoso y girar blandamente su cintura sobre las caderas sin corsé; cuando uno frente a otro la contemplaba bien a su sabor y ella, sentada, tomaba posturas lánguidas en su sillón, ya no cabía en si de gozo; se levantaba, la besaba, le pasaba las manos por la cara, le llamaba mamacita, quería hacerla bailar, y mitad riendo, mitad llorando, soltaba toda clase de expresiones cariñosas que se le ocurrían. La idea de haber engredado lo deleitaba. Ya no le faltaba nada. Ahora experimentaba la vida humana en toda su extensión, y se apoyaba con los dos codos sobre la mesa, colmado de apacible satisfacción.

Al principio Emma sintió un gran asombro, y después el deseo de dar a luz lo mas pronto posible, para saber qué era aquello de ser madre; pero, como ya no podía hacer los gastos que quería, como tener una cuna en forma de barquilla con cortinas de ceda rosa y gorritos bordados: en un exceso de amargura renunció a la canastilla y lo encargo todo de una vez a una costurera, sin elegir nada ni discutir nada. De suerte que no se recreo en esos preparativos en nos que la ternura de las madres cultiva la ilusión; y así quedó, quizá desde el principio, un tanto atenuado su carillo.

Pero como Charles en todas las comidas, hablaba del crió, Emma acabó por pensar en él de una manera más continua.

Deseaba que fuese varón, un niño fuerte y moreno; le llamaría Jorge, y aquella idea de tener un hijo varón era como una promesa de desquite de todas su impotencias pasadas. Por lo menos un hombre es libre puede recorrer los países, atravesar obstáculos, probar las dichas más lejanas. A una mujer le estaba prohibido todo esto. Inerte e inflexible a la vez, la mujer tiene en su contra todas las morbideces de la carne junto con las dependencias de la ley. Su voluntad palpita a todos los vientos como el velo de su sobrero sujeto por un cordón; siempre hay algún deseo que tira, alguna conveniencia que coarta.

Dio a luz un domingo, a eso de las seis, al apuntar el alba.

-¡Es una niña¡ -dijo Charles.

REGIONALISMOS

Pero se le formó una preocupación mayor, el embarazo de su mina. A medida que se acercaba el momento, se prendía más. Aquel era otro plazo de la carne y algo así como el sentimiento continuo de una unión más compleja. Cuando veía de lejos su andar perezoso y girar blandamente su chIjiliá sobre las caderas sin corsé; cuando uno frente a otro la contemplaba bien a su sabor y ella, sentada, tomaba posturas lánguidas en su sofá, ya no cabía en sí de gozo; se levantaba, la marcaba, le pasaba las manos por la jeta, le llamaba nana, quería hacerla acataheelo, y mitad riendo, mitad mariconeando, soltaba toda clase de expresiones cariñosas que se le ocurrían. La idea de haber engredado lo deleitaba. Ya no le faltaba nada. Ahora experimentaba la vida humana en toda su extensión, y se apoyaba con los dos codos sobre la mesa, colmado de apacible satisfacción.

Al principio Emma sintió un gran asombro, y después el deseo de dar a luz lo mas pronto posible, para saber qué era aquello de ser amá; pero, como ya no podía hacer los gastos que quería, como tener una hamaca en forma de barquilla con mosquiteros de seda rosa y gorritos bordados: en un exceso de amargura renunció a la canastilla y lo encargo todo de una vez a una costurera, sin elegir nada ni discutir nada. De suerte que no se recreo en esos preparativos en nos

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