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Relacion Entre Cultura Y Ciencia


Enviado por   •  10 de Noviembre de 2014  •  2.534 Palabras (11 Páginas)  •  236 Visitas

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Se trata sin duda de un problema cultural. La sociedad que es, en general, analfabeta científica, describe los fenómenos usando lo que podría llamarse el lenguaje de la calle. Con éste se hace muy difícil, si no imposible, transmitir el conocimiento científico. La ignorancia de los padres, luego de los maestros y finalmente de los medios de difusión en general, está en la base de esa restricción de lenguaje. Y no solamente de lenguaje, sino también del entrenamiento imprescindible para escuchar, entender y digerir un discurso lógico con premisas y conclusiones como lo es el de la Ciencia. Los científicos tampoco hacen el esfuerzo necesario para trascender socialmente. Muchas veces aducen que los requerimientos y las complicaciones laborales del día a día les ponen pesadas barreras, otras que el esfuerzo de difusión no es adecuadamente valorado. Como consecuencia de ello, la sociedad no percibe que los, pocos, científicos que existen a su alrededor son parte de ella y por lo tanto no acompaña sus esfuerzos ni siente satisfacción por sus logros. Comparemos, por ejemplo, con la resonancia que tienen los triunfos deportivos, los premios cinematográficos y aún los eventuales éxitos literarios de nuestros compatriotas.

Los lectores de periódicos pueden constatar que el suplemento de Ciencia y Tecnología, si existe, aparece siempre separado del de Cultura. Además se habrá observado que mientras la sección cultural tiene presencia diaria, el suplemento científico, si aparece, lo hace una vez por semana y está generalmente dedicado a impactos tecnológicos. Los medios masivos de comunicación contribuyen también, por ingenuidad o por razones comerciales, a profundizar la falsa dicotomía entre Ciencia y Cultura. Se crea y se potencia entre el gran público la idea de que la comprensión de los temas científico-tecnológicos está reservada a un pequeño grupo de especialistas, entre otras cosas, aislados y aburridos...

La actividad científica carece de vigen­cia social. No se ha conseguido que la sociedad tenga a sus científicos como adali­des del saber, como consulto­res que usan el conoci­miento cientí­fico que poseen, o pueden obtener, para dar sus respues­tas. La causa nos parece de nuevo clara: la Ciencia no participa de la Cultura. No es que está devaluada sino que nunca tuvo valor.

Las “verdades” científicas no son reveladas sino que surgen de contrastar teorías y modelos con datos de la Naturaleza. Por ello son limitadas, condicionadas y relativas. La grandeza de la Ciencia está precisamente en que no puede ofrecer un espacio donde reina la certeza absoluta aunque su aporte al conocimiento es esencial y trascendente. La Ciencia está basada en la objetividad, no en la creencia, permitiendo que los fenómenos adquieran una definición racional, una descripción coherente y universal al independizarla del hombre particular que hace la observación o la teoría. El científico es libre de formular cualquier pregunta, de dudar de cualquier aseveración, de buscar nuevas evidencias y de corregir cualquier error. Por otra parte, y sin pretender entrar en discusiones estériles sobre cualquier tipo de creencias religiosas necesarias a un conjunto grande de personas, sólo queremos poner de manifiesto la incompatibilidad entre un dogma, cualquiera que fuese, y el conocimiento científico. Vale la pena recordar aquí a Goethe 3 quien decía: “aquél que posee arte y ciencia tiene religión; quien no las posee, necesita religión”...

A pesar de todo existen caminos para potenciar la presencia de la Ciencia en todos los niveles de la sociedad. El esfuerzo no es pequeño, pero puede surgir por ejemplo de incrementar el protagonismo del Profesor Univer­sitario dedicado con exclusividad a la enseñanza, a la inves­tiga­ción de lo que enseña y a la divulgación de lo que estu­dia. La sociedad lo necesita así y lo debería exigir.

Destaquemos también algunas de las dificultades para esa inclusión necesaria de la Ciencia dentro del patrimonio de la sociedad toda. A pesar de la impactante unidad de formulación, la Ciencia presenta una diversidad innegable. En Ciencia, la comprensión de las grandes ideas fundamentales, la visión de conjunto no es suficiente para su desarrollo. Los detalles que son precisos y muy particulares deben ser conocidos, bien conocidos. La multitud de ellos da lugar inevitablemente a la especialización, creciente en nuestros días. Esta especialización hace que la comunicación entre los diferentes actores sea difícil. Esa dificultad de comunicación, que ciertamente opera no sólo entre distintas disciplinas científicas como la Física, la Química o la Biología, es igualmente fuerte dentro de cada campo individual. El enorme y fabuloso desarrollo de la Ciencia ha creado ineludibles divisiones. Como consecuencia ha dejado de ser un tema particularmente atractivo para mucha g común ente, dando lugar a ese analfabetismo científico en la sociedad que señalamos. La Ciencia como elemento constitutivo de la Cultura del hombre de hoy, el conjunto de lo aprendido, ha casi desaparecido. Sin embargo, la práctica científica es, o debería ser, parte de la Cultura no sólo en el sentido intelectual sino también en el antropológico. Si bien los actores de la Ciencia muchas veces no se comprenden fácilmente entre ellos, poseen patrones y actitudes comunes de comportamiento y modos compatibles de acercarse a los problemas. Esto circula a niveles profundos y de manera transversal a posiciones políticas o ideológicas. Casi sin pensarlo, los poseedores de actitud científica responden de manera similar. Este es precisamente el significado de una Cultura. Esta Cultura que debería ser adquirida y vivida por la sociedad.

Debemos conseguir que la sociedad identifique a la Ciencia entre sus valores culturales. La Ciencia no termina en las tecnologías que surgen de su desarrollo, las que a veces pueden ser responsables, por ejemplo, del incremento del desempleo que va de la mano de la globalización de la economía. Es también la única vía para resolver este problema al proveer educación racional a todos los ciudadanos, quienes al adquirir una formación de base adecuada podrán estar preparados para recibir las tecnologías de punta, convivir con ellas y encontrar mecanismos para que aparezcan soluciones originales. No existe camino más democrático para borrar las desigualdades sociales que el que pasa por una adecuada educación de base que incluya a la Ciencia.

Aquí cabe otra observación para reflexionar. Una pregunta generalizada a los actores de la Ciencia es ¿para qué sirve lo que se está investigando? Ella siempre aparece en las esporádicas entrevistas a científicos y tecnólogos. Es notable que el mismo tipo de preguntas no está presente en las, esta vez sí, frecuentes entrevistas a futbolistas

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