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Memorias De Un Amigo Casi Verdadero


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2013  •  1.104 Palabras (5 Páginas)  •  301 Visitas

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LAS PROFECÍAS DE SAN MARTÍN DE PORRES

Pero San Martín de Porres, no solo fue un gran sanador, y poseedor de dones como la bilocación o la manera de transformarse o desaparecer según el testimonio de los creyentes de la época, sino también tenía el don de la profecía.

Un día, mientras el fray Martín se alistaba para rasurar a los novicios, cumpliendo con su labor de barbero, estos le dijeron que primero afeitase al hermano fray Cipriano de Medina porque él era el más feo del grupo. Era verdad, se dice que era muy bajo y su cuerpo muy ancho, y su rostro era pequeño y muy velludo. Sin embargo, el fray Martín, al oír esto, llamó la atención de los novicios y les dijo: “¿Lo llamáis feo porque es pequeño? Él crecerá, será religioso de grande estatura y honor de nuestra religión”. Y esto se cumplió, al año de este episodio, el fray Cipriano cayó enfermo con fiebres durante cuatro o cinco meses y esto le hizo crecer de forma sumamente rápida y sorprendente, y muchos años después, el novicio obtuvo el cargo de Obispo de Guamanga.

Otra profecía cumplida, fue la que le dijo a uno de los hombres más adinerados de Lima, el regidor Juan de Figueroa, quien se dice tenía una renta anual de 23 mil pesos, además de tener 100 mil pesos en ahorros. Pues bien, un día este señor fue a visitar al fray Martín, y este le dijo con el rostro severo: “Prevéngase para padecer trabajos”. Al oír esto, el regidor se preocupó y fue a ver a la sierva de Dios, Luisa Sotomayor Melgarejo, para que lo consolara, sin embargo, esta mujer, ni bien lo vio, le dijo la misma predicción: “Prevéngase para padecer trabajos”. El hombre al recibir la misma advertencia dos veces y por dos personas distintas, se preocupó sumamente. Prontamente, al hombre le vinieron muchas pérdidas económicas que lo dejaron casi sin un centavo. Sin embargo, luego, el fray de Martín, le dijo: “No perderá el dinero que trajo a esta ciudad y algo más le quedará”. Y eso fue lo que ocurrió.

Justamente, a este mismo hombre le hizo otra profecía, que a la vez tiene relación con la muerte del propio San Martín. El señor Figueroa, visitó un día al fray en su celda para decirle que tenía la intención de comprar una capilla, entierro y asiento, en la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes. El fray Martín le dijo que comprara el asiento, pero no el entierro, porque aquí (y le señaló el piso de su celda) “nos han de enterrar a los dos”. San Martín de Porres falleció dos años después de esa visita, y los religiosos decidieron construir allí una capilla en la celda para que reposara allí sus restos. En ese entonces, el fray Gaspar Saldaña, conocía la estrecha amistad que tenía el regidor Figueroa con el fray Martín, así que le ofreció el Patronato de la capilla y el entierro en ella para él y sus herederos. Y así fue. Al momento de su muerte, fue enterrado al lado de su buen amigo.

Una vez, una madre llamada Bernarda de Sierra, le pidió al fray Martín que curara al mayor de cinco hijos. Sin embargo, San Martín le dijo que rogaría a Dios para que curase la enfermedad de ese niño, sin embargo,

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