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Planes Para La Convivencia Como Herramientas Para Prevenir Los Conflictos Escolares


Enviado por   •  16 de Abril de 2015  •  6.453 Palabras (26 Páginas)  •  216 Visitas

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Los Planes de Convivencia como herramientas para

prevenir los conflictos escolares.

No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de

pensamiento que usamos cuando los creamos

1. LA CONVIVENCIA ESCOLAR Y EL CONFLICTO

Convivir significa vivir unos con otros en base a unas determinadas relaciones sociales y a unos códigos, en el marco de un contexto social determinado. Dentro de esta relación debemos aceptar el hecho de que los conflictos son inseparables de la convivencia democrática y, en ese sentido, no podemos pretender que la educación transcurra sin conflictos, ni tampoco pensar que éstos resultarán necesariamente negativos.

Dentro del sistema educativo, reflejo de la sociedad en general, predomina la concepción tradicional del conflicto como algo negativo, no deseable, sinónimo de violencia, disfunción o patología y, en consecuencia, como algo que es necesario corregir y sobre todo evitar (Jares, 2001). Por ese mismo motivo, calificamos negativamente a determinadas personas como conflictivas cuando presentan conductas diferentes o son críticas ante determinados valores o comportamientos establecidos. Pero en realidad, el conflicto forma parte de la vida y afecta a todos los ámbitos de nuestra existencia.

El conflicto, a diferencia de la violencia que es aprendida, es consustancial a las relaciones humanas, además de ineludible, por mucho que no desee verse o se evite, él continúa su dinámica: "El conflicto en sí es un estado normal de la sociedad y de las relaciones interpersonales" (Castells, 1998).

A pesar de todo, en las escuelas cuando un conflicto hace demasiado ruido lo que se intenta es acallarlo, silenciarlo bajo la creencia de que es más provechosa su desaparición ya que de esta forma se recupera la sensación de tranquilidad. La realidad es que si los conflictos se aprenden a valorar como oportunidades de aprendizaje, resulta más sencillo su gestión, al tiempo que aumentan las posibilidades de resolverlo y de poder enfrentarse en el futuro a cualquier posible eventualidad.

Los problemas de convivencia existen y aparecen, con distintas matizaciones, en todos los centros escolares. Ni el tamaño del centro, ni su ubicación, ni su carácter público o privado, garantizan que no lleguen a producirse. Sólo son buenos determinantes, a la hora de intentar controlarlos y disminuir sus niveles, los factores que tienen que ver con la prevención y el trabajo cooperativo de todos los agentes implicados en la educación. Por tanto, uno de los retos prioritarios que tenemos es aprender a encarar la realidad del conflicto como algo natural y a partir de ahí afrontarlo como un hecho educativo, como una oportunidad para el desarrollo y el aprendizaje.

1.1. La gestión constructiva de los conflictos

Aprender a convivir es uno de los objetivos a los que se deben dedicar los mayores esfuerzos y apoyos. En ese sentido, los conflictos pueden ser útiles y valiosos si se gestionan constructivamente puesto que ofrecen a todos los implicados la posibilidad de utilizar y desarrollar su razonamiento cognitivo y moral, al tiempo que entrenan unas relaciones sociales más satisfactorias para todos. Se trata de un aprendizaje imprescindible para el futuro del alumno y de sus relaciones tanto familiares y afectivas, como laborales, donde tendrá que enfrentarse a numerosos conflictos de los que dependerá, según los gestione, tanto su vida afectiva como su futuro profesional.

El primer objetivo que nos propondremos será por tanto afrontar el conflicto y conseguir que todos los agentes educativos (familia, escuela y sociedad en general) unan sus esfuerzos y se conviertan en los auténticos talleres en donde se diseñen los marcos de esa convivencia. La familia prepara para la convivencia familiar en un entorno afectivo, cercano y bastante homogéneo; mientras que la escuela tiene como reto la preparación para una convivencia cívica, en un entorno en que la diversidad (cultural, social, racial, etc.) es predominante. En el caso concreto de la escuela eso supone un compromiso como educadores y no solamente como profesores.

Para poder conseguir este cambio hacia la creencia de que el conflicto es una oportunidad de aprender sobre nosotros mismos y los demás, debemos empezar por realizar una detenida reflexión personal sobre los conflictos que hayamos vivido. Como educadores deberemos revisar nuestras creencias y supuestos para poder tomar conciencia de que el conflicto no sólo no es algo malo, sino que se convierte en una oportunidad de crecimiento personal, por lo que es potencialmente beneficioso.

1.2. Distintos tipos de problemas de convivencia

La conducta que presenta parte de nuestro alumnado asociada a diversos tipos de conflictos y que perjudica la convivencia escolar puede englobarse bajo el único término de comportamiento antisocial.

Al hablar de un comportamiento inadecuado o antisocial por parte de nuestro alumnado debemos establecer una cierta categorización, ya que no podemos considerar al mismo nivel un insulto, u otra falta más o menos leve de disciplina, y un episodio de vandalismo o de agresión física con un arma. No obstante, existe una clara tendencia en la opinión pública, y tal vez en algunos profesores, a pensar el problema de una manera demasiado simplista, entendiendo que se trata de manifestaciones distintas de un mismo fenómeno y estigmatizando a ciertos alumnos al dar por sentado que una vez han manifestado algún tipo de conducta antisocial lo seguirán haciendo y, lo que es aún peor, lo harán de manera creciente en frecuencia e intensidad.

La realidad es que podemos y debemos distinguir diferentes manifestaciones de este comportamiento antisocial en las aulas, separando las conductas disruptivas o indisciplinadas, de aquellas que consideraríamos violentas como el maltrato entre iguales o bullying, el vandalismo, el acoso sexual o las conductas xenófobas y/o racistas.

Sin embargo, los datos indican que la situación de nuestro país permite considerar los problemas de auténtica violencia escolar como reales pero de carácter esporádico (si bien es cierto que parece existir una cierta tendencia al alza), lejos aún de la situación existente en otros países. Por el contrario, los problemas de convivencia y disciplina que angustian al profesorado, especialmente al de Secundaria, no sólo existen y son muy recurrentes por quienes los realizan, sino que siguen aumentando año tras año.

Aunque muchas clasificaciones de

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