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Vida Y Obra De Ruben Dario


Enviado por   •  7 de Julio de 2013  •  6.106 Palabras (25 Páginas)  •  516 Visitas

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VIDA Y OBRA DE RUBEN DARIO

1867

Nace Rubén Darío en Metapa (18/I), municipio de departamento de Matagalpa (hoy Ciudad de Darío) primogénito del mal avenido matrimonio de Manuel García (Darío) y Rosa Sarmiento Alemán. Es bautizado en León Santiago de los Caballeros, domicilio de sus mayores (3/III) dentro del rito católico y con el nombre de Félix Ramírez y no Máximo Jérez como el mismo poeta afirma en su autobiografía. Su nombre literario será la unión de su segundo nombre legal y el apellido Darío que produce de la tradición de llamar a los miembros de toda su familia con el nombre de su jefe: en este caso los Darío por Mayorga.

1869

Después de la separación de Manuel García, Rosa Sarmiento se fuga con su hijo Rubén y Juan Benito Soriano de la casa de su tía y madre adoptiva Bernarda Sarmiento, quien había concertado las primeras bodas Radican en San Marcos de Colón, Honduras, pero meses más tarde, el coronel Félix Ramírez Madregil, esposo de Bernarda Sarmiento, va a buscar al niño y lo lleva a León; desde entonces pertenecerá definitivamente al hogar Ramírez Sarmiento y firmará sus libros escolares Félix Rubén Ramírez. La casa de sus “padres” reunía políticos e intelectuales de la época; sus tertulias eran muy afamadas. “Mamá Bernarda” tenía dotes de conversadora.

1870

La infancia de Darío transcurre en León ciudad llena de cúpulas, calles empedradas, casa fortaleza y leyendas de “aparecidos”, caballos desbocados “curas sin cabezas”, todo un ambiente de colonial que inculca en su ánimo terror y religiosidad “La casa era mi temerosa por las noches. Anidaban las lechuzas en los aleros. Me contaban cuentos de ánimas en penas y aparecidos los dos únicos sirvientes: La Serapia y el indio Goyo. Vivía aún la madre de mi tía abuela, una anciana, toda blanca por los años y atacada de un temblor continuo. Ella también me infundía miedo. (Autobiografía)

Según el mismo Darío ya a los tres años sabía leer.

1871

“El coronel Ramírez murió y mi educación quedó únicamente a cargo de mi tía abuela. Fue mermando el bienestar de la viuda y llegó la escasez, si no la pobreza. La casa era una vieja construcción a la manera colonial: cuartos seguidos, un corredor, un patio con su pozo, árboles”. (Autobiografía)

1874

“Se me hacía ir a una escuela pública. Aun vive el buen maestro, que era entonces bastante joven, con fama de poeta: de licenciado Felipe Ibarra. Usaba, naturalmente, conforme con la pedagogía singular de entonces, la palmeta y en casos especiales, la flagelación en las desnudas posaderas... Pero quien primeramente me enseñó el alfabeto, mi primer maestro, fue una mujer: Jacoba Tellería, quien estimulaba mi aplicación con sabrosos pestiños, bizcotelas y alfajores que ella misma... La maestra no me castigó sino una vez, en que me encontrara. ¡a esa edad, Dios mío!, en compañía de una precoz chicuela, iniciando indoctos e imposibles Dafnis y Cloe”. (autobiografía)

1877

debe haber sido por este tipo que “en un viejo armario encontré los primeros libros que leyera. Eran un Quijote las obras de Moratín Las mil y una noche, la Biblia; los oficios, de Cicerón; la Corina de Madame stäel, un tomo de comedias clásicas españolas, y una novela de terrorífica, de ya no recuerdo qué autor, La caverna de strozzi. Estraña y ardua mezcla de cosas para la cabeza de un niño.

1878

“De mi sé decir que a los diez años ya componía versos, y que no cometí nunca una asola falta de ritmo.” “Del centro de uno de los arcos, en la esquina de mi casa, pendía una granada dorada. Cuando pasaba la procesión del Señor del Triunfo, el Domingo de Ramos, I agranda se abría y caía una lluvia de versos. Yo era el autor de ellos. No he podido recordar ninguno... pero si sé que eran versos, versos brotados instintivamente. Yo nunca aprendí a hacer versos. Ellos fue en mí orgánico, natural nacido.” (Autobiografía.) Estudia con los jesuitas expulsados de Guatemala, en la Iglesia de Recolección de León, donde conoce sus primeros clásicos latinos. “Había entre ellos hombres eminentes: un padre Koening, austríaco, famoso como astrónomo; un padre Valenzuela, célebre en Colombia como poeta.” (Autobiografía)

1879

En enero compone el soneto “La fe” que es su primera pieza conocida y comienza a establecer sus primeros contactos intelectuales. “León tiene un núcleo de intelectuales, poetas algunos periodistas, jurisconsultos, literatos todos ... Mariano Barreto ahonda mucho en el sabor idiomático; Román y José María Mayorga Rivas, Cesáreo Salinas, Manuel cano y Félix Medina son poetas; Felipe Ibarra, Samuel Meza, Tomás Ayón y su hijo Alfonso Jesús Hernández Somoza, son jurisconsultos y publicistas; Ricardo Contreras mexicano, ejerce la docencia y la critica literaria; modesto Barrios es periodista y orador. Todos estimulan a Rubén celebrando sus composiciones, solicitando su colaboración para diversos actos académicos y facilitándole obras literarias que leer con delectación. Esos escritores profesan el liberalismo ideológico; son lectores de Juan Jacobo Rousseaux, y de Montesquieu, de Tácito, de Plutarco y en aquel momento tiene como oráculo al ilustre ecuatoriano Juan Montalvo “(E. Torres: La dramática vida de Rubén Darío.)

1880

Ya iba cumplir mis trece años y habían aparecido mis primeros versos en un diario titulado: El Termómetro, que publicaba en la ciudad de Rivas el historiador y hombre político José Dolores Gómez” (Autobiografía.) Entre enero y septiembre escribe: “Naturaleza”, “Al mar”, “a Víctor Hugo”, “Clase”, “Una lágrima” “Desengañado” “A...”, “El poeta” y “A ti”. Publica asimismo en la revista El Ensayo de León y firma con sus anagramas: Bruno Erdía y Bernardo I, U. “Otros versos míos se publicaron y se me llamó en mi república y en las cuatro de Centroamérica, “el poeta niño”. (Autobiografía)

1881

El 10 de Julio Rubén Darío data la portada manuscrita del tomo I de su primera obra, Poesía y artículos en prosa , que quedó sin imprimir, sólo póstumamente la Universidad de Nicaragua hizo una edición facsimilar con motivo del cincuentenario de la muerte del poeta. Del tomo II, que hace suponer Darío en la portada, y que debía contener los “artículos en prosas”, se deduce el paradero. En el periódico político La Verdad, de León,

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